Concretamente el DHA o ácido docosohexanoico presente en los ácidos grasos omega-3 parece ser el responsable de que los bebés cuyas madres tomaron este tipo de aceite durante el embarazo, sean más resistentes a las pequeñas infecciones como lo son los resfriados. Además la duración e intensidad de los síntomas fue menor.
Los datos reflejaron que entre los 1 y 3 meses, el 38 % de los bebés que recibieron DHA durante su estancia uterina presentaron síntomas catarrales frente al 45 % de los niños cuyas madres recibieron un placebo durante el embarazo.
Al mes de edad, los bebés del grupo de DHA tuvieron una reducción del 24% de probabilidades de tener un resfriado, la tos duró un 26 % menos, las flemas duraron un 15 % menos y las sibilancias (pitidos), se redujeron un 30 %.
A los tres meses, los bebés del grupo de DHA estuvo enfermo un 14 % menos tiempo.
A los seis meses, los bebés cuyas madres tomaron DHA tenían una duración más corta de fiebre, moqueo y problemas respiratorios.
Sin embargo, en algunos momentos los bebés del grupo de DHA, experimentaron una mayor duración de sarpullido y vómito.
El estudio se realizó con 800 mujeres mexicanas a las que se le administró un suplemento de DHA proveniente de algas para evitar los metales pesados presentes en los pescados azules que se consumen en la dieta, y fue llevado a cabo por científicos del Departamento de Salud Global Hubert de la Facultad de Salud Pública Rollins de la Universidad de Emory, en Atlanta, publicado en la revista Pediatrics.
Aunque los resultados no son espectaculares, dada la inocuidad de este tipo de suplemento, parece recomendable indicarlos en el embarazo.
El autor de este blog, les recomienda además por ser más completos, los suplementos de omega-3 provenientes de pescados azules y especialmente los procedentes de krill asegurándose de que posea un certificado de los niveles de metales pesados, preguntando por él en su punto de venta o directamente al laboratorio.
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