miércoles, 15 de agosto de 2012

El zumo de pomelo puede reducir las dosis de quimioterápicos

Tomar un vaso al día de zumo de pomelo permite a los pacientes reducir la dosis de ciertos medicamentos contra el cáncer, y obtener los mismos beneficios, de acuerdo con un nuevo ensayo clínico llevado a cabo por investigadores de la Universidad de Chicago, y publicado en la revista "Clinical Cancer Research", de tal forma que la combinación podría ayudar a los pacientes a evitar los efectos secundarios asociados con las altas dosis de estos medicamentos y además a reducir el coste del tratamiento.

Los autores estudiaron los efectos que los alimentos pueden tener sobre la absorción y eliminación de los fármacos utilizados para el tratamiento del cáncer, y descubrieron que la ingesta de 237 mililitros al día de zumo de pomelo puede disminuir el metabolismo del medicamento sirolimus (o rapamicina), que se utiliza para evitar el rechazo de órganos transplantados y para el tratamiento de ciertos cánceres.

Los pacientes que tomaron 237 mililitros al día de zumo de pomelo aumentaron sus niveles de sirolimus en un 350 por ciento, al interferir con su metabolización, por lo que podría ser utilizado de forma controlada, para aumentar la disponibilidad y la eficacia de la rapamicina.

El mecanismo de acción parece deberse a la capacidad del zumo de pomelo para inhibir las enzimas que descomponen el sirolimus (ruta del citocromo p450), y otras medicamentos, que comienza a las pocas horas de la ingestión del zumo, y desaparece gradualmente en unos días.


Cohen y sus colaboradores organizaron tres ensayos simultáneos de fase-1 con sirolimus. Los pacientes recibieron sirolimus, sirolimus junto con ketoconazol (que también prolonga la vida media de este medicamento en el organismo), o sirolimus con zumo de pomelo. Los sujetos del estudio fueron 138 pacientes con cáncer incurable, para los que no existe un tratamiento efectivo conocido.


Los pacientes del primer grupo comenzaron con dosis muy bajas de sirolimus, pero las cantidades aumentaron según avanzaba el estudio, hasta llegar a los niveles en los que los pacientes obtienen el mayor efecto contra el cáncer, con el mínimo de efectos secundarios. Según los expertos, la dosis óptima para combatir el cáncer fue de unos 90 mg por semana de sirolimus. Sin embargo, dosis superiores a 45 mg, el fármaco provoca serios problemas gastrointestinales, como náuseas y diarrea.

Las dosis óptimas para los otros dos grupos fueron mucho más bajas. Los pacientes que tomaron sirolimus junto con ketoconazol, necesitaron sólo 16 mg por semana para mantener los mismos niveles de droga en la sangre. Por otro lado, los que tomaron zumo de pomelo, además de sirolimus, necesitaron entre 25 y 35 mg de sirolimus a la semana.


De los pacientes del estudio, un 30 por ciento consiguió que, durante cierto período de tiempo, el cáncer no avanzara. Un paciente en concreto, del grupo del zumo de pomelo, mostró una respuesta parcial significativa en la reducción tumoral, que se prolongó durante más de tres años.


Aunque el ketoconazol produjo un efecto más fuerte de retención del sirolimus, el zumo de pomelo tiene la ventaja de que no es tóxico, y no tiene ningún riesgo de sobredosis, por lo que tenemos a nuestra disposición un agente que puede incrementar notablemente la biodisponibilidad (en este estudio, aproximadamente un 350%) del sirolimus, y disminuir el gasto en medicamentos de prescripción de muchos agentes metabolizados a través de la misma ruta enzimática.


Debido a que diferentes personas producen cantidades variables de las enzimas que descomponen el sirolimus, el efecto del zumo de pomelo puede variar, pero si se realizan previamente pruebas para cuantificar los niveles de enzimas, se puede predecir cómo responderá un paciente.


Desde aquí recomendamos que todo paciente que esté sometido a un tratamiento a largo plazo, debería consultar a su médico antes de empezar a consumir pomelo con regularidad.

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