La hipercolesterolemia, es el término médico que define al aumento de un tipo de grasa, el colesterol, en sangre por encima de los límites considerados como normales, es decir, por encima de 200mg/dl. Dentro del total del colesterol podemos distinguir varios tipos de colesterol, pero los que más nos interesan como índices pronósticos, son el HDL, que es el colesterol que se conoce como “bueno”, porque no tiene afinidad para pegarse a nuestras arterias y el LDL o también llamado colesterol “malo”, que es el más dañino ya que se adhiere con muchísima facilidad a las arterias obstruyéndolas y disminuyendo la cantidad de sangre que puede pasar a su través. Unas cifras de colesterol total superiores a 200 mg/dl. no son tan malas si existe una alta proporción de colesterol bueno y poco del malo, que si esto tiene lugar al revés.
Diariamente, nuestro hígado fabrica hasta un gramo, ya que es imprescindible para la vida, pues forma parte de las membranas de nuestras células, forma parte de los ácidos biliares que contribuyen a que hagamos bien la digestión y sirve como precursor para sintetizar hormonas (como las sexuales) o vitamina D. Si observamos la estructura química de estas moléculas nos daremos cuenta de que tienen un aspecto muy similar porque todas derivan de la misma, el colesterol.
El aumento de colesterol en sangre, lo podemos observar en diversos trastornos que afectan a los lípidos o grasas, algunos de los cuales son de tipo hereditario y familiar. En otros casos el aumento de la tasa de colesterol en sangre, es consecuencia de una enfermedad que incide en el metabolismo del colesterol, pero en la mayoría de las ocasiones se debe a un problema de excesos de grasas en la alimentación.
Es frecuente ver como muchas mujeres en la menopausia empiezan a mostrar en los análisis unos niveles cada vez más altos de colesterol siendo muchas veces necesario el empleo de fármacos para que no siga subiendo, a pesar de que mantienen una dieta sana prácticamente exenta de esta sustancia. Sus parejas, por el contrario, que por lo general cometen más transgresiones dietéticas no tienen problemas con el colesterol. Esto se debe a que como hemos dicho, uno de los caminos que sigue el metabolismo del colesterol es la síntesis de hormonas sexuales, pero llegado este momento de la vida en que existe una producción mínima de estrógenos y progesterona, la materia prima que antes gastábamos para fabricarlas ya no la empleamos y si cada vez gastamos menos, se nos empieza a acumular, por lo que aumentan los niveles de colesterol en sangre.
La hipercolesterolemia, es una enfermedad que desempeña un papel clave en el desarrollo de la arteriosclerosis, y constituye un factor de riesgo de la angina de pecho y del infarto de miocardio.
Por todo lo expuesto anteriormente, debemos siempre seguir un tratamiento dietético independientemente de que nos podamos apoyar en un medicamento o en un tratamiento más natural, disminuyendo las comidas que nos pueden aumentar la cantidad de colesterol en sangre y reduciendo el peso si existe obesidad, pues los genes nunca los vamos a modificar. Para ello la dieta debe aportar poco colesterol y grasas saturadas. Son alimentos ricos en colesterol y que por tanto debemos evitar la yema del huevo, las vísceras, sobre todo hígado y sesos, y los mariscos como la langosta y el langostino. Las grasas saturadas, las vamos a encontrar en alimentos como el coco, las margarinas y mantequillas, carnes grasas y sus derivados, sobre todo bacón, tocino, chicharrones, cabeza de jabalí y cerdo, panceta, salchichas, salami y paté, productos lácteos enteros: leche, quesos grasos, mantequilla, nata, helados y bollería industrial (se elabora la mayoría de las veces con aceite de coco y de palma que tienen una gran facilidad para subir el colesterol en sangre, siendo éste uno de los principales factores que ha hecho subir las tasas de colesterol en la población infantil). La ingesta excesiva de alcohol y el habito de fumar, también aumentan los niveles de colesterol a expensas del LDL.
Como alimentos que pueden reducir el colesterol están todos aquellos que contienen un gran porcentaje de fibra, es decir, integrales (pan, galletas, harina, pasta,..), cereales, fruta que puede ser fresca como la naranja, plátano, manzanas y peras, o seca como los albaricoques, pasas o higos y las verduras especialmente el ajo, judías verdes, habas, maíz. También las legumbres en general son buenas para bajar las cifras de colesterol.
Las grasas poliinsaturadas, sobre todo los omega-3 del pescado azul, disminuyen el colesterol sanguíneo, siendo recomendable tomarlo al menos tres veces en semana.
Como en numerosas enfermedades la realización de un ejercicio físico moderado pero con continuidad, tiene unos efectos beneficiosos en el control de la hipercolesterolemia.
Probablemente uno de los suplementos dietéticos que más se consume, es la lecitina de soja, que se puede tomar granulada o en perlas o cápsulas. El reishi y el shitake, son dos setas procedentes de Asia que son también muy eficaces en el control de esta enfermedad. En general, también la mayoría de las plantas hepáticas que conocemos, contribuyen a disminuir el colesterol. Una buena fórmula sería la que se obtiene mezclando las siguientes plantas: hojas de alcachofera (20 gr.), raíz de harpagofito (20 gr.), corteza de naranja amarga (20 gr.), y hojas de menta (10gr.).
Por último, recomendar un suplemento que ha demostrado una eficacia extraordinaria para disminuir el colesterol, como es la levadura de arroz rojo, que posee unos principios activos llamados monacolinas, que son capaces de reducir el colesterol más rebelde, pero eso será tema de otra entrega en este blog….
2 comentarios:
He buscado si tiene publicado lo que anuncua de levadura de arroz rojo y no lo encuentro.
Lo publico ?
Gracias
No, es un tema pendiente.
A ver si para otra ocasión me animo
Publicar un comentario