Todos
estamos familiarizados con la familiarizados con los beneficios que supone la ingesta
de fibra en niños y adolescentes para ayudar a prevenir el estreñimiento, y
posteriormente para prevenir el cáncer de colon en adultos, pero desconocíamos
que además el consumo de fibra en edades tempranas, previene del desarrollo en
el futuro del cáncer de mama, según publica un grupo de investigadores de la Escuela de Salud
Pública T.H. Chan de la Universidad de Harvard (EE.UU.), en la revista “Pediatrics”.
El estudio se realizó tras analizar los historiales médicos de 90.534
mujeres incluidas en el 'Nurses' Health Study II' (NHS II), una
investigación puesta en marcha en 1991 y en el que las participantes, cuyas
edades oscilaban entre los 27 y 44 años en el momento de su reclutamiento,
respondían cada cuatro años a un cuestionario sobre sus hábitos dietéticos.
Los resultados mostraron que las mujeres en los primeros años de la edad
adulta cuyas dietas contenían fibra incluida en las frutas y verduras
principalmente, tenían un menor riesgo de desarrollar cáncer de mama entre un 12% y un 19% en función de la
cantidad de fibra ingerida en la dieta, observándose una disminución del 13%
por cada 10 gramos de fibra adicional (aproximadamente la cantidad que
se encuentra en una manzana, en dos rebanadas de pan de
trigo integral, o aproximadamente la mitad de una taza de judías verdes cocidas).
Asimismo, y en caso de que la fibra ya se incluyera en la dieta durante la
adolescencia, la reducción del riesgo se estableció en el 16% para el cáncer de
mama en cualquier etapa de la vida y en el 24% para el desarrollo de la enfermedad
antes de la menopausia.
Los resultados mostraron también una relación inversa muy intensa entre el
consumo de fibra en la dieta y el cáncer de mama para todo el conjunto de
mujeres independientemente de la edad, especialmente con la ingesta de fibra procedente
de frutas y vegetales.
El mecanismo según el cual se ejerce esa protección, parece deberse a que los alimentos ricos en fibra ayudan a
reducir los niveles elevados de estrógenos en sangre, que se encuentran
muy fuertemente ligados al desarrollo de cáncer de mama.
Referencia bibliográfica: http://pediatrics.aappublications.org/content/early/2016/01/28/peds.2015-1226
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