martes, 1 de diciembre de 2009

Insuficiencia venosa. Varices


El drenaje venoso de los miembros inferiores se hace a través de un sistema venoso profundo y otro superficial, que se unen a nivel de la ingle y por detrás de la rodilla, existiendo otras pequeñas comunicaciones. Además existen unas válvulas semilunares que impiden el retroceso de la sangre venciendo el efecto de la gravedad, localizadas a cada ciertos intervalos.

Las venas son estructuras extremadamente delicadas. Las anomalías en la pared de las venas producen dilataciones de la vena y lesiones de las válvulas. Las varices, son aquellas dilataciones permanentes y difusas de una vena superficial o profunda localizada en cualquier parte del cuerpo, pero especialmente en las piernas. Otras localizaciones menos frecuentes son en el tercio inferior del esófago, como ocurre en la cirrosis hepática, y en el grupo de venas que forman el plexo venoso anorrectal, que son las llamadas hemorroides.

Las varices que aparecen en los miembros inferiores constituyen el trastorno vascular más frecuente, incidiendo sobre todo en aquellas personas que permanecen en posición de pié todo el día (camareros, peluqueros, cirujanos,...) y en obesos, considerándose que ésta patología tiene una incidencia de casi el 50 % en adultos de mediana edad, siendo más frecuente en mujeres que en hombres con una relación de 4 a 1. Con la edad, la frecuencia de aparición también aumenta debido a la falta de tono de los tejidos, a la pérdida de masa muscular y el debilitamiento progresivo de las paredes de las venas. En el embarazo, también se desarrollan fácilmente éstas venas varicosas, debido al aumento de la presión venosa en las piernas, aunque también aquí parece que intervienen otros factores como los hormonales.

Clínicamente se manifiestan por aparecer dilataciones venosas tortuosas, hinchazón, oscurecimiento de la piel, aparición de úlceras, fatigabilidad, dolor, pesadez,...

El diagnóstico se basa fundamentalmente en la clínica y en la exploración, aunque se puede recurrir a técnicas más sofisticadas como la flebografía.

Las complicaciones más frecuentes son las flebitis, pigmentaciones, eccemas, ulceración y hemorragias (varicorragia) que puede ocasionar a veces en ancianos la muerte por anemia aguda, al romperse una variz y producirse un sangrado abundante.

A la hora de tratarlas se deben tomar una serie de medidas higiénico-dietéticas, como son:

  1. Evitar el estreñimiento consumiendo una dieta abundante en fibra.
  2. Evitar el uso de ropas ajustadas y de ligaduras en la mitad inferior del cuerpo (calcetines, medias, etc.).
  3. No estar de pie o sentado más de una hora seguida.
  4. Procurar dormir con las piernas ligeramente elevadas para favorecer el retorno venoso.
  5. Mantenerse en el peso ideal.
  6. Procurar no recibir golpes, y evitar el rascado y las rozaduras de los zapatos lubricando la piel.
  7. Evitar medicamentos que empeoren la circulación venosa, sobre todo los anticonceptivos orales.
  8. Usar medias elásticas que ofrezcan una compresión adecuada.

  9. Hacer ejercicio físico, sobre todo el que favorece la movilidad de las piernas, como el pasear, la natación, el ciclismo o el yoga.

La fitoterapia es una buena alternativa al tratamiento farmacológico, (sin olvidarnos que muchos fármacos también están compuestos de plantas medicinales) pues son numerosas las plantas medicinales con una comprobada acción sobre nuestro sistema circulatorio venoso, como son el castaño de Indias (Aesculus hippocastanum), el ginkgo (Ginkgo biloba), el Rusco (Ruscus aculeatus), los arándanos (Vaccinium myrtillus), la vid roja (Vitis vinifera) o la centella asiática, que podemos encontrara bien en forma de infusiones o en extractos ya sean sólidos (cápsulas) o fluidos (gotas), de forma individualizada o fformando mezclas que actúan de forma sinérgica.

Otros suplementos útiles son los bioflavonoides, la vitamina C y la vitamina E.

Además tanto la homeopatía, como la acupuntura también ofrecen resultados contratados en manos de un buen profesional.