martes, 1 de diciembre de 2009

Insuficiencia venosa. Varices


El drenaje venoso de los miembros inferiores se hace a través de un sistema venoso profundo y otro superficial, que se unen a nivel de la ingle y por detrás de la rodilla, existiendo otras pequeñas comunicaciones. Además existen unas válvulas semilunares que impiden el retroceso de la sangre venciendo el efecto de la gravedad, localizadas a cada ciertos intervalos.

Las venas son estructuras extremadamente delicadas. Las anomalías en la pared de las venas producen dilataciones de la vena y lesiones de las válvulas. Las varices, son aquellas dilataciones permanentes y difusas de una vena superficial o profunda localizada en cualquier parte del cuerpo, pero especialmente en las piernas. Otras localizaciones menos frecuentes son en el tercio inferior del esófago, como ocurre en la cirrosis hepática, y en el grupo de venas que forman el plexo venoso anorrectal, que son las llamadas hemorroides.

Las varices que aparecen en los miembros inferiores constituyen el trastorno vascular más frecuente, incidiendo sobre todo en aquellas personas que permanecen en posición de pié todo el día (camareros, peluqueros, cirujanos,...) y en obesos, considerándose que ésta patología tiene una incidencia de casi el 50 % en adultos de mediana edad, siendo más frecuente en mujeres que en hombres con una relación de 4 a 1. Con la edad, la frecuencia de aparición también aumenta debido a la falta de tono de los tejidos, a la pérdida de masa muscular y el debilitamiento progresivo de las paredes de las venas. En el embarazo, también se desarrollan fácilmente éstas venas varicosas, debido al aumento de la presión venosa en las piernas, aunque también aquí parece que intervienen otros factores como los hormonales.

Clínicamente se manifiestan por aparecer dilataciones venosas tortuosas, hinchazón, oscurecimiento de la piel, aparición de úlceras, fatigabilidad, dolor, pesadez,...

El diagnóstico se basa fundamentalmente en la clínica y en la exploración, aunque se puede recurrir a técnicas más sofisticadas como la flebografía.

Las complicaciones más frecuentes son las flebitis, pigmentaciones, eccemas, ulceración y hemorragias (varicorragia) que puede ocasionar a veces en ancianos la muerte por anemia aguda, al romperse una variz y producirse un sangrado abundante.

A la hora de tratarlas se deben tomar una serie de medidas higiénico-dietéticas, como son:

  1. Evitar el estreñimiento consumiendo una dieta abundante en fibra.
  2. Evitar el uso de ropas ajustadas y de ligaduras en la mitad inferior del cuerpo (calcetines, medias, etc.).
  3. No estar de pie o sentado más de una hora seguida.
  4. Procurar dormir con las piernas ligeramente elevadas para favorecer el retorno venoso.
  5. Mantenerse en el peso ideal.
  6. Procurar no recibir golpes, y evitar el rascado y las rozaduras de los zapatos lubricando la piel.
  7. Evitar medicamentos que empeoren la circulación venosa, sobre todo los anticonceptivos orales.
  8. Usar medias elásticas que ofrezcan una compresión adecuada.

  9. Hacer ejercicio físico, sobre todo el que favorece la movilidad de las piernas, como el pasear, la natación, el ciclismo o el yoga.

La fitoterapia es una buena alternativa al tratamiento farmacológico, (sin olvidarnos que muchos fármacos también están compuestos de plantas medicinales) pues son numerosas las plantas medicinales con una comprobada acción sobre nuestro sistema circulatorio venoso, como son el castaño de Indias (Aesculus hippocastanum), el ginkgo (Ginkgo biloba), el Rusco (Ruscus aculeatus), los arándanos (Vaccinium myrtillus), la vid roja (Vitis vinifera) o la centella asiática, que podemos encontrara bien en forma de infusiones o en extractos ya sean sólidos (cápsulas) o fluidos (gotas), de forma individualizada o fformando mezclas que actúan de forma sinérgica.

Otros suplementos útiles son los bioflavonoides, la vitamina C y la vitamina E.

Además tanto la homeopatía, como la acupuntura también ofrecen resultados contratados en manos de un buen profesional.

martes, 10 de noviembre de 2009

La caída del cabello


Hoy en día el cabello está expuesto a una serie de agresiones (dieta, medio ambiente, higiene, estrés,...) que hacen necesario extremar las medidas y los cuidados para mantener la vitalidad del pelo más que en ningún otro tiempo.

La piel, está cubierta de pelos excepto en las palmas de las manos, plantas de los pies y sobre las últimas falanges. Hay alrededor de 5 millones de pelos, de los que 1 millón se localizan en la cabeza.

Aunque aparentemente pueda parecernos una estructura anatómica muy simple, el folículo pilosebáceo es bastante complejo, encontrándose en él, además del cabello, distintos tipos de glándulas, vasos sanguíneos y músculos. En el bulbo piloso, se localiza la matriz o porción generadora donde encontramos dos tipos de células, los queratinocitos, responsables del crecimiento y formación del pelo e intercalados entre ellos, melanocitos, responsables de la pigmentación y coloración del cabello.

El pelo, no crece indefinidamente. Posee un ciclo evolutivo, donde los nuevos pelos, desplazan los anteriores que se van desprendiendo. Todos los pelos que existen en nuestra cabeza se caerán, y no tiene sentido intentar evitar la pérdida natural del cabello, lo importante es poder asegurar que van a seguir naciendo y cuidar los folículos pilosos donde se produce el cabello. Una pérdida normal de cabello es cuando diariamente se caen hasta 50 pelos, entre 50 y 80 se considera un aviso y cuando se superan los 80 es preocupante.

Las razones de una excesiva pérdida de cabello son variadas, unas naturales y otras patológicas. Las naturales son las siguientes:

  1. Edad: Hay periodos, a lo largo de la vida, en que aumenta la pérdida de cabello, como la pubertad, a los 30 años, después de los 50, en la menopausia y andropausia, después de un parto, etc.
  2. Estación: Como ocurre en la primavera y el otoño.
  3. Características individuales: Influyen factores hormonales (andrógenos, hormonas tiroideas, etc.), de herencia, estrés, fiebre, postparto, tratamientos con medicamentos, circulación periférica, traumas físicos y psíquicos, etc.
  4. Estado del cuero cabelludo: Caspa, seborrea, cuidado con productos inadecuados, suciedad, etc.

Hay tres grandes tipos de alopecia:

  1. Alopecia areata: Caracterizada por la aparición de placas peladas salpicadas por cuero cabelludo, que crece excéntricamente.
  2. Alopecia seborreica: Están ligadas generalmente a problemas hereditarios o endocrinos y condicionadas por una excesiva producción de grasa de las glándulas pericapilares.
  3. Alopecia carencial: Consecuencia de un proceso anémico, convalecencia de una enfermedad, infecciones o dietas inadecuadas que producen un empobrecimiento de aporte de vitaminas, oligoelementos y aminoácidos esenciales para el crecimiento, formación y vitalidad del nuevo pelo.

Es pues necesario, para una salud adecuada de nuestro cabello, además de usar un champú adecuado de acuerdo con las características de nuestro cabello (seco, graso, mixto), tomar las medidas precisas para hacer llegar al folículo piloso todos los nutrientes necesarios, todo el oxígeno, favorecer la retirada de residuos, etc., en definitiva, evitar todas las causas que puedan favorecer una mala calidad de los folículos pilosos. Cuando lo estemos lavando, también es importante realizar un masaje del cuero cabelludo durante unos minutos para activar la circulación siendo además recomendable terminar con agua fría.

Son muy útiles también en estas situaciones los suplementos vitamínicos específicos que aporten los nutrientes que necesitan nuestros cabellos para mantenerse sanos y fuertes como el retinol las vitaminas del grupo B y la E, aminoácidos azufrados como la cisteína y la metionina y minerales como el selenio.

martes, 15 de septiembre de 2009

Hipertensión arterial



La hipertensión arterial, no es más que el aumento de la presión que existe en nuestras arterias cuando alcanza cifras de más de 150/90 mm. de Hg. (milímetros de mercurio) para personas mayores de 45 años y 130/85 mm. de Hg. para personas menores de esa edad, siendo ésta una enfermedad que afecta al 20% de la población adulta española, aunque solo el 50-60 % lo conoce.

Aunque la mayoría de las veces, la causa es desconocida (HTA primaria o esencial), conocemos una serie de factores que pueden incidir en que aparezca y que pueden ser genéticos o ambientales, como la ingesta de sal, obesidad, personalidad, tipo de ocupación, ambiente familiar. Una vez que se pone ésta en marcha existen otros factores que van a influir en el pronóstico, como la edad, sexo, raza, sexo, tabaquismo, colesterol, glucosa y peso sobre todo.

El aumento de las cifras de presión arterial, es algo que va innato al proceso de envejecimiento, pues conforme vamos aumentando en edad, nuestras arterias y sobre todo nuestros vasos sanguíneos más pequeños (arteriolas), pierden elasticidad y se endurecen, obligando a nuestro corazón a bombear la sangre con más fuerza, aumentándose así la presión dentro de nuestro sistema circulatorio.

El riesgo que comporta realmente la HTA, viene derivado precisamente de que una presión arterial elevada, indica que nuestro corazón está haciendo un gran esfuerzo para poder bombear la sangre y llevarla a todo el cuerpo. Ese sobreesfuerzo del corazón, que se tolera bien en un principio, pronto puede dar complicaciones si no se le controla y ayuda disminuyendo la presión en nuestras arterias, pudiendo desarrollarse enfermedades en la circulación periférica, corazón, cerebro, ojos y riñones.

La importancia de un buen control de la tensión arterial, radica en que junto con el tabaquismo y el aumento de colesterol en sangre, son los tres factores que predisponen a la aterosclerosis coronaria, así como a la insuficiencia del ventrículo izquierdo, infartos de miocardio, hemorragias o infartos cerebrales e insuficiencia renal, todas ellas enfermedades con dramáticas consecuencias. En España pueden atribuirse a la HTA alrededor del 19 % de las muertes por cardiopatía coronaria y el 52 % de las debidas a patología cerebrovascular. El problema para poder controlarla está en que es una enfermedad que muchas veces permanece sin síntomas hasta que se observan las primeras complicaciones, a pesar de que probablemente sea una de las enfermedades con más fácil y más barato diagnóstico: una simple toma de tensión arterial.

En el tratamiento de farmacológico de la HTA se emplean sobre todo fármacos diuréticos que disminuyen el volumen de líquido dentro de las arterias y eliminan sodio junto a ese líquido, medicamentos que ensanchan nuestras arterias disminuyéndose la resistencia al paso de la sangre y otros que disminuyen el ritmo y la fuerza que tiene que hacer nuestro corazón para bombear sangre.

Además de seguir la medicación recomendada por el médico, también podemos ayudar a controlar la hipertensión de una forma natural de la siguiente forma:

  • Dieta: Un cambio a una dieta más saludable y bien equilibrada con un bajo contenido en grasas, junto con una reducción del consumo de alcohol, están entre las primeras medidas que se deben de tomar. Si además existe una obesidad, habrá que bajar de peso. La cantidad de sal que se añade a los alimentos se debe reducir. También se debe disminuir el azúcar refinado, carnes rojas, grasas de origen animal, café y té, así como aumentar el consumo de frutas, verduras, cereales, leguminosas, pescados y carnes blancas. Una dieta rica en frutas y verduras puede suponer un mejor control de la HTA que con los fármacos clásicos en muchos pacientes.
  • El ejercicio es también efectivo para disminuir la presión arterial, además de que nos ayuda a controlar el estrés, que es otro de los factores que pueden desencadenarla.
  • Aprender a relajarse y disminuir los niveles de estrés mediante técnicas como la meditación, yoga, tai-chi o respiración entre otros, también puede resultar muy útil.
  • Vitaminas y minerales: El suplemento con vitaminas C y E, así como el de magnesio, han demostrado una eficacia en la reducción de la tensión arterial.
  • Fitoterapia: Existen numerosas plantas medicinales que nos pueden ayudar a controlar la presión arterial, como el espino blanco, el muérdago o las hojas de olivo, y así, una buena fórmula que podemos tomar, sería la que obtenemos de la mezcla a partes iguales de las siguientes plantas: hojas de olivo, sumidades floridas de espino blanco, inflorescencias de tilo, hojas y flores de pasiflora y corteza de naranja amarga.
  • Otras técnicas, requieren un estudio más profundo, entre las que destacan la homeopatía y la acupuntura debiendo ser realizadas por un profesional cualificado.

viernes, 11 de septiembre de 2009

Hipercolesterolemia



La hipercolesterolemia, es el término médico que define al aumento de un tipo de grasa, el colesterol, en sangre por encima de los límites considerados como normales, es decir, por encima de 200mg/dl. Dentro del total del colesterol podemos distinguir varios tipos de colesterol, pero los que más nos interesan como índices pronósticos, son el HDL, que es el colesterol que se conoce como “bueno”, porque no tiene afinidad para pegarse a nuestras arterias y el LDL o también llamado colesterol “malo”, que es el más dañino ya que se adhiere con muchísima facilidad a las arterias obstruyéndolas y disminuyendo la cantidad de sangre que puede pasar a su través. Unas cifras de colesterol total superiores a 200 mg/dl. no son tan malas si existe una alta proporción de colesterol bueno y poco del malo, que si esto tiene lugar al revés.


Diariamente, nuestro hígado fabrica hasta un gramo, ya que es imprescindible para la vida, pues forma parte de las membranas de nuestras células, forma parte de los ácidos biliares que contribuyen a que hagamos bien la digestión y sirve como precursor para sintetizar hormonas (como las sexuales) o vitamina D. Si observamos la estructura química de estas moléculas nos daremos cuenta de que tienen un aspecto muy similar porque todas derivan de la misma, el colesterol.

El aumento de colesterol en sangre, lo podemos observar en diversos trastornos que afectan a los lípidos o grasas, algunos de los cuales son de tipo hereditario y familiar. En otros casos el aumento de la tasa de colesterol en sangre, es consecuencia de una enfermedad que incide en el metabolismo del colesterol, pero en la mayoría de las ocasiones se debe a un problema de excesos de grasas en la alimentación.


Es frecuente ver como muchas mujeres en la menopausia empiezan a mostrar en los análisis unos niveles cada vez más altos de colesterol siendo muchas veces necesario el empleo de fármacos para que no siga subiendo, a pesar de que mantienen una dieta sana prácticamente exenta de esta sustancia. Sus parejas, por el contrario, que por lo general cometen más transgresiones dietéticas no tienen problemas con el colesterol. Esto se debe a que como hemos dicho, uno de los caminos que sigue el metabolismo del colesterol es la síntesis de hormonas sexuales, pero llegado este momento de la vida en que existe una producción mínima de estrógenos y progesterona, la materia prima que antes gastábamos para fabricarlas ya no la empleamos y si cada vez gastamos menos, se nos empieza a acumular, por lo que aumentan los niveles de colesterol en sangre.


La hipercolesterolemia, es una enfermedad que desempeña un papel clave en el desarrollo de la arteriosclerosis, y constituye un factor de riesgo de la angina de pecho y del infarto de miocardio.


Por todo lo expuesto anteriormente, debemos siempre seguir un tratamiento dietético independientemente de que nos podamos apoyar en un medicamento o en un tratamiento más natural, disminuyendo las comidas que nos pueden aumentar la cantidad de colesterol en sangre y reduciendo el peso si existe obesidad, pues los genes nunca los vamos a modificar. Para ello la dieta debe aportar poco colesterol y grasas saturadas. Son alimentos ricos en colesterol y que por tanto debemos evitar la yema del huevo, las vísceras, sobre todo hígado y sesos, y los mariscos como la langosta y el langostino. Las grasas saturadas, las vamos a encontrar en alimentos como el coco, las margarinas y mantequillas, carnes grasas y sus derivados, sobre todo bacón, tocino, chicharrones, cabeza de jabalí y cerdo, panceta, salchichas, salami y paté, productos lácteos enteros: leche, quesos grasos, mantequilla, nata, helados y bollería industrial (se elabora la mayoría de las veces con aceite de coco y de palma que tienen una gran facilidad para subir el colesterol en sangre, siendo éste uno de los principales factores que ha hecho subir las tasas de colesterol en la población infantil). La ingesta excesiva de alcohol y el habito de fumar, también aumentan los niveles de colesterol a expensas del LDL.


Como alimentos que pueden reducir el colesterol están todos aquellos que contienen un gran porcentaje de fibra, es decir, integrales (pan, galletas, harina, pasta,..), cereales, fruta que puede ser fresca como la naranja, plátano, manzanas y peras, o seca como los albaricoques, pasas o higos y las verduras especialmente el ajo, judías verdes, habas, maíz. También las legumbres en general son buenas para bajar las cifras de colesterol.


Las grasas poliinsaturadas, sobre todo los omega-3 del pescado azul, disminuyen el colesterol sanguíneo, siendo recomendable tomarlo al menos tres veces en semana.


Como en numerosas enfermedades la realización de un ejercicio físico moderado pero con continuidad, tiene unos efectos beneficiosos en el control de la hipercolesterolemia.


Probablemente uno de los suplementos dietéticos que más se consume, es la lecitina de soja, que se puede tomar granulada o en perlas o cápsulas. El reishi y el shitake, son dos setas procedentes de Asia que son también muy eficaces en el control de esta enfermedad. En general, también la mayoría de las plantas hepáticas que conocemos, contribuyen a disminuir el colesterol. Una buena fórmula sería la que se obtiene mezclando las siguientes plantas: hojas de alcachofera (20 gr.), raíz de harpagofito (20 gr.), corteza de naranja amarga (20 gr.), y hojas de menta (10gr.).


Por último, recomendar un suplemento que ha demostrado una eficacia extraordinaria para disminuir el colesterol, como es la levadura de arroz rojo, que posee unos principios activos llamados monacolinas, que son capaces de reducir el colesterol más rebelde, pero eso será tema de otra entrega en este blog….

lunes, 8 de junio de 2009

Anemia




¿Qué es una anemia?

La anemia es aquella situación, en la que la cantidad de hemoglobina se encuentra por debajo de lo normal para la edad y sexo de cada paciente. Se suele acompañar también de una disminución del número de glóbulos rojos, así como de otras alteraciones analíticas, aunque éstas pueden no estar siempre presentes. La hemoglobina es una molécula que se encuentra dentro del glóbulo rojo o hematíe y se encarga de transportar el oxígeno captado en los pulmones hasta las células de nuestro cuerpo que lo necesitan. Por tanto, en una anemia se producirá ante todo una disminución de la capacidad de transporte de oxígeno por parte de la sangre.

¿A qué se deben las anemias?

Las anemias, pueden deberse a tres causas principales:

  • Pérdida excesiva de sangre: Son las hemorragias, que pueden ser agudas en cuyo caso es evidente o crónicas con pérdidas mínimas de sangre pero continuas, como ocurre en las úlceras de estómago, las hemorroides o la menstruación.
  • Destrucción excesiva de glóbulos rojos: Nuestro organismo está en constante renovación. Los glóbulos rojos, nacen en la médula ósea y se destruyen en el bazo. Una excesiva destrucción de éstos, puede conducirnos a una anemia.
  • Producción insuficiente de glóbulos rojos: Por lo general la capacidad de crear nuevos glóbulos rojos, se ve limitada cuando se produce un déficit nutricional, y faltan sustancias tales como el hierro, el ácido fólico o la vitamina B12, entre otros.
    - La anemia por falta de hierro es la más frecuente, pudiendo deberse a su vez a una falta de aporte, menor absorción por falta de secreción gástrica, pérdida de sangre e hierro (por ejemplo menstruaciones más abundantes), o aumento de las necesidades como ocurre en niños, adolescentes, mayores o mujeres embarazadas. La mejor forma de diagnosticarla, es analizando la ferritina (proteína que almacena el hierro) en sangre.
    - La deficiencia de ácido fólico es la falta vitamínica más frecuente en el mundo. Es frecuente en diarreas crónicas, celíacos, embarazadas, alcohólicos o cuando se está en tratamiento con quimioterápicos, antiepilépticos o anticonceptivos orales por ejemplo. En los análisis sanguíneos, aparecen unos glóbulos rojos grandes, así como unos niveles bajos de ácido fólico.
    - La anemia por falta de vitamina B12 se produce sobre todo en situaciones de déficit de secreción gástrica (necesaria para que se absorba la vitamina B12) o falta de aporte como ocurre con los vegetarianos (que también tienen disminuido el aporte de hierro). En las analíticas se detecta bien si aparecen hematíes más grandes de lo normal o cuando se determinan directamente los niveles de vitamina B12 y se observa que están disminuidos.

¿Qué síntomas puede dar una anemia?

Si la anemia es aguda de instauración brusca y de importante cantidad puede incluso aparecer un shock, con taquicardia intensa, pérdida de pulso e hipotensión, aunque esta situación no suele ser la más frecuente. El síntoma más común es la aparición de cansancio junto con palidez de la piel y de las mucosas, pero también se pueden dar otros síntomas como taquicardias, vértigos, cefaleas, mareos, somnolencia, cierta anorexia, sensación nauseosa, disminución del apetito sexual, falta de regla en la mujer, fragilidad de cabello y uñas, etc.

¿Cómo tratar la anemia?

El tratamiento, debe ir enfocado a corregir la causa que produce la anemia y a aportar aquella sustancia de la que nuestro organismo pudiera ser deficitario, por lo que no nos debemos conformar solo con el diagnóstico de anemia, sino que además debemos conocer a que se ha debido mediante un análisis completo de laboratorio.

Tradicionalmente se ha recomendado en la dieta incluir hígado de ternera, no sólo porque es rico en hierro, sino porque también aporta todas las vitaminas del grupo B. En la actualidad, este remedio dietético se puede considerar como totalmente indeseable por la gran abundancia de residuos químicos presentes en éste órgano. Más naturales y por tanto más recomendables son los vegetales de hoja verde como el berro, espinacas, perejil o acelgas, que también nos aportan estos nutrientes. Los moluscos de concha (almejas, berberechos, etc.), son aún más ricos en hierro que las tradicionales legumbres, como las lentejas.

Si la anemia se produce por falta de hierro, habrá que administrarlo, absorbiéndose éste mejor si se asocia a la vitamina C, por lo que se recomienda tomarlo con un zumo de naranja. La dosis de hierro elemental a utilizar es de 30 mg., tres veces al día.

El ácido fólico si se precisara se debería administrar a dosis de 400 microgramos al día, y la vitamina B12, 1 mg. diario.

Las plantas medicinales son también capaces de remontar una anemia, ya que también nos aportan estos elementos nutritivos, como los preparados de alfalfa en comprimidos o la levadura de cerveza tomados con regularidad. Como infusiones podemos preparar genciana y diente de león a partes iguales tomadas tres veces al día o eleuterococo, cola de caballo, ortiga mayor y salicaria también a partes iguales y tomadas tres veces al día.

Las Sales de Schüssler también nos ofrecen posibilidades de tratamiento, empleándose de forma asociada Ferrum phosphoricum 6DH y Calcarea phosphorica 6DH.

En cuanto a la posibilidad de tratar con oligoelementos el que más se ha demostrado eficaz en las anemias seniles por hipoproducción de la médula ósea, es la asociación de Cobre-Oro-Plata con Manganeso-Cobalto.

domingo, 7 de junio de 2009

Diabetes


La diabetes mellitus (DM) es una enfermedad crónica en la que se produce una elevación de los niveles de glucosa en sangre como consecuencia de un defecto en la secreción o en la acción de la insulina, o por una combinación de ambos. Afecta al 6 % de la población, con un incremento notable de su presencia en relación con la edad. La presenta un 10-15 % de la población mayor de 65 años y hasta un 20 % de edad si la edad a la que se delimita es a partir de los 80 años. Además, se espera un preocupante repunte para los próximos años, de tal manera que la OMS prevé un incremento de las tasas a nivel mundial superiores a un 120 % de los 145 millones de diabéticos que se estima existen en la actualidad. Factores negativos como el sobrepeso, falta de ejercicio, ingesta abusiva de azucares,..., están contribuyendo a que la incidencia de DM tipo 2, más propia del adulto, esté aumentando incluso en la población infantil.

Estas cifras, aunque inquietantes no son tan importantes en comparación con el hecho de que la mitad de la población mundial con diabetes, desconoce que la padece a pesar de suponer la cuarta causa de muerte en los países desarrollados. La diabetes aumenta el riesgo de enfermedad cardiaca entre 2 y 5 veces y es la principal causa de ceguera y alteraciones visuales entre los adultos de los países desarrollados y la más común de amputación no causada por accidente.

¿Cuáles son sus síntomas?

Coloquialmente se la denomina la enfermedad de las tres P, por las iniciales de sus principales síntomas: poliuria (micciones frecuentes y abundantes), polidipsia (sed intensa) y polifagia (aumento de apetito), todos ellos consecuencia de la hiperglucemia. Otros síntomas que pueden aparecer son pérdida de peso, visión borrosa e infecciones recurrentes, aunque en la mayor parte de los casos, especialmente en la diabetes tipo 2, el paciente se encuentra asintomático.

¿Existen distintos tipos de diabetes?


  • La DM tipo 1 o insulinodependiente, suele aparecer en la infancia, y en ella, el páncreas no produce prácticamente insulina porque las células productoras de insulina, han sido destruidas. Afecta al 5-10 % de todos los casos diagnosticados de DM.
  • En la DM tipo 2 o no insulinodependiente, lo que ocurre es que el páncreas cada vez segrega menos insulina, no produciendo la suficiente cantidad para los requerimientos orgánicos. Por lo general se controla al principio con dieta y ejercicio, aunque posteriormente puede necesitar de la toma de fármacos (antidiabéticos orales), e incluso en una última etapa también de insulina.
  • Existen también una diabetes gestacional o del embarazo y otros tipos de alteraciones del metabolismo de la glucosa como la glucemia basal alterada y la intolerancia a la glucosa. El 5’4 % de las mujeres que han sufrido una diabetes gestacional, desarrollan una diabetes mellitus tipo 2 en el plazo de 1 año aumentando este porcentaje hasta el 50 % cuando se valoran a estas mujeres en el plazo de 5 años.

¿Cuáles son sus causas?

La DM tipo 1, tiene en muchos casos un origen desconocido, aunque parecen intervenir factores hereditarios, de tipo autoinmune y ambientales, pudiendo actuarse sobre estos últimos de forma preventiva, por lo que es importante conocerlos como son las infecciones microbianas (sobre todo picornavirus, como el virus Coxsackie B4, aunque también parotiditis, rubéola, citomegalovirus, etc.), y las debidas a agentes químicos, como estreptozotocina, aloxano, veneno Vacor (ratas), inhalación materna de compuestos N-nitrosos para curar la carne, introducción temprana de la leche de vaca, ingestión en la infancia de cantidades de leche de vaca superiores a 500 cc., etc.

La DM tipo 2, parece deberse a factores genéticos y a factores ambientales como son la edad, obesidad, dietas ricas en grasas saturadas y azucares y sedentarismo.

¿Cómo se diagnostica?

Podemos decir que nos encontramos ante una diabetes si los niveles de glucosa en sangre son mayor o iguales a 126 mg/dl y se repite en una segunda determinación (ésta no es necesaria si existen síntomas típicos de diabetes y la glucemia al azar es mayor o igual a 200 mg/dl). También si la glucemia es mayor o igual a 200 mg/dl, a las dos horas de haber sometido a una persona ala prueba de sobrecarga oral de glucosa, que debe realizarse en personas con glucemias en ayunas entre 110-125 mg/dl.

La más frecuente de las complicaciones agudas es la hipoglucemia, con aparición de síntomas como temblor, nerviosismo, sudoración, angustia, taquicardia, hambre e irritabilidad, pero también se pueden dar situaciones de cetoacidosis diabética y coma hiperosmolar. Entre las complicaciones crónicas, encontramos la retinopatía diabética, nefropatía diabética, neuropatía diabética, ulceras en el pie diabético, y complicaciones vasculares en general: arteriosclerosis, infarto de miocardio, ACVA,....

La DM2, puede ser asintomática durante muchos años, por lo que son muchos los pacientes que en el momento del diagnóstico ya presentan complicaciones, o se diagnostican al acudir a su médico para consultar alguna de estas complicaciones por lo que se aconseja un diagnóstico precoz de la DM. Actualmente se recomienda un cribado en mujeres embarazadas, pacientes mayores de 45 años o con factores de riesgo para la DM2 (obesos, historia familiar de diabetes en pariente de primer grado, etnias de alto riesgo, diabetes gestacional, aumento de colesterol o triglicéridos, hipertensión arterial, alteraciones de la glucemia basal o intolerancia a la glucosa).

¿Cual es su tratamiento?

En la diabetes debe plantearse un tratamiento integral, que incluya además del control glucémico, la corrección de los restantes factores de riesgo cardiovascular, tales como la obesidad, tabaquismo, hiperlipidemia e hipertensión arterial.

El pilar fundamental del control glucémico es la dieta que según el caso podrá precisar además de antidiabéticos orales y/o insulina. Debe ser rica en hidratos de carbono, pues permite un mejor control y disminuye el colesterol LDL. El aporte de proteínas no se debe modificar, a no ser que existan problemas renales. Las grasas se deben disminuir y mejorar su calidad. Se aconseja consumir, con moderación, frutas y vegetales que aportan, además fibra soluble. La obesidad aumenta la necesidad que el cuerpo tiene de insulina porque la comida extra contribuye a aumentar la cantidad de glucosa en el cuerpo, con lo que se hace más difícil de controlar la diabetes y aumenta el riesgo de complicaciones, por lo que se debe evitar.

En un régimen dietético equilibrado no es necesario un aporte extra vitamínico-mineral, salvo que exista un déficit. El potasio es necesario cuando se producen pérdidas por tratamiento diurético y restricción dietética en caso de insuficiencia renal o tratamiento farmacológico. La vitamina E disminuye el riesgo cardiovascular al disminuir la LDL oxidada y los depósitos de grasas en las arterias, aunque no hay evidencia de que su suplemento beneficie a pacientes sin déficit. Dos carotenoides, el betacaroteno y el licopeno, protegen frente a la diabetes y sus complicaciones. Los antioxidantes en general protegen contra la diabetes, particularmente la superóxido dismutasa. El resveratrol, ejerce un efecto positivo sobre el riesgo cardiovascular en la diabetes tipo 2. Por otro lado, la ingesta de ácidos grasos omega 3, se relaciona con un menor riesgo de DM1 y el aumento del consumo de bebidas azucaradas y con fructosa con un mayor riesgo de DM2.

La administración de 1 g al día de ácido ascórbico reduce la glucosilación en suero de las proteínas en un 46’8%, que es uno de los principales mecanismos por el que los diabéticos desarrollan daños orgánicos de los que se derivan complicaciones tales como nefropatías, retinopatías y neuropatías.

El cromo es un elemento fundamental en la tolerancia a la glucosa. El suplemento con cloruro de cromo (200 microgramos al día), o de levadura de cerveza enriquecida en cromo (9 gramos al día), reduce los niveles de glucosa en ayunas, mejora la tolerancia a la glucosa, disminuye los niveles de insulina y reduce los niveles de colesterol total y triglicéridos, a la vez que aumenta los de HDL colesterol. Este efecto es más marcado cuando se administra el cromo con vitamina B3 en dosis de 100 mg/día.

El zinc forma parte de la molécula de insulina. En la diabetes existe una excreción urinaria de zinc aumentada. En animales de laboratorio, la administración de zinc oral, retardó y en algunos casos previno de la aparición de esta enfermedad. En las personas que tienen un consumo dietético de zinc más bajo, se observa un aumento del riesgo de enfermedades coronarias y de diabetes, así como de otros factores de riesgo asociados, como hipertensión, hipertrigliceridemia y aumento de la resistencia a la insulina. Además protege a las células beta del páncreas de los radicales libres que pueden originar su destrucción. Tiene además per se una acción hipoglucemiante. La suplementación con zinc oral, es útil en el tratamiento de las complicaciones en el paciente diabético, especialmente la neuropatía periférica.

El níquel es un gran regulador del metabolismo del páncreas, pudiendo ser empleado tanto en situaciones de hiperglucemias como de hipoglucemias. El efecto hiperglucemiante, es sin embargo observado cuando se utilizan altas dosis de este oligoelemento. Además ejerce una acción preventiva y protectora de la hiperglucemia en animales de experimentación cuando se les intenta inducir una diabetes mediante la ingestión de sustancias tóxicas. Este ultimo efecto, también se ha observado con el cobalto. Además se está ensayando la posibilidad de conseguir moléculas de cobalto-insulina, con el fin de conseguir imitar el modelo fisiológico de la secreción de insulina y minimizar las complicaciones de la DM.

Menètrier utilizó de forma empírica el zinc, el níquel y el cobalto, en el tratamiento de la diabetes. Hoy en día conocemos desde un punto de vista científico y racional el efecto de estos minerales sobre el metabolismo de la glucosa. Tanto el níquel como el cobalto, tienen una acción de mostrada por sí solos como hipoglucemiantes. El zinc, forma parte además de la molécula de insulina. Es lógico plantearse por tanto, la utilización de estos tres oligoelementos de forma conjunta en el tratamiento de la DM.

Otros minerales en forma de sales, sobre los cuales se está realizando hoy en día una importante investigación, ya que podrían convertirse en sustitutos de la insulina, son el vanadio, wolframio y especialmente el tungsteno. El alfa-galactosilceramida es un compuesto obtenido de esponjas marinas que previene la aparición de DM1 en ratas.

Son también numerosas las plantas medicinales que pueden emplearse para el tratamiento de la diabetes. El grupo más importante de medicamentos antidiabéticos orales, el de las biguanidas, derivan de la galegina o guanidina procedente de una leguminosa, la Galega officinalis o ruda cabruna, utilizada durante siglos para controlar la diabetes. Pero no es la única planta que podemos utilizar con ese fin, pues existen otras que ayudan a normalizar los niveles de glucosa como la opuntia o nopal, el copalchi, la alholva o fenogreco o el glucomanano, que siempre deben emplearse junto con unas adecuadas medidas dietéticas y un control riguroso de los niveles de glucosa para evitar complicaciones.

Flatulencia o meteorismo



Los gases, están presentes en el aparto digestivo de cualquier persona en condiciones normales, procedentes de la deglución, bien de forma inconsciente con los alimentos especialmente si comemos deprisa, al masticar chicles o beber bebidas gaseosas por ejemplo o de forma consciente que es lo que denominamos aerofagia. Además debemos sumar los que se forman en el interior de nuestro tracto digestivo, durante el proceso de la digestión, pudiendo producirse hasta 1’5 litros de gases al día, que usualmente se eliminan por el recto en forma de ventosidades, siendo normal eliminar entre 14 a 23 al día, que cuando son excesivas denominamos flatulencia.



Su composición es muy variada, encontrándose anhídrido carbónico, nitrógeno, oxígeno, hidrógeno y algunas veces metano. El mal olor que pueden tener al expulsarlos se debe a que algunas bacterias presentes en el intestino grueso producen gases que contienen azufre, que da un olor a huevos podridos.


Con los eructos, se pueden eliminar parte de los gases que se han acumulado en el estómago. El resto pasa al intestino delgado en donde son parcialmente absorbidos y otros forman burbujas que se van desplazando con los movimientos intestinales llegando al recto para ser expulsados. A veces, estos gases producen unos ruidos llamados borborigmos.



El que unas personas presenten más o menos cantidad de gases se debe fundamentalmente a la presencia de determinadas cepas y cantidades de bacterias que forman parte de la flora intestinal y a la alimentación y de todos es conocido que hay alimentos que generan más gases que otros.



Algunos alimentos causan más gases que otros: la proteínas y las grasas producen pocos gases, pero en cambio, los hidratos de carbono y los azúcares producen muchos gases. La mayoría de los cereales, que contienen grandes cantidades de hidratos de carbono producen gases cuando son digeridos, con la única excepción del arroz. La lactosa, azúcar presente en la leche, es un azúcar que requiere de una enzima, llamada lactasa para su digestión. Algunos niños tienen poca lactasa en su aparato digestivo y la lactosa sin digerir puede fermentar en el intestino grueso produciendo gases. Otros azúcares como la fructosa,o el sorbitol presentes en los productos sin azúcar, también pueden producir gases. La fibras, que forman parte de muchos alimentos, pasan intactas a través del intestino delgado. Las fibras insolubles tampoco son atacadas en el intestino grueso y facilitan el tránsito y la consistencia de las heces. Las fibras solubles, por el contrario, son digeridas en el intestino grueso, produciendo gases.


Los síntomas pueden ser muy variados pero sobre todo quienes padecen de estos molestos gases, se quejan de sensación de hinchazón de abdomen, eructos, flatulencia y dolores intestinales.


Los eructos se deben a la eliminación de los gases que tragamos al ingerir los alimentos y quedan en el estómago, aunque algunas personas pueden tener aumentada su expulsión como les ocurre a quienes padecen reflujo gastroesofágico.


El dolor a veces puede ser muy intenso y puede simular desde un dolor por infarto hasta un dolor típico de una apendicitis o de cálculos en la vesícula biliar.


Aunque de todos es conocido como ciertos alimentos generan más gases que otros, también existe una susceptibilidad individual que hace que alimentos que a unas personas no le producen gases, a otras sí, por lo que en muchos casos habrá que basarse en la experimentación y observación. En general se deberán evitar todos aquellos alimentos que generan flatulencia como las legumbres, lechuga, coliflor, pasta, etc.



Existen medicamentos que pueden disminuir los gases intestinales, pero existen numerosas sustancias naturales que pueden cumplir perfectamente ese efecto siendo de todos conocido como actúan en este sentido plantas medicinales como el anís verde, el comino, la alcaravea o el hinojo. Otro remedio también muy efectivo son los comprimidos de carbón activo o carbón vegetal tomados antes de las comidas. Además se deberán evitar aquellos hábitos que hacen que traguemos aire, como el comer deprisa o mascar chicle y caramelos.


Por último cabe la posibilidad de aliviarlos empleando sales de Schüssler, para lo que emplearemos asociadas Calcarea phosphorica 6DH, Natrum phosphoricum 6DH y Natrum sulphuricum 6DH.

El sistema inmune: Orígen de numerosas enfermedades


Nuestro organismo, está constantemente expuesto a la agresión de microorganismos (virus, bacterias, hongos,..), así como de sustancias extrañas, que pueden provocarnos una enfermedad. Sin embargo disponemos de unos mecanismos de defensa que impiden que nuestro cuerpo sea atacado por estos agentes, que conforman, lo que llamamos sistema inmunitario, compuesto por una red de células, tejidos, órganos y proteínas que colaboran entre sí para protegernos.


El sistema inmunológico, nos ofrece protección mediante una estrategia de distintas defensas cada vez más compleja: las barreras físicas, el sistema inmune innato, y la inmunidad adaptativa.
La primera línea de defensa la conforman las barreras físicas, como es la piel, pero también la tos o el estornudo, con los que expulsamos agentes extraños, el lagrimeo que hace que se mantenga limpio el ojo, el flujo de orina que impide la ascensión de gérmenes a las vías urinarias, la secreción mucosa de nuestro aparato respiratorio y digestivo, las enzimas presentes en algunas secreciones o la flora bacteriana intestinal.


Si un agente patógeno traspasa estas primeras barreras, el sistema inmunológico innato ofrece una respuesta inmediata, pero no específica. Los sistemas inmunológicos innatos se encuentran en todas las plantas y animales y no ofrecen una inmunidad duradera. Este tipo de respuesta puede estar mediada por determinadas sustancias que se liberan o por células, recibiendo el nombre de inmunidad humoral o celular respectivamente. Dentro de las barreras humorales y químicas encontramos sustancias tales como las prostaglandinas, los leucotrienos, eicosanoides y sistema del complemento. Las células encargadas de la respuesta celular, son los leucocitos, entre los que encontramos fagocitos (macrófagos, neutrófilos y células dendríticas), mastocitos, eosinófilos, basófilos y células asesinas naturales.


Por último, si los agentes patógenos evaden la respuesta innata, los vertebrados poseemos una tercera capa de protección, que es el sistema inmunológico adaptativo. Aquí el sistema inmunológico adapta su respuesta durante la infección para mejorar el reconocimiento del agente agresor. La información sobre esta respuesta mejorada se conserva aún después de que el agente patógeno es eliminado, bajo la forma de memoria inmunológica, y permite que el sistema inmune adaptativo desencadene ataques más rápidos y más fuertes si en el futuro el sistema inmune detecta este tipo de patógeno. Esta respuesta es específica, es decir, para cada sustancia extraña que pretende invadirnos o antígeno, fabricamos una sustancia contra él y solo para él, que denominamos anticuerpo, denominadas también inmunoglobulinas. En este tipo de respuesta intervienen otro tipo de leucocitos, los linfocitos, siendo los linfocitos B y T los más importantes.


Todas estas células y sustancias se encuentran ampliamente distribuidas en nuestro organismo, pero se almacenan o producen en determinadas regiones de nuestro cuerpo conocidas como órganos linfoides: timo, bazo, médula ósea y ganglios linfáticos, éstos últimos interconectados por una red de canales o vasos linfáticos por donde circulan los leucocitos además de por la sangre.


Este sistema de defensa y protección así conformado, no solo nos ofrece una protección frente a patógenos externos sino que se encarga también de vigilar que nuestro organismo funcione correctamente y es capaz de detectar anomalías y comportamientos celulares alterados, corrigiéndolos por lo que cuando falla pueden aparecer numerosas enfermedades como trastornos por inmunodeficiencia, enfermedades autoinmunes, alergias o incluso cáncer.


Las inmunodeficiencias pueden ser de origen genético o adquirido y aparecen cuando alguno de los sistemas descritos anteriormente se encuentran inactivos, haciéndonos más propensos a las infecciones. Nuestro sistema inmunológico también muestra una respuesta reducida en ciertos momentos de la vida como son la infancia mientras madura, y va decreciendo a partir de los 50 años.


Entre las causas que pueden mermar la capacidad de respuesta del sistema inmune, están ciertas infecciones (como la del VIH), quemaduras, la malnutrición, los desórdenes alimenticios, la obesidad, el estrés, y el abuso de drogas, donde quedan incluidos muchos fármacos.


Los trastornos autoinmunes, se desarrollan cuando el sistema inmune destruye los tejidos normales del cuerpo, lo cual es causado por una reacción de hipersensibilidad similar a las alergias, en donde el sistema inmune reacciona a una sustancia que, normalmente, ignoraría, ya que reconoce como extrañas estructuras propias del cuerpo. En las alergias, el sistema inmune reacciona a una sustancia externa que normalmente sería inofensiva y con los trastornos autoinmunes, el sistema inmune reacciona a los tejidos corporales normales propios. Ejemplos de enfermedades autoinmunes, son la artritis reumatoide, la diabetes tipo I o el lupus, esclerosis múltiple, psoriasis, vitíligo, colitis ulcerosa, enfermedades tiroideas y un largo etcétera.


Entre las causas que pueden llevarnos a padecer una enfermedad autoinmune, además de la predisposición genética están la infección por algunos microorganismos y el empleo de ciertos fármacos, pero el aumento de enfermedades autoinmunes que se está observando en los países occidentales, a diferencia de lo que ocurre en países tropicales donde se mantienen tasas altas de enfermedades infecciosas, puede tener una causa clara: el exceso de vacunación y el ambiente excesivamente estéril en el que vivimos por el uso masivo de antibióticos y de sustancias que destruyen cualquier tipo de gérmenes tanto en los alimentos, como en nuestras casas o espacio donde trabajamos, que hace que nuestro sistema inmunitario se encuentre falto de entrenamiento y “distraído” al no tener que trabajar y al final, termina cometiendo estos errores. También es posible que ciertas sustancias como los aditivos de los alimentos, del agua, insecticidas, pesticidas, contaminantes del aire, etc..., acumuladas en el cuerpo, alteren entre otras cosas la propia composición corporal, pudiendo llegar el momento en que el cuerpo no reconozca como propios estos nuevos "compuestos" formados y los agreda.


Las alergias aparecen cuando nuestro sistema inmune reacciona de una forma desproporcionada y por encima de lo normal, ante una determinada sustancia extraña a nuestro cuerpo lo que provoca un daño en nuestro propio organismo y dependiendo del órgano afectado, aparecerán distintos síntomas, en forma de asma, eccemas, diarreas, rinoconjuntivitis, pudiendo ser a veces tan intensa que puede provocar la muerte de quien la sufre por shock anafiláctico.


Constituyen también otra de las patologías que se encuentran en aumento en nuestra sociedad. Solo tenemos que volver la vista atrás y analizar el número de compañeros que teníamos cuando íbamos al colegio y eran alérgicos, y los que encontramos hoy en día en todas las aulas de los colegios, con alergias a cada vez más sustancias y a veces a cual más extraña.


Parece que la causa de este aumento de incidencia tanto en variedad como en gravedad, no es que los pólenes (o cualquier otra sustancia), causantes de la mayor parte de las alergias hayan aumentado o se hayan vuelto más agresivos, sino que existen multitud de sustancias químicas contaminantes que constantemente estamos lanzando a la atmósfera y que interferirían con la respuesta que ofrecería nuestro sistema inmune, siendo especialmente dañinas ciertas partículas que se liberan en la combustión de los motores diesel. Así por ejemplo, existen mayor número de alérgicos al polen de ciertas plantas y con síntomas más graves en las ciudades, donde existen menores concentraciones polínicas, que en el campo, donde por el contrario estas concentraciones son mayores y por tanto cabría esperar una mayor respuesta alérgica.


Otro de los cometidos importantes de nuestro sistema inmunológico, es la de identificar y eliminar células tumorales, gracias a los linfocitos T asesinos y evitar así que desarrollemos una de las enfermedades más temidas por todos: el cáncer. Por tanto cuando estamos ante una situación de bloqueo o de disminución de respuesta de nuestro sistema inmunitario, nos hacemos más propensos a que no demos una adecuada respuesta ante la aparición de una célula o un grupo de ellas que comienzan a comportarse anómalamente y éstas terminan por proliferar sin trabas y desarrollar un tumor.


Una de las paradojas con las que nos encontramos es ver como desde la medicina oficial se trata con quimioterapia y radioterapia el cáncer, pues se confía mucho más en la acción curativa de estas técnicas que en el propio sistema inmunitario del paciente. Sin embargo, independientemente de si un paciente se somete a alguna de estas terapias es fundamental e indispensable aplicar al paciente un tratamiento inmunoestimulante pues no solo contribuirá a que él mismo pueda hacer frente al tumor sino que además conseguirá que pueda sobrellevar con más garantías de éxito estos tratamientos minimizándose los importantes efectos secundarios que aparecen tanto con la quimioterapia como con la radioterapia.


Entre las causas que explicarían por qué está aumentando la frecuencia e incidencia de aparición de numerosos tumores, pues hay numerosas sustancias químicas inmunodepresoras que constantemente son eliminadas al medio ambiente. Pero además hay que destacar también como carcinógeno, un factor considerado como uno de las grandes epidemias de este siglo que comenzamos a vivir: el estrés y la ansiedad, que son capaces de mermar nuestra respuesta inmune hasta límites insospechados. Emociones negativas como la ira, la rabia, el estrés o la depresión deprimen al sistema inmunológico y emociones opuestas como el optimismo, la alegría o la calma, tienen un efecto opuesto, ya que potencian al sistema inmune en sus funciones.


Esta importante acción de nuestro sistema inmunológico explicaría también como las radiaciones ionizantes son capaces también de provocar un cáncer, a través de la alteración de la respuesta de nuestro sistema inmunológico.


La importancia del sistema inmune en la prevención de la aparición del cáncer, es tal, que las personas sometidas a tratamientos inmunosupresores, como los que se utilizan en las enfermedades autoinmunes o para evitar los rechazos en los transplantes, tienen 100 veces más probabilidades que el resto de la población general para producir un tumor.


También podemos influir con la dieta en esta respuesta inmune e independientemente de si un alimento es cancerígeno o no, éstos pueden provocar una disminución de esa respuesta y favorecer la aparición de un tumor. Tal es el caso del consumo excesivo de bebidas alcohólicas, grasas saturadas, azúcares y sal, tan abundantes cada día más en nuestras dietas. Por el contario, también podemos ayudar a nuestro sistema inmune con la dieta, pues hay numerosos alimentos con propiedades inmunoestimulantes como el ajo, los alimentos ricos en vitamina C y bioflavonoides (naranjas, limones, pomelos,…), el magnesio (frutos secos, legumbres, cereales y germinados) o el zinc (frutos secos y sésamo).

Cuidado de la piel en verano




Llega el buen tiempo, y con la llegada del calor, empezamos a usar ropas más cortas dejando que nuestro cuerpo se exponga a los rayos del sol y así mostrar una piel bonita y bronceada, que seguro habremos conseguido tomando el sol, y que en nuestra sociedad sigue siendo un sinónimo equivocado de salud.


Sin embargo, el sol, fuente de salud y de vida, que desde antaño ha servido para tratar numerosas dolencias como tuberculosis, raquitismo, psoriasis, la depresión y un largo etcétera, se ha convertido en los últimos años en el elemento ambiental capaz de causar cáncer más importante que conocemos. Este hecho no se debe realmente al sol, sino a factores ajenos a éste como las emisiones de gases contaminantes que han destruido parte de la capa de ozono encargada de filtrar determinadas radiaciones, permitiendo así que penetren ciertos rayos que pueden convertirse en dañinos para la piel, como son los rayos ultravioletas A (UVA) responsables del envejecimiento de la piel y de la aparición de cánceres como los epiteliomas y los melanomas (producidos por el sol entre un 60 y 90% de los casos, y más agresivos que los epiteliomas). Los rayos ultravioleta B (UVB), son los causantes de eritemas y del bronceado de la piel.


Para evitar el daño de estas radiaciones, debemos recordar que el 80 por ciento de la exposición solar que recibimos a lo largo de la vida se produce en los primeros 18 años y sus efectos se acumulan, ya que la piel tiene memoria solar, lo que podría generar problemas cutáneos en la edad adulta, que estamos expuestos al sol, en mayor o menor medida, durante todo el año, no sólo en verano y que cada piel reacciona de una forma distinta, siendo las más sensibles, las claras, por lo que es imprescindible cuidar sobre todo la piel de nuestros menores.


También debemos tener en cuenta una serie de pautas imprescindibles para evitar los efectos nocivos del sol: se debe usar una crema con fotoprotector con un factor mínimo de 15 o superior (para los niños más de 30), ser resistente al agua y proteger de los rayos tanto de los UVA como de los UVB; aplicar el filtro solar en casa, treinta minutos antes de salir y exponernos al sol, de forma generosa y uniforme por todo el cuerpo, y reaplicar cada dos horas, e incluso más a menudo si nos bañamos o sudamos, y aunque la piel esté bronceada, o el día nublado (las radiaciones UV, traspasan las nubes) el fotoprotector es igualmente necesario. La crema de protección solar, debe tener un factor de protección muy alto al inicio de la exposición que se podrá ir rebajando conforme van pasando las semanas. Tampoco se debe olvidar aplicar en la sombra porque se recibe radiación ultravioleta indirecta, ya que la superficie de la arena actúa como un espejo que hace que reboten este tipo de radiaciones que terminan por penetrar desde las zonas soleadas a las sombreadas. Hay que procurar no exponerse al sol en las horas más nocivas, desde las 12 a 16 horas, mantener a los niños a la sombra y cubrirlos con ropa oscura. Mientras estemos expuestos al sol se deben evitar las pulverizaciones con sprays de agua, pues aunque nos dan sensación de frescor, sus minúsculas gotas actúan como lupas magnificando la acción de estas radiaciones. Debemos saber que hay algunos perfumes y fármacos que provocan una mayor sensibilidad al sol como algunos antiinflamatorios, diuréticos, antiarritmicos, antidiabéticos, antibióticos y cremas para el acné y las arrugas.


El sol, no solo nos puede hacer daño en la piel, sino también en los ojos por lo que debemos utilizar una gorra con el ala lo más ancha posible que también nos protegerá la cara y unas gafas de sol con cristales que absorban las radiaciones ultravioletas, pues se pueden producir cataratas a edades tempranas.


Si nos hemos excedido a la hora de tomar el sol, podemos aplicarnos una loción para después del sol o aftersun, con lo que conseguiremos hidratar, refrescar, evitar la inflamación, cicatrizar y regenerar la piel. Además deberemos beber agua y líquidos para evitar la deshidratación en general y en especial de la piel.

Tratamiento natural del insomnio


El insomnio es el trastorno más común de los que afectan al sueño pues las cifras nos desvelan que más de 15 millones de españoles lo ha padecido en algún momento de su vida y en el transcurso de un año, hasta un 30% de la población sufre insomnio. Es más frecuente en mujeres y adultos, y raro antes de esa edad, aunque últimamente se está apreciando un inquietante aumento entre jóvenes de 17 y 20 años.


En el insomnio, se produce una dificultad o incapacidad para dormir, bien sea a la hora de iniciar el sueño (insomnio predormicional), después de haberse dormido con despertar intermitente durante la noche (insomnio dormicional) o cuando se produce un despertar precoz (insomnio postdormicional), en definitiva, la persona que lo padece tiene una sensación subjetiva de no poder dormir cuanto o cuando se desea.

¿A qué se debe el insomnio?

El insomnio puede estar provocado por causas muy diversas como los efectos secundarios de algunos medicamentos, exceso de preocupaciones, hábitos irregulares del sueño, consumo de sustancias estimulantes como el café, el té, o las bebidas con cola, enfermedades que producen dolor como una artrosis, etc.

Además, el insomnio puedes ser también un síntoma de algunas enfermedades tanto psiquiátricas como no psiquiátricas, como depresiones, hipo o hipertiroidismo, anemia…

¿Cuanto debemos dormir?

No existe un número fijo de horas para dormir, y cada persona necesita un número de horas distinto para dormir y encontrarse al día siguiente perfectamente descansado. Además, esas horas varían según la edad de éste, y así, cuando nacemos pasamos la mayor parte de nuestro tiempo durmiendo, y así un niño de un mes duerme unas 20 horas al día. Al año de edad, la cifra se reduce a 14 horas diarias, para ir disminuyendo cada vez más paulatinamente hasta los 25 años en que se necesitan 8 horas diarias, y ya a los 60, bastan 7 horas. Sin embargo en las personas mayores de 60 a 70 años, se da también un mayor tiempo de latencia antes de dormirse, de despertares frecuentes y de menos profundidad del sueño, y hay que estar especialmente alerta ante el insomnio, ya que agrava la depresión de los ancianos.

Existen otros factores que influyen en la duración del sueño, como la temperatura ambiente, el sexo (la mujer tiene un sueño más superficial por lo que necesita dormir más tiempo), la actividad física y la actividad mental, la alimentación, etc.

¿Qué otros síntomas pueden aparecer asociados?

La persona que padece insomnio, puede presentar muy distintos síntomas durante el día además de los que presenta durante la noche. Entre ellos, nos podemos encontrar cansancio diurno, microsueños durante el día que pueden ocasionar problemas de relación, de rendimiento en el trabajo y accidentes de tráfico entre otros, malhumor, disminución de las capacidades de concentración y de memoria, mayor tendencia a desórdenes de tipo nervioso, mayor predisposición a las infecciones, etc.

¿Cómo lo podemos resolver?

Si existe una causa objetivable que dé como síntoma asociado el sueño, el tratamiento irá encaminado a resolver el agente etiológico (asma, dolores, prurito, hipertiroidismo,...), pero por lo general nos encontramos en consulta con un insomnio de tipo idiopático o que persiste a pesar de haber erradicado el agente causal.

Los medicamentos empleados para el tratamiento del insomnio son las benzodiacepinas de las que existen tres tipos las de acción corta, intermedia o larga dependiendo del tiempo que están haciendo efecto en nuestro organismo. A pesar de que solo están indicadas en el insomnio de corta duración y que no deberían emplearse más allá de tres semanas consecutivas, la realidad es otra y prácticamente todos conocemos a alguna persona que lleva años tomándolas. Estos medicamentos producen habituación y dependencia y en aquellas personas en las que a pesar de su uso siguen padeciendo insomnio su retirada gradual o mejora el sueño o al menos no lo empeora. El problema estriba en que existe como consecuencia de esa dependencia, un insomnio de rebote al retirarlos que es pasajero pero que hace al paciente volver a tomar rápidamente el fármaco por miedo a no dormir.

Existen remedios naturales tan eficaces como los fármacos que combinados con un buen apoyo psicológico en caso necesario, nos pueden ayudar a conciliar el sueño de una forma más natural.
Entre estos remedios naturales están la pasiflora y la valeriana especialmente, aunque a veces conviene combinarlas con otras plantas con efectos tranquilizantes y relajantes como la tila, el azahar o la lavanda por citar algunas. Además, con este tipo de remedios se evitan los efectos secundarios que originan algunos fármacos como por ejemplo la somnolencia al despertarse o la dependencia, pero veámoslos más detenidamente:
  • Valeriana (Valeriana officinalis): Los ácidos valéricos y los valepotriatos han demostrado un efecto directo sedativo además de interaccionar con el GABA, reduciendo el tiempo de latencia del sueño y mejorando la calidad del mismo, al unirse a os mismos receptores que el diazepam y otras benzodiacepinas.
  • Lechuga (Lactuca sativa): La lactucina, uno de los principios activos e la lechuga favorece el sueño, especialmente si tomamos la lechuga en infusión mejor que en ensalada con lo que además evitaremos posibles problemas con los gases.
  • Pasiflora (Passiflora incarnata): Los alcaloides y flavonoides que posee son los responsables de los efectos sobre el sueño, restaurándolo de forma progresiva y gradual. Muy útil cuando el trastorno del sueño que se padece, son los despertares nocturnos frecuentes o insomnio de mantenimiento.
  • Melisa (Melissa officinalis): Además del efecto sedante posee un efecto ligeramente narcótico.
  • Tila (Tilia platyphylos): En el aceite esencial, encontramos parmesol que es un buen sedante y espasmolítico, por lo que se indica y utiliza en casos de nerviosismo, ansiedad e insomnio.
  • Lúpulo (Humulus lupulus): Además de utilizarse para dar el sabor amargo a la cerveza, el lúpulo tiene un efecto sedante suave y aunque no existen ensayos clínicos en esta afección la experiencia nos dice que es efectiva en el insomnio, combinándola con otras plantas relajantes.
  • Amapola de California (Eschscholtzia californica): Muy útil cuando lo que se presenta es un insomnio de conciliación o insomnio inicial.
  • Otras plantas útiles en el insomnio son el limón, la menta, el espliego o la lavanda

Debe tenerse también en cuenta que ciertos déficits nutricionales pueden producir insomnio como síntoma por lo que la administración de estos nutrientes en forma de suplementos o su inclusión a través de la dieta pueden solucionarlo. Entre éstos están:

  • Niacina o Vitamina B3: La dosis adecuada como suplemento es de 100 mg al día. La encontramos sobre todo en los cereales y especialmente en el arroz, pero también en carnes rojas y de aves, vísceras, levadura de cerveza, huevo, pescado, queso, frutos secos (sobre todo el cacahuete), legumbres y alcachofas.
  • Vitamina B6 o Piridoxina: La dosis en este caso es de 50 mg al día. Se encuentra en la levadura de cerveza, pescado, legumbres, ciruela, uvas pasas, soja, frutos secos, cereales enteros y leche.
  • Magnesio: Se encuentra sobre todo en verduras de hoja verde oscura, cereales, frutos secos, legumbres y germinados en general. Su dosis para combatir el insomnio es de 250 mg al día.
  • Triptófano: Es un aminoácido esencial, precursor de la biosíntesis de serotonina, que se encuentra en huevos, leche y cereales integrales, precursor de la biosíntesis de serotonina, un neurotransmisor cerebral o mensajero químico que favorece la relajación y que ejerce una influencia sobre el sueño, el estado de ánimo y las emociones. La dosis a emplear sería de 3 a 5 gr al día. Las semillas de Griffonia simplicifolia han demostrado ser muy ricas en 5-hidroxitriptófano (5-HTP), una sustancia intermedia en la conversión del triptófano en serotonina, por lo que se utiliza en herbodietética con estos fines.

Hay elementos que son fundamentales a la hora de mantener el sueño, especialmente en aquellas personas aquejadas de trastornos del mismo, y que van encaminadas a disminuir la ansiedad del paciente ante el problema y a instaurar hábitos de sueño regulares como son:

  • Tener un horario regular para levantarse y para acostarse.
  • El dormitorio debe estar aislado de la luz y de sonidos exteriores. Si por la temperatura ambiente hay que abrir la ventana, el aire es mejor dirigirlo al costado o a los pies, nunca a la cabeza. Orientar la cabecera de la cama hacia el Norte geográfico se ha mostrado eficaz también para facilitar el sueño, ya que se aprovecha mejor el campo magnético terrestre. La almohada debe ser lo suficientemente elevada para permitir que al apoyar la cabeza de lado, quede alineada con el resto de la columna vertebral, siendo esta postura la más apropiada para el sueño.
  • Evitar leer o permanecer en la cama si el sueño no ocurre antes de 30 minutos.
  • Hacer ejercicio físico de forma regular, preferiblemente dos horas antes de acostarse.
  • Evitar hacer cenas copiosas, inmediatamente antes de acostarse.
  • Disminuir el uso de hipnóticos y de alcohol.
  • Evitar el consumo de sustancias excitantes del sistema nervioso central (café, té, chocolate, refrescos de cola,...).

Si a pesar de estas recomendaciones no se ha conseguido dormir es aconsejable que consulte a su médico, sin olvidar otras alternativas que se le ofrecen desde la Medicina Naturista, La Acupuntura o la Homeopatía con resultados francamente eficaces en la mayoría de los casos.

viernes, 29 de mayo de 2009

Fibromialgia



La fibromialgia es una enfermedad que afecta entre el 2 y el 3 % de la población mundial, sobre todo a personas entre los 30 y 50 años, siendo más frecuente entre mujeres, pues por cada 10 mujeres afectadas hay solo 1 hombre que la padece, y aunque no destruye los cartílagos, ni deforma las articulaciones y ni siquiera las inflama, los pacientes con fibromialgia la valoran como más dolorosa y molesta que cualquiera de las otras enfermedades del sistema musculoesquelético, como puede ser la artritis reumatoide.

En España, aunque hay autores que llegan a firmar que se presenta en el 4% de la población, los estudios epidemiológicos más exhaustivos, hablan de una estimación del 2'4% de la población, lo que supone que existen 1.100.000 afectados, observándose una mayor incidencia en mujeres que en hombres con una relación de 9:1, manifestándose clínicamente entre los 30 y 50 años. La sociedad en la que vivimos que valora todo en función de los costes económicos para así comprender la importancia de un hecho a estudiar, acaba de publicar un estudio en el que se cuantifica el coste sanitario que genera un enfermo de fibromialgia estando establecido en España en 10.000 euros al año, lo que se traduce en cerca de 11.000 millones de euros al año en toda España.

Más que una enfermedad, es un conjunto de trastornos que tienen en común el dolor y la rigidez que afecta a músculos, tendones y tejidos blandos que rodean estas estructuras, pudiendo ser muy invalidante. Además se puede acompañar de otros síntomas que aumentan esta incapacidad como son el debilitamiento intenso, el cansancio y la fatiga, anquilosamiento y rigidez, dolores de cabeza o de cara, trastornos del sueño, episodios depresivos acompañados de crisis de ansiedad, insomnio, cansancio no justificado, vejiga irritable, malestar abdominal, síndrome del intestino irritable, mareos, pérdida de equilibrio,... que terminan afectando las actividades cotidianas de quien tiene la enfermedad.

El dolor ocasionado por la fibromialgia es impredecible. El dolor es errático, afectando a distintas partes del cuerpo y varía de intensidad día a día, de tal forma que quien la sufre nunca puede predecir cómo se sentirá al otro día. El dolor puede empeorar con la actividad, el clima húmedo o frío, la ansiedad y el estrés.

Las causas de esta enfermedad, son desconocidas sin que hasta el momento se haya podido saber nada en concreto de por qué aparece esta enfermedad. Éste, es uno de los grandes dramas de la fibromialgia pues a veces nos cuesta comprender como una persona con analíticas, radiografías o resonancias completamente normales puede tener tan disminuida su calidad de vida, causando rechazo en su entorno y calificándose a veces al paciente de quejica, hipocondríaco, egoísta, enfermo mental, etc. Se ha relacionado con episodios de traumas físicos o psíquicos previos, trastornos del sueño, predisposición genética, afectación de áreas cerebrales que tienen que ver con el umbral del dolor, alteraciones del sueño, infecciones por virus como el de Epstein-Barr, bacterias o cándidas, alteraciones hidroelectrolíticas, intoxicación por metales pesados, intolerancias alimenticias (especialmente al gluten), etc. La bioquímica molecular, empieza a sugerirnos algunas pistas de ciertos cambios sobre determinadas moléculas (como la sustancia P y la serotonina) que se encuentran en cantidades distintas en estos enfermos con lo que es posible en un futuro no muy lejano podamos entender cómo y por qué se produce esta enfermedad.

Al diagnóstico se llega por exclusión, es decir cuando se han descartado otras posibles enfermedades que generan dolor y que afectan al sistema musculoesquelético, entonces decimos que estamos ante sospecha alta de fibromialgia. Es decir, la fibromialgia constituye un enorme “cajón de sastre” donde tienen cabida probablemente numerosas patologías aún no definidas no siempre con un mismo origen pero que tienen en común la aparición de dolor casi generalizado. Para tener un diagnóstico certero, el paciente debe mostrar dolor a la presión en al menos 11 de 18 puntos sensibles (“tender points”) que hay repartidos por el cuerpo y ese dolor debe estar presente durante al menos 3 meses.

El abordaje de estos pacientes es complejo pues la fibromialgia no tiene cura aunque sí que se pueden mejorar mucho los síntomas, y debe sustentarse en tres pilares: ejercicio, psicoterapia y tratamiento farmacológico, que desde aquí recomendamos se realice con remedios naturales.

Los medicamentos que se emplean son principalmente del grupo de los analgésicos, antiinflamatorios, relajantes musculares, antidepresivos, ansiolíticos e incluso anticonvulsivantes. Con ellos es posible mejorar algunos síntomas, pero no debemos de olvidar que no están exentos de efectos secundarios, y deben ser recomendados por el médico.

Las terapias físicas como los masajes, la liberación miofacial o el calor por infrarrojos, han demostrado eficacia. Los ejercicios físicos son también muy útiles cuando se practican en una piscina climatizada.

El apoyo emocional de la familia y amistades es muy importante para aliviar los síntomas inquietantes que padece el paciente. La familia debe de apoyar al paciente a hacer los cambios necesarios en su estilo de vida.

Los pacientes de fibromialgia en su largo peregrinar buscando tratamientos eficaces, están descubriendo que pueden aliviar sus dolores con otro tipo de terapias como el yoga, Tai Chi, psicoterapia, fitoterapia, nutrición, homeopatía y la acupuntura, con los que se ha conseguido mejorar de una forma significativa la calidad de vida de quien sufre esta enfermedad, sin los efectos secundarios de los medicamentos.

En un ensayo clínico realizado por investigadores de la Facultad de Medicina de la Universidad Tufts de Boston (Estados Unidos) el Tai Chi demostró ser más eficaz que los tratamientos tradicionales basados en ejercicios físicos y ejercicios de estiramiento en la reducción del dolor y de la depresión en los pacientes con fibromialgia.

Existen recomendaciones también sobre la hierba de San Juan o Hipérico, ya que posee un efecto antidepresivo y aunque con menos efectos secundarios que los fármacos para la depresión, también los tiene, por lo que no debe administrarse en personas que ya estén con tratamiento antidepresivo, siendo lo mejor consultar con un especialista ya que también presenta otras incompatibilidades con otros medicamentos o incluso alimentos. Aunque no hay ensayos clínicos disponibles con esta patología, es más recomendable emplear un extracto de los estigmas del azafrán que posee igualmente un efecto positivo, ya que tiene menos interacciones que el hipérico y ha demostrado ser altamente eficaz en el tratamiento de la depresión.

La S-adenosilmetionina (SAMe), es un dador de grupos metilo que favorece la detoxificación hepática y que también ha demostrado eficacia en el tratamiento de la depresión. En un ensayo clínico en el que se administró por vía oral, se observó una mejoría en la actividad de la enfermedad, dolor al descansar, fatiga y rigidez matutina, y estado de ánimo, aunque otros aspectos, como la intensidad del dolor y el número de puntos dolorosos, no mostraron más mejora que un placebo. Otra molécula también utilizada en el tratamiento de la depresión como es el 5 hidroxitriptófano (5-HTP), también se ha ensayado en la fibromialgia habiendo podido comprobarse que provoca una disminución significativa en el número de puntos sensibles e intensidad del dolor, así como una mejora en los patrones de sueño, rigidez matutina, ansiedad y fatiga.

En caso de que sospechemos una presencia de metales pesados es conveniente antes de iniciar cualquier tratamiento realizar una terapia de quelación pudiendo emplearse con este propósito las algas chlorella.

El empleo de terapias minerales ha demostrado también una cierta eficacia lo que podría explicarse por la posible etiología del desequilibrio electrolítico de esta enfermedad. Para ello disponemos tanto de sales de Schüssler como de oligoelementos, habiéndose mostrado como más eficaces Kalium phosphoricum 6DH, Magnesia phosphorica 6 DH, Manganeso-Cobalto y Litio

Otras terapias que han validado su eficacia científicamente en el tratamiento de este síndrome y que se pueden complementar con todas las anteriores son la homeopatía y la acupuntura. Aunque lo conveniente tanto con una como con otra es individualizar el tratamiento, existe por ejemplo un ensayo clínico realizado con Rhus toxicodendron 6 CH en el que se observó una disminución del 25% de los síntomas.

Como podemos comprobar, son muchas las cosas que nos quedan por aprender de esta enfermedad, pero también son numerosas las que podemos hacer con técnicas naturales para mejorar la calidad de vida tan deteriorada de estos pacientes que sufren esta enfermedad que se denomina fibromialgia

Revisado: Julio-2011

miércoles, 27 de mayo de 2009

Artrosis: Los insaponificables de soja y de aguacate




¿Qué son los insaponificables de la soja y del aguacate (ASU)?

ASU es el término anglosajón obtenido por las siglas de “Avocado Soy Unsaponifiable”, es decir, “Fracción Insaponificable de la Soja y del Aguacate”. Esta combinación de las fracciones insaponificables de la soja y del aguacate (ASU) extraídas de los aceites de estas dos plantas en una proporción 2:1, representa una novedad en España, aunque ya se tiene una gran experiencia en otros países donde se comercializa desde hace años, habiendo supuesto una importante mejora de la calidad de vida de quienes lo han tomado por el efecto protector del cartílago (condroprotector), preservando a éste de su destrucción, mediante una disminución de la liberación de agentes inflamatorios, sin los efectos secundarios de los fármacos analgésicos y antiinflamatorios utilizados en el tratamiento de la artrosis.

El ASU, se emplea en Francia como tratamiento para la artrosis, siendo un fármaco subvencionado por el Ministerio de Sanidad francés con receta médica desde hace aproximadamente más 15 años, por lo que se dispone además de una cierta experiencia en su utilización en la clínica, de ensayos y estudios clínicos. También se comercializa en otros países, como es el caso de Argentina o de Italia a través de farmacias con registro de medicamento y en otros se utiliza como suplemento dietético como en los Estados Unidos de América, donde no es necesaria ninguna prescripción. En España, se ha iniciado recientemente su comercialización como complemento dietético.

Al tratarse de un producto totalmente vegetal lo pueden utilizar vegetarianos y veganos, así como cualquier otra persona que desee evitar productos de origen animal tanto en la alimentación como en los medicamentos. Su dosificación es cómoda, una vez al día, por lo que se facilita el cumplimiento del tratamiento. Su principal acción la ejerce sobre la pérdida lenta del cartílago en casos severos de artrosis.

Finalmente, debemos considerar que presenta una relación coste/efectividad positiva ya que permite un ahorro en los tratamientos con analgésicos y antiinflamatorios. Los pacientes que utilizan ASU eliminan a menudo parcialmente o completamente sus medicaciones antiinflamatorias costosas y como ya se conoce con numerosos efectos secundarios, así como en terapias físicas o cirugía.

¿Qué son los insaponificales de soja y aguacate?

Los aceites poseen numerosos constituyentes como es el caso del colesterol por ejemplo en la grasa animal. La fracción insaponificable corresponde a una porción de menos del uno por ciento de los aceites del aguacate y de la soja. La fracción insaponificable, se separa de las fibras que la ligan, para que así pueda ser absorbida mejor cuando se ingiere por vía oral.

El concepto “saponificable”, es un término químico usado para describir que una sustancia se puede mezclar con la lejía para formar jabón. Los aceites saponificables, mezclados con la lejía son la base de casi todos los productos del jabón que utilizamos. Por el contrario, las fracciones insaponificables del aceite no pueden formar el jabón y, como otras grasas con estas características tienen propiedades sobre la salud en general cuando son ingeridas.

¿Cuál es su mecanismo de acción?

Estas moléculas han demostrado que son capaces de mejorar salud en general por su tropismo sobre el tejido conectivo, restaurando el equilibrio metabólico del cartílago mediante la estimulación de la producción del cartílago nuevo a la vez que reduce la pérdida del cartílago existente, actuando sobre los componentes más importantes del cartílago: el colágeno que proporciona la estructura, y las macromoléculas de proteoglicanos que confieren al cartílago sus características de absorción de los choques.

De igual forma que otras moléculas puedan estimular la producción del colágeno, ASU hace que las células del cartílago puedan producir los cuatro tipos de colágeno que posee en condiciones normales el cartílago humano exactamente en las mismas proporciones que se encuentra en ese cartílago normal y sano.

Además, el ASU disminuye dolor, la inflamación y la necesidad de analgésicos y de antiinflamatorios, en la mayoría de las personas que lo utilizan, lo cual constituye una razón importante para su empleo, aunque no la única ni la más importante ya que los datos sobre la seguridad de empleo del ASU son espectaculares, especialmente si las comparamos con los analgésicos y AINES, pues no se ha demostrado ningún efecto secundario durante estos años.

Al igual que otros suplementos o tratamientos farmacológicos para el tratamiento de la artrosis, ASU ha demostrado una mayor efectividad en aquellas personas que tienen una pérdida más severa del cartílago.

La toma de ASU beneficia también al cartílago incluso de aquellas personas que no tienen síntomas o no observan con su toma mejoría de los síntomas. Esto es algo similar a lo que ocurre con los suplementos del calcio para el tratamiento de la osteoporosis que se deben de tomar aunque no se observen mejora en los síntomas de los pacientes. Es decir, se debe permanecer tomando suplementos de ASU incluso si se requieren adicionalmente analgésicos para mitigar el dolor.

Su tropismo por el tejido conectivo, además de restaurar el equilibrio metabólico del cartílago, es útil para tratar las periodontopatías, siendo ésta última una de sus indicaciones clínicas de las fórmulas comerciales de ASU registradas como medicamentos.

¿Cuales son los efectos secundarios de estas moléculas?

No hay efectos secundarios significativos comparados a un placebo en los estudios clínicos controlados de ASU. Sin embargo, siempre que la gente consume un producto por vía oral, como un placebo inactivo, alimentos, o aún las cápsulas vacías, pueden experimentar trastornos digestivos leves.

Estudios sobre el ASU

Al igual que con otros suplementos naturales que en algunos países como España han sido considerados como medicamentos (por ejemplo sulfato de glucosamina y condroitin-sulfato), el ASU, dispone de una amplia investigación con numerosos ensayos clínicos tanto en lo que se refiere a investigación básica (laboratorio y animales) como evidencia clínica en humanos.

Actúa como un verdadero bloqueador del círculo vicioso de la afección artrósica. Ejerce una acción disminuyendo la producción y actividad de algunas sustancias agresivas sobre el cartílago como lo son las interleukinas y las prostaglandinas y se opone a la acción de enzimas catabólicas. También activa la síntesis de algunos de los elementos componentes del cartílago. Posee también una cierta acción analgésica lo que permitiría reducir las cantidades de otros agentes analgésicos y antiinflamatorios administrados en estos pacientes.

Podemos resumir que en los ensayos clínicos con ASU, se ha evidenciado que:

  1. Aumenta la síntesis de colágeno por parte del condrocito sin que se alteren las proporciones del colágeno.
  2. Estimula la expresión del factor transformador del crecimiento (TGF-b1, TGF-b2), y del inhibidor del plasminógeno activado (Pai-1) que indica el estímulo y la reparación de la matriz del cartílago.
  3. Inhibe y revierte en el condrocito los efectos de la IL-1 que induce la producción de IL-6, IL-8, PGE2 y estromelisina, mediadores químicos que se asocian a la destrucción del cartílago sano.
  4. Inhibe en los condrocitos los efectos de IL-6, IL-8, PGE2, estromelisina y colagenasa.
  5. Inhibe parcialmente el efecto negativo de IL-1b en la síntesis del colágeno.

En uno de los últimos ensayos clínicos realizado durante 6 meses sobre 51 pacientes aquejados de artrosis de rodilla y con dolores severos, que precisaran la toma casi diaria de analgésicos y antiinflamatorios, evidenció que aunque los pacientes lo notan antes, es entre el tercer y cuarto mes cuando los síntomas comienzan a mejorar de forma significativa (acción analgésica y antiinflamatoria), reduciendo por tanto las dosis de antiinflamatorios habituales, abandonando muchos de ellos su toma. Terminado el estudio a los 6 meses, 41 de ellos no presentaban dolor, 7 se encontraban en fase de dolor leve y 2 con dolor moderado. Las tasas de dolor severo o muy severo fueron del 0% al término del estudio.

¿Los insaponificables de soja y aguacate presentan interacciones con otros medicamentos u otros suplementos dietéticos?

Hasta el momento, contando con más de 15 años de experiencia en su empleo, no existe ninguna evidencia de que el ASU pueda presentar interacciones con otras moléculas.

Contraindicaciones para la toma de ASU

El ASU, como ocurre con otras muchas moléculas naturales y de síntesis, no ha sido incluido en ensayos clínicos con mujeres embarazadas y con niños por cuestiones éticas. En principio no parece haber ninguna contraindicación en su empleo en estos grupos de edad, pero tampoco se disponen de estudios que evidencien su seguridad en estas situaciones por lo que se recomienda que la decisión sea tomada en estos casos por un profesional de la salud.

¿Por qué no consumir mejor más aguacates y soja en la alimentación?

Solo una pequeña porción de los aguacates y de la soja contiene el aceite, y en éste, solo menos del 1% constituye la fracción insaponificable. Además esta fracción debe ser separada de ciertas fibras para poder permitir la absorción, por lo que el empleo de estos alimentos en nuestra dieta no garantiza que estén presentes en nuestro organismo cantidades suficientes de estas fracciones insaponificables para garantizar un efecto terapéutico.

Además, los aguacates tienen que ser escogidos y ser procesados en el momento adecuado de maduración. Un aguacate inmaduro o excesivamente maduro hace fluctuar mucho ese 1% de fracción insaponificable que encontramos en el momento justo de maduración.