La alergia, se define
como la capacidad que tiene una sustancia para provocar tras su
administración repetida, una reacción adversa en nuestro organismo debida a un
trastorno de la inmunidad. Se podía decir que no es más que una respuesta
excesiva de nuestro sistema inmunitario que tiene lugar cuando éste se enfrenta
a una sustancia extraña a nuestro organismo. Siempre que cualquier sustancia extraña pretende invadir
nuestro cuerpo, se ponen en marcha una serie de mecanismos para defendernos de
esa agresión, como son la liberación de sustancias y mediadores químicos como
la histamina, serotonina, bradiquinina, prostaglandinas, etc., pero cuando
estas se liberan en exceso, pueden también además de destruir al agente invasor
hacernos daño a nosotros mismos provocando determinadas reacciones, como puede
ser la aparición de un eccema, picor, broncoespasmo con sensación de asfixia,
etc.
Se puede tener alergia a cualquier sustancia que esté presente en
el medio en el que vivimos, bien sean sustancias naturales o sustancias
químicas y que tengan naturaleza proteica para que sean capaces de generar en
nuestro organismo anticuerpos.
Además de las causas genéticas, influyen en el desarrollo de la
alergia las causas medioambientales, lo que explicaría el aumento de su
incidencia en los últimos años. Cada vez son más las sustancias químicas con
las que estamos en contacto y que son susceptibles de desencadenar una alergia.
Hasta hace una serie de años solo se conocían prácticamente las alergias a las
plantas y sus polenes y a los alimentos, siendo el resto de las alergias muy
raras. El auge de la industria química, ha hecho que cada vez sean más las
sustancias que están apareciendo como nuevas y por tanto, más las posibles
alergias a esas sustancias, como ha ocurrido con el látex, que cada vez se usa
más en guantes, preservativos, globos, chupetes, etc. Además esas sustancias
químicas pueden producir una alergia de forma directa, o de forma indirecta,
interfiriendo en las respuestas normales de nuestro sistema inmunológico hacia
otras sustancias, provocando pequeños desajustes que se traducen en la
aparición de fenómenos alérgicos a otras sustancias a las que anteriormente
estábamos expuestos y a las que nunca habíamos desarrollado una alergia contra ellas.
Se calcula que aproximadamente existen en España 6 y 8 millones de
alérgicos y las cifras para años venideros pueden ir en aumento. Hay familias
en las que es frecuente ver a varios hermanos alérgicos o padres o hijos, es
decir hay una atopia familiar. Si ambos padres son alérgicos a una determinada
sustancia, los hijos, tienen el 50% de probabilidad de tener esa misma alergia.
Ya se han identificado algunos genes que están implicados en la aparición y
desarrollo de una futura alergia, aunque todavía es algo que está en fase
experimental y que en el futuro cuando tengamos el mapa completo del genoma
humano, nos será muy útil para saber quién puede desarrollar una alergia y
quién no, pero cada vez cobran una mayor importancia los factores ambientales
que por desgracia vemos que poco podemos controlar.
Los síntomas de las alergias se van a manifestar precisamente en
aquellos órganos que nos ponen en relación con el exterior, es decir, nuestra
piel, nuestros pulmones, nuestro aparato digestivo y nuestra conjuntiva ocular.
El aparato digestivo, se va a ver afectado especialmente en las
alergias alimentarias, y vamos a observar fundamentalmente vómitos, diarreas,
pérdida de peso y desnutrición progresiva, etc. A nivel cutáneo, lo más
frecuente es ver la aparición de eccemas, ronchas, picor,... Si la alergia
afecta a las vías respiratorias sobre todo vamos a observar problemas de
rinitis y sinusitis con un moqueo acuoso continuo o sensación de taponamiento
de la cabeza con cefaleas, acompañándose la mayoría de las veces de congestión
de la mucosa ocular con la aparición de conjuntivitis alérgica, y síntomas como
el lagrimeo la sensación de arenilla constante en el ojo, etc. Sin embargo si
en vez de afectarse las vías respiratorias bajas lo hacen las zonas más bajas
de nuestro aparato respiratorio, los síntomas serán más graves ya que estaremos
hablando de situaciones como el asma bronquial que ya si puede poner en peligro
la vida de quien lo padece. Es por la gravedad de estos síntomas por lo que los
pacientes alérgicos deben de tener un acertado tratamiento, ya que se sabe que
el 70% de los pacientes con rinitis alérgica de cualquier causa, pueden
desarrollar asma bronquial, que es un proceso mucho más grave que el moqueo
constante de las rinitis. Por último podíamos hablar de síntomas cardiovasculares
que se producen en situaciones ya comprometidas para la vida y que pueden
conducir a un shock circulatorio, llegando por tanto a la parada cardiaca.
La alergia no es por tanto una enfermedad banal y en muchos casos
es causa de absentismo laboral, escolar y de un cierto deterioro de nuestro
estilo y calidad de vida, por lo que es importante como en cualquier otra
enfermedad instaurar un tratamiento que frene el desarrollo de una alergia y
sus posteriores complicaciones.
Las pruebas diagnósticas de la alergia más conocidas son las que se realizan en
la piel en las que se pone la sustancia a estudiar en contacto con nuestra
sangre a través de un pequeño arañazo con una lanceta en el antebrazo, pero no
son estas las únicas, ya que por ejemplo si la alergia se sospecha sea
alimenticia se pueden hacer pruebas de desencadenamiento administrando en la
alimentación aquella sustancia de la que se sospecha nos pueda producir el
cuadro y ver que es lo que ocurre, pero esto se hace en el ámbito hospitalario
ya que se pueden desencadenar reacciones a veces graves. Aún así hay otras
muchas pruebas diagnósticas que se pueden realizar, como son la determinación
de IgE, biopsias de piel o intestinales, etc. Las pruebas cutáneas solo son
eficaces para las sustancias más comunes que producen alergia, porque podemos
ser alérgicos a cualquier sustancia o molécula presente en la Naturaleza,
y sin embargo el número de reacciones que se estudian en la piel son más bien
limitadas. No se estudian el polen de todas las plantas, sino el de las más
comunes (gramíneas, olivo, leguminosas,..); no se estudia el pelo o el epitelio
de todos los animales, sino también el de los más comunes (caballo, perro,
gato,...), y así con todo, y es que realmente si se quisieran estudiar todas
esas sustancias que nos pueden producir una alergia no tendríamos tiempo en
esta vida ni superficie en la piel para que se nos pudieran hacer esas pruebas.
Las vacunas pretenden provocar una desensibilización progresiva de
nuestro sistema inmune, es decir lo que se hace es introducir en nuestro cuerpo
dosis muy pequeñas de la sustancia a la que somos alérgicos para que nuestro
organismo se acostumbre y después ir aumentándola conforme nuestro organismo se
haya adaptado a esa dosis y así poco a poco llegar a las dosis o
concentraciones normales con las que vamos a convivir cada día.
Sin embargo, la inmunoterapia aunque es la única terapia
reconocida como efectiva por la OMS, no es del todo eficaz y seguro que
conocemos a personas que dejaron de ser alérgicas y otras muchas que a pesar de
las vacunas continúan siéndolo.
En el que caso de que el paciente responda a la inmunoterapia,
podemos decir que en este caso sí se puede hablar de curación, ya que no es una
medicina sintomática como son los corticoides y los antihistamínicos utilizados
en el tratamiento y curso de esta enfermedad, que sí que nunca nos van a curar,
aunque sí aliviar, pero con un riesgo, la cronificación de la enfermedad.
La prevención es fundamental porque por ejemplo en el árbol
respiratorio, los enfermos evolucionan de monosensibles a polisensibles, la
enfermedad tiene un curso descendente, primero se afectan las vías
respiratorias altas (con menos gravedad de síntomas) y después las bajas (con
mayor gravedad de síntomas) y los síntomas evolucionan también en severidad
(primero asmas leves y después graves), por lo que la intervención en
cualquiera de los tres niveles contribuye a la prevención.
Si se conoce la sustancia responsable del desencadenamiento de la
reacción alérgica, lo primero será evitarla, es decir si se es alérgico al
polen de las gramíneas, procurar evitar aquellos ambientes donde estas plantas
se cultiven o si es alérgico a un antibiótico, evitar ponérselo o si se al pelo
del gato, evitar tener gatos en casa. Sin embargo, esto a veces no es posible
porque bien o no se puede evitar, o se desconoce la sustancia que produce
alergia, por lo que debemos utilizar otras medidas preventivas como el uso de
humidificadores que humedezcan el ambiente y atrapen y depositen en el suelo
los polenes o el polvo si somos alérgicos a ellos o evitar las humedades de la
casa si somos alérgicos a los hongos, evitar todo aquello que tenga una alta
carga química no natural (ambientes contaminados, alimentos con demasiados aditivos,
etc.), evitar viajar con las ventanillas bajadas, mantener las habitaciones
limpias procurando realizar la limpieza con aspiradora,...
No existe una dieta general específica para este trastorno, lo
mejor es adaptar la dieta a cada paciente realizando pruebas de alergia y de
intolerancias alimenticias, con lo que se consigue una alimentación “a medida”
para cada paciente. Existen otras medidas como regular el sistema inmune,
utilizando suplementos nutricionales con efecto antioxidante, aumentar en
nuestra alimentación el consumo de ajo y cebolla que disminuyen los niveles de
ciclooxigenasa (uno de los mediadores químicos de la reacción alérgica), tomar
con regularidad yogur con cultivos vivos, que aumenta los niveles de interferón
gamma en nuestro organismo y disminuye los de inmunoglobulina E (IgE), evitar
las situaciones de estrés que en muchos casos actúan como desencadenantes y
como agravantes de episodios alérgicos etc.
Las bacterias probióticas presentes en los yogures, es preferible
consumirlas en forma de preparados comerciales que incluyan probióticos y
prebióticos. La cepa más estudiada es el Lactobacillus GG y los mejores
resultados se han observado en la prevención de la dermatitis atópica. La
administración, durante el último trimestre del embarazo y la lactancia, de
Lactobacillus GG, solo o en combinación con Bifidobacterium lactis, a madres
con antecedentes de dermatitis atópica, reduce el riesgo de desarrollarla.
Son numerosas las plantas medicinales con actividad de frenar los
procesos alérgicos, y entre ellas están:
- Onagra
(Oenothera biennis): Posee propiedades antihistamínicas que contribuyen a
disminuir la urticaria. Su uso previene la aparición de alergias
respiratorias y reduce sus síntomas. El ácido gamma-linolénico es muy útil
en uso externo o tópico en el tratamiento de los eccemas.
- Reishi
(Ganoderma lucidum): Posee distintos principios activos que actúan sobre
el fenómeno alérgico:
- Triterpenoides:
actúan como antiinflamatorios naturales sobre el aparato respiratorio,
calmando y suavizando las molestias respiratorias.
- Ácidos
ganodéricos: reducen la liberación excesiva de histamina y disminuyen a
la vez la tendencia o predisposición a las alergias.
- Lanostina:
tonifica las glándulas suprarrenales mejorando así nuestra respuesta ante
las alergias. Los síntomas serán más cortos en su duración y su
intensidad.
- Efecto
antioxidante.
- Sol de
oro (Helychrisicum stoechas): Posee propiedades antihistamínicas que
ayudan a contrarrestar los síntomas alérgicos.
- Escutelaria:
Planta, originaria de China, que contiene una serie de principios activos
cuya acción es similar a la que ejerce el cromoglicato disódico,
inhibiendo la degranulación de los mastocitos inducida por los antígenos,
con lo que se impide la liberación de histamina. Además contiene
sustancias antioxidantes que neutralizan los efectos tóxicos de los
radicales libres.
- Quercetina:
Sustancia extraída de la planta Sophora japonica L., capaz
de reducir o evitar muchos procesos inflamatorios en los que interviene la
histamina. Inhibe la liberación de leucotrienos, responsables de la
contracción de la fibra muscular lisa del árbol bronquial entre otros,
relacionados con la broncoconstricción de los fenómenos asmáticos.
- Grosellero
negro: actúa fundamentalmente sobre la corteza suprarrenal, esto le
confiere la propiedad de ser un gran antiinflamatorio y de tener los
efectos de los corticoides sin los perjuicios para la salud de estos
(acción pseudo-ACTH).
- Fumaria:
Posee una acción muy importante antihistamínica, por ello se usa con éxito
en las alergias y el asma. es antialérgica y depurativa lo que facilita la
eliminación de impurezas y residuos acumulados en el organismo como
consecuencia de la reacción alérgica.
- Pino
marítimo, picnogenol: Es un regulador de las alteraciones alérgicas debido
a una acción antihistamínica, que evita que la respuesta alérgica sea
importante.
- En caso
de que se desarrolle un asma bronquial, deberemos asociar a alguna de las
plantas citadas anteriormente otras que tengan un efecto broncodilatador
como el regaliz, coleo, desmodium,…
La Homeopatía, se rebela aquí también como un tratamiento de alta
eficacia para tratar la alergia, empleándose diluciones de pólenes y remedios
como Histaminum o Poumon histaminum que disminuyen la respuesta alérgica y a los
que al igual que con la fitoterapia, se les pueden añadir remedios más específicos
según el paciente y el órgano afectado, que serán determinados por el
profesional al que acudas.