jueves, 22 de noviembre de 2012

Un consumo de pescado (omega-3) entre los 6 y 12 meses protege a los niños del asma

Un estudio realizado en Holanda con miles de niños, ha demostrado que aquellos que introdujeron pronto el pescado (entre los seis meses y el año de vida) tuvieron menos riesgo de desarrollar asma bronquial que los que lo hicieron después del primer año y paradójicamente también antes de los 6 meses.

El equipo de Jessica Kiefte-de Jong, del Centro Médico Erasmo, en Rotterdam, asegura que estos resultados respaldan la teoría que propone que la exposición temprana a ciertos ácidos grasos del pescado protegen del asma.

Los nuevos resultados, que surgen de más de 7.000 niños de Holanda, no prueban que comer pescado en un determinado período de la infancia previene la aparición de sibilancias, pero se suman al resto de los estudios que habían sugerido la existencia de una conexión.

La preocupación por las alergias a los mariscos y el pescado hace que algunos padres y médicos retrasen la incorporación de pescado a la dieta infantil. Pero algunos estudios habían hallado que si las mujeres comían pescado en el embarazo o si el bebé comenzaba a comerlo tempranamente disminuiría el riesgo de asma infantil.

El equipo revisó la literatura médica. Con la información sobre la salud y la dieta de 7.210 niños nacidos entre el 2002 y el 2006 en Rotterdam, los autores determinaron que 1.281 niños habían comido pescado en los seis primeros meses de vida, que 5.498 lo habían hecho en los segundos seis meses y que 431 no habían ingerido pescado hasta después del primer año.

Posteriormente, el equipo analizó las historias clínicas de los niños cuando tenían cuatro años para saber cuántos tenían sibilancias o disnea (pitidos al respirar o dificultad respiratoria) y encontró que el 40-45 por ciento de los padres del grupo que no había comido pescado hasta después del año de vida dijo que sus hijos tenían sibilancias, comparado con el 30 por ciento de los padres de los niños que habían probado pescado entre los seis y 12 meses de edad.

Eso, para los autores, significa que los niños que habían consumido pescado entre los seis meses y el año de vida tenían un 36 por ciento menos riesgo de tener sibilancias.

Los niños que habían comido pescado antes de los seis meses de edad tenían el mismo nivel de riesgo que los que lo habían hecho a partir del primer año. No se observó una relación significativa entre el momento de la incorporación del pescado a la dieta y la disnea.

Esta ventana de edad en la que se produce el efecto protector puede ser debida según algunos autores a que es el periodo en el que se está educando el sistema inmunológico.

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