La artrosis es aquella enfermedad en la
que se produce una degeneración lenta y progresiva de nuestras articulaciones,
afectándose fundamentalmente el cartílago que la recubre, pero produciéndose
también cambios en la cápsula articular y en el hueso adyacente, con aparición
de pequeños crecimientos de picos óseos u osteofitos. En definitiva se trata de
un desgaste de nuestras articulaciones. Como consecuencia de estos cambios se
originan sus principales síntomas: una pérdida progresiva de la funcionalidad
de la articulación, acompañada de dolor de intensidad variable.
Es la más común de las enfermedades articulares y la
causa más común de dolor crónico, teniendo éste una prevalencia en la población
española del 11%. El envejecimiento del organismo se asocia de forma importante
con la presencia de esta patología, ya que suele afectar más a personas en la
quinta o sexta década de la vida, siendo prácticamente universal en todos los
ancianos.
Las principales articulaciones afectadas son rodillas,
dedos, caderas y columna. La rodilla es la articulación que con más frecuencia
se afecta, por sexos hay un ligero predominio de la artrosis de cadera en
hombres y de rodilla y manos en mujeres.
Sus condicionantes más importantes son la edad
superior a 50 años, el sexo femenino, la obesidad, la ejecución de trabajos o
deportes de gran impacto, (sobreuso y sobrecarga articular), las alteraciones
de la alineación de la espalda o piernas y otras enfermedades (infecciones,
hemofilia, etc.).
Clínicamente se caracteriza por un
dolor que aparece al iniciar la movilización de la articulación afectada y que
mejora paulatinamente conforme se moviliza ésta. Es típico en la artrosis oír
en la consulta pacientes que refieren como al levantarse de la cama o de un
sillón, están "entumecidos", y les cuesta moverse y conforme
van pasando el dolor desaparece y lo refieren como si se hubieran "engrasado
los huesos". A medida que la enfermedad progresa, disminuye la
movilidad de la articulación, aparecen contracturas en flexión, dolor a la
presión y crujidos o sensación rechinante.
El diagnóstico, además de clínico y exploratorio, se apoya en la
realización de radiografías en las que se pueden observar los cambios típicos
de la artrosis.
Cuando un paciente acude a una de nuestras consultas
con el diagnóstico de artrosis, fundamentalmente lo que nos está pidiendo es
que le suprimamos o al menos minimicemos el dolor y es este síntoma hacia donde
clásicamente se han dirigido los tratamientos clásicos para esta patología, es
decir, en el empleo de analgésicos y antiinflamatorios que aunque
desde luego estos nunca curan, sí alivian esta patología tan incapacitante.
Debemos también recordar que en los casos leves, el
tratamiento se basa en la educación del paciente y en medidas no farmacológicas,
como la terapia ocupacional. Además, son siempre importantes medidas como el
descenso de peso con un programa dietético adecuado y el fortalecimiento
muscular mediante la realización de ejercicios, que a pesar de ser sencillas y
no implicar ningún coste, presentan dificultades por la falta de adherencia a
estos programas por parte del paciente, y otras por la poca implicación de los
profesionales de la salud. En los casos de sintomatología grave y progresiva
puede requerirse tratamiento quirúrgico.
En los últimos años han aparecido nuevos fármacos con
acción condroprotectora o condromoduladora, la mayor parte de ellas de origen
natural, que atendiendo a su mecanismo de actuación forman parte de los SYSADOA
(Symptomatic Slow Acting Drugs for Osteoarthritis) o fármacos modificadores de
síntomas de acción lenta para la artrosis que han demostrado ser efectivos en
ensayos in vitro, existiendo una evidencia clínica de que ralentizan la
evolución de la enfermedad, pues favorecen los fenómenos de anabolismo (formación
de cartílago) y frenan los procesos catabólicos (destrucción) en el condrocito,
la célula responsable del metabolismo en el cartílago, traduciéndose en los
estudios clínicos realizados ser eficaces en el control del dolor y en la
mejora de la función articular. Tienen como características su simplicidad, no
interacción con otros medicamentos, reducción del dolor, mejora de la movilidad
y ausencia de efectos secundarios, lo que los convierte en unos aliados
perfectos para combatir la artrosis.
Existen dos grupos de tratamientos naturales en el
abordaje de la artrosis:
-
Sustancias
con acción analgésica-antiinflamatoria: entre ellas tenemos el harpagofito,
sauce, ulmaria, capsicum,…
-
Sustancias
modificadoras de la evolución de la enfermedad: Con dos subgrupos:
o
Precursores
de la matriz cartilaginosa, entre los que están el sulfato de glucosamina, el
condroitín sulfato, ácido hialurónico, cartílago de tiburón, colágeno,…
o
Moduladores
de las citocinas, entre las que podemos incluir la diacereína y las fracciones
insaponificables de soja y de aguacate.
Glucosamina: Es una
glucoproteína, empleada como sustrato para la producción de condroitinsulfato y
ácido hialurónico que mantienen el armazón de la matriz extracelular y de los
tejidos conectivos. Este componente intercelular es el principal responsable de
la función mecánica del cartílago, de la elasticidad y la resistencia del
cartílago articular. Presenta un inicio de acción analgésica lento, con mejoría
de la función tras 2-3 semanas de tratamiento, que persiste durante 2 a 6 meses
tras cesar en su administración (efecto remanente). Estudios de elevada calidad
avalan el retraso radiológico de la enfermedad y un buen perfil de seguridad.
Condroitin
sulfato: Tiene una eficacia sobre
los síntomas similar a la de los antiinflamatorios no esteroideos, que empieza
de forma gradual pero se prolonga durante más tiempo incluso después de la
supresión del tratamiento. Produce una disminución los síntomas de la
enfermedad artrósica, como son el dolor y la impotencia funcional, mejorando el
movimiento de las articulaciones afectadas, con un efecto que perdura 2 o 3
meses.
Cartílago
de tiburón: Presenta
un efecto antiinflamatorio débil, en contraposición con el analgésico que es
potente. Tiene una acción inhibidora de la angiogénesis, e inhibidora de las
metaloproteasas y aporta elementos plásticos necesarios para la reparación del
cartílago como los glucosaminoglicanos, colágeno, condroitina, etc.,
Ácido hialurónico: Es el
principal componente del líquido sinovial. Da consistencia viscosa y lubricante
al líquido sinovial, contribuyendo así a la homeostasis articular.
Hidrolizado de colágeno (o de gelatina): Indispensable en todos los casos en que sea necesario
contribuir al mantenimiento de los tejidos cartilaginosos o estimular su
formación. La gelatina es un producto obtenido de la disolución o
fraccionamiento de las fibras de colágeno. A las dosis recomendadas y durante
dos meses mejora las alteraciones de los pacientes con artrosis en fase inicial
y la motricidad en personas con artrosis crónica.
Fracción
insaponificable del aceite de soja y de aguacate (ASU): Los ensayos clínicos han mostrado una reducción de
los procesos destructivos del cartílago (efecto anticatabólico), un aumento de
los procesos reparadores (anabólico)y un efecto antiinflamatorio, al actuar
sobre mediadores de la inflamación. Actúa sobre los
componentes más importantes del cartílago, el colágeno que proporciona la
estructura, promoviendo la síntesis de los cinco tipos de colágeno presentes en
el cartílago sano en las porporciones adecuadas, y los proteoglicanos que
confieren al cartílago sus características de absorción de los choques. Todo
ello se traduce en una disminución del dolor, la inflamación y la necesidad de
consumir analgésicos y antiinflamatorios en la mayoría de las personas que lo
utilizan, con las ventajas de la total ausencia de efectos secundarios y ser
vegetal.
Antioxidantes: Los radicales
libres de oxígeno, pueden mediar o aumentar el daño tisular en la articulación artrósica
por varios mecanismos. El consumo de antioxidantes, especialmente de vitamina
C, betacarotenos y vitamina E, protegen contra la progresión de la artrosis,
aunque no tienen efecto sobre su incidencia. Así, la vitamina C a dosis de 150
mg, favorece la síntesis de colágeno tipo II, disminuye el dolor y reduce el
riesgo de pérdida de cartílago y progresión de la enfermedad.
Glicina: El suplemento con este aminoácido ha demostrado una
sensible mejoría de la sintomatología artrósica administrada en dosis de 10
gramos diarios repartidos en dos tomas en un plazo de tiempo entre dos semanas
y cuatro meses.
SAM: Existen estudios que demuestran
que la SAM (S-adenosilmetionina) alivia los síntomas de la artrosis, siendo tan
efectiva como el naproxeno o como el celecoxib, aunque estos funcionan más
rápidamente, ya que la SAM, muestra esa igualdad de acción a las 4 semanas. No
hay evidencia significativa de que la SAM reduzca el avance de la enfermedad.
Fracción lipídica del mejillón de labio verde (Perna canaliculus): En su composición encontramos esteroles y ácidos
grasos saturados, monoinsaturados y poliinsaturados de la serie omega-3 que
disminuyen la inflamación.
Harpagofito
(Harpagophytum procumbens) o garra del diablo –raíz-. El efecto global del harpagofito no puede ser atribuido
a ningún principio activo aislado sino más bien al conjunto de la acción global
de la mayoría de ellos, ya que suelen ser más efectivos los extractos totales
de la planta que sus principios activos aislados y su efecto se traduce en un
importante efecto analgésico/antiinflamatorio.
Sauce
(Salix alba, -corteza-:
El principal componente del sauce es la salicina, con propiedades analgésicas,
antiinflamatorias, antipiréticas y antiagregante plaquetario.
Ulmaria
(Filipendula ulmaria o Spirae ulmaria -sumidad florida-: Tiene propiedades antiinflamatoria, analgésica,
antiespasmódica, febrífuga, antiagregante plaquetario, diurética, favorecedora
de la eliminación de urea y ácido úrico, y antilitiasica.
Agentes tópicos:
-
La capsaicina es un
componente natural de la cayena, guindilla y otros pimientos picantes que
reduce de forma selectiva y reversible las reservas de la sustancia P en las
terminaciones centrales y periféricas de las fibras tipo C responsables de la
transmisión de los estímulos dolorosos y pruríticos. Ha demostrado también
eficacia en otros síndromes dolorosos, como la neuropatía diabética, las
neuralgias postherpéticas o los dolores postmastectomía. También se utiliza en
otras patologías no dolorosas como la psoriasis o la rinitis alérgica.
-
El árnica por vía
tópica, ha sido utilizada tanto en el alivio sintomático de la artrosis como en
las contusiones, tendinitis y esguinces. Su mecanismo de acción, parece ser que
se debe a la inhibición de la transcripción del factor NF-κB sobre la cascada
de la inflamación. Se ha comprobado que el gel de árnica es tan eficaz como el
de ibuprofeno para la artrosis.
Además no debemos olvidar desde esa visión integral:
-
Técnicas
pertenecientes a la medicina naturista como el empleo de saquitos de heno o de
semillas de trigo sarraceno o la arcilla en forma de cataplasma que
contribuirán a disminuir la inflamación y el dolor.
-
Ejercicio: ha
demostrado su beneficio en el control del dolor y en la funcionalidad
especialmente de rodilla y cadera con artrosis. Todos los tipos de ejercicio
que ayuden al fortalecimiento de los músculos periarticulares han demostrado
ser útiles. El reposo está totalmente contraindicado, debiendo realizarse
ejercicio físico con moderación, especialmente el caminar y la natación.
-
Rehabilitación y
fisioterapia: La rehabilitación
es importante para prevenir la incapacidad que se produce y ayudan a mitigar el
dolor. La fisioterapia a través
de los masajes, el ultrasonido, la diatermia o la electroestimulación, se ha
convertido en imprescindible para mejorar la calidad de vida de quien sufre
artrosis.
-
Acupuntura: Muy efectiva
para reducir sobre todo el dolor. Se han publicado estudios donde la acupuntura
y la digitopuntura se muestran más eficaces en la eliminación del dolor
artrósico que los medicamentos clásicamente utilizados en esta patología.
-
Homeopatía: Muy
útil para retrasar y limitar la evolución así como para aliviar. Son numerosos
los remedios que podemos utilizar y que tras una historia clínica detallada se
podrá indicar, pero cabe mencionar Rhus toxicodendron, remedio que se
adapta muy bien a las características generales de la artrosis, que se suele
recomendar en dilución 9CH y tomando 3 gránulos una o dos veces al día.
Por último, en cuanto al dolor, debemos de
conocer que no todos los pacientes lo viven por igual, y por tanto existen
factores individuales en su percepción, dependientes de la personalidad del
paciente, como son el estado de ánimo o la ansiedad, que pueden influir más que
la gravedad de la artrosis, en el desarrollo de los síntomas y en la actitud
terapéutica a desarrollar, ya que la intensidad del dolor no siempre es
proporcional al grado de lesión. Mejorar el estado emocional del paciente,
contribuye por tanto a mejorar y disminuir la percepción del dolor.
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