La hipertensión arterial, no es más que el aumento de la presión que existe en nuestras arterias cuando alcanza cifras de más de 150/90 mm. de Hg. (milímetros de mercurio) para personas mayores de 45 años y 130/85 mm. de Hg. para personas menores de esa edad, siendo ésta una enfermedad que afecta al 20% de la población adulta española, aunque solo el 50-60 % lo conoce.
Aunque la mayoría de las veces, la causa es desconocida (HTA primaria o esencial), conocemos una serie de factores que pueden incidir en que aparezca y que pueden ser genéticos o ambientales, como la ingesta de sal, obesidad, personalidad, tipo de ocupación, ambiente familiar. Una vez que se pone ésta en marcha existen otros factores que van a influir en el pronóstico, como la edad, sexo, raza, sexo, tabaquismo, colesterol, glucosa y peso sobre todo.
El aumento de las cifras de presión arterial, es algo que va innato al proceso de envejecimiento, pues conforme vamos aumentando en edad, nuestras arterias y sobre todo nuestros vasos sanguíneos más pequeños (arteriolas), pierden elasticidad y se endurecen, obligando a nuestro corazón a bombear la sangre con más fuerza, aumentándose así la presión dentro de nuestro sistema circulatorio.
El riesgo que comporta realmente la HTA, viene derivado precisamente de que una presión arterial elevada, indica que nuestro corazón está haciendo un gran esfuerzo para poder bombear la sangre y llevarla a todo el cuerpo. Ese sobreesfuerzo del corazón, que se tolera bien en un principio, pronto puede dar complicaciones si no se le controla y ayuda disminuyendo la presión en nuestras arterias, pudiendo desarrollarse enfermedades en la circulación periférica, corazón, cerebro, ojos y riñones.
La importancia de un buen control de la tensión arterial, radica en que junto con el tabaquismo y el aumento de colesterol en sangre, son los tres factores que predisponen a la aterosclerosis coronaria, así como a la insuficiencia del ventrículo izquierdo, infartos de miocardio, hemorragias o infartos cerebrales e insuficiencia renal, todas ellas enfermedades con dramáticas consecuencias. En España pueden atribuirse a la HTA alrededor del 19 % de las muertes por cardiopatía coronaria y el 52 % de las debidas a patología cerebrovascular. El problema para poder controlarla está en que es una enfermedad que muchas veces permanece sin síntomas hasta que se observan las primeras complicaciones, a pesar de que probablemente sea una de las enfermedades con más fácil y más barato diagnóstico: una simple toma de tensión arterial.
En el tratamiento de farmacológico de la HTA se emplean sobre todo fármacos diuréticos que disminuyen el volumen de líquido dentro de las arterias y eliminan sodio junto a ese líquido, medicamentos que ensanchan nuestras arterias disminuyéndose la resistencia al paso de la sangre y otros que disminuyen el ritmo y la fuerza que tiene que hacer nuestro corazón para bombear sangre.
Además de seguir la medicación recomendada por el médico, también podemos ayudar a controlar la hipertensión de una forma natural de la siguiente forma:
- Dieta: Un cambio a una dieta más saludable y bien equilibrada con un bajo contenido en grasas, junto con una reducción del consumo de alcohol, están entre las primeras medidas que se deben de tomar. Si además existe una obesidad, habrá que bajar de peso. La cantidad de sal que se añade a los alimentos se debe reducir. También se debe disminuir el azúcar refinado, carnes rojas, grasas de origen animal, café y té, así como aumentar el consumo de frutas, verduras, cereales, leguminosas, pescados y carnes blancas. Una dieta rica en frutas y verduras puede suponer un mejor control de la HTA que con los fármacos clásicos en muchos pacientes.
- El ejercicio es también efectivo para disminuir la presión arterial, además de que nos ayuda a controlar el estrés, que es otro de los factores que pueden desencadenarla.
- Aprender a relajarse y disminuir los niveles de estrés mediante técnicas como la meditación, yoga, tai-chi o respiración entre otros, también puede resultar muy útil.
- Vitaminas y minerales: El suplemento con vitaminas C y E, así como el de magnesio, han demostrado una eficacia en la reducción de la tensión arterial.
- Fitoterapia: Existen numerosas plantas medicinales que nos pueden ayudar a controlar la presión arterial, como el espino blanco, el muérdago o las hojas de olivo, y así, una buena fórmula que podemos tomar, sería la que obtenemos de la mezcla a partes iguales de las siguientes plantas: hojas de olivo, sumidades floridas de espino blanco, inflorescencias de tilo, hojas y flores de pasiflora y corteza de naranja amarga.
- Otras técnicas, requieren un estudio más profundo, entre las que destacan la homeopatía y la acupuntura debiendo ser realizadas por un profesional cualificado.
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