
En esta investigación, se ha constatado que la vitamina D y algunos inhibidores de la proteasa podrían convertirse en posibles terapias.
Actualmente, el tratamiento más habitual para estas mujeres, que suelen nacer con mutaciones en los genes BRCA1, es la quimioterapia. No obstante, esta terapia tiene importantes efectos secundarios, por lo que la comprensión de la biología de los cánceres de mama triple negativo ayudaría a desarrollar estrategias terapéuticas menos tóxicas.
Una de las explicaciones que encuentran los investigadores que han trabajado en colaboración con laboratorios de Lérida, al origen de este tipo de cáncer es la activación de una vía que permite a las células tumorales crecer sin control y reduce la sensibilidad de este tumor a las actuales estrategias terapéuticas. No obstante, la vitamina D juega un papel en la desactivación de esta vía.
En concreto, su empleo en el tratamiento de células deficientes en BRCA1 restaura los niveles altos de 53BP1, el cual es un factor de reparación del ADN, por lo que una combinación de vitamina D y de los inhibidores de la polimerasa PARP podría representar una nueva estrategia terapéutica para el cáncer de mama con mal pronóstico.
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