El zinc es un oligoelemento importante siendo el segundo más abundante en nuestro cuerpo después del hierro, encontrándose ampliamente distribuido por todo el organismo siendo necesario para un correcto funcionamiento del sistema inmunitario, además de jugar un papel importante en la división y crecimiento de las células, así como en la cicatrización de heridas y en el metabolismo de los hidratos de carbono. También es necesario para los sentidos del olfato y del gusto. Durante el embarazo, la lactancia y la niñez, el cuerpo necesita zinc para crecer y desarrollarse correctamente.
Se encuentra en alimentos ricos en proteínas como lo son las carnes de ternera, cerdo y cordero que contienen mayor cantidad de zinc que el pescado. Otras fuentes buenas de zinc son las nueces, los cereales enteros, las legumbres y la levadura de cerveza.
Ahora, investigadores de un proyecto de colaboración entre el Centro Médico de la Universidad de Duke en Durham y químicos del Instituto de Tecnología de Massachusetts, ambos en Estados Unidos, han sido capaces de observar el zinc en acción mientras regulaba la comunicación entre las neuronas del hipocampo, lugar del cerebro donde se producen los procesos de aprendizaje y memoria y donde una perturbación de la comunicación puede contribuir a la epilepsia, estudio que ha sido publicado en la revista "Neuron".
Los suplementos de zinc se venden comúnmente sin receta médica para el tratamiento de algunos trastornos cerebrales, entre los que está la depresión, aunque aún no está claro si estos suplementos modifican el contenido de zinc en el cerebro o la eficacia de la comunicación entre las células nerviosas, pues todavía no se ha determinado cuáles son las concentraciones de zinc adecuadas para conseguir estos efectos.
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