lunes, 25 de mayo de 2009

Síndrome postvacacional


El inicio del mes de Septiembre, se caracteriza no solo por la finalización del periodo vacacional para la inmensa mayoría de los españoles, sino también por el inicio y la reincorporación a nuestros puestos de trabajo y de nuestros hijos a la guardería o al colegio.

Por lo general éstos se adaptan con mayor alegría y entusiasmo a sus labores escolares que los mayores a la rutina de los 11 meses que empiezan a quedar para las siguientes vacaciones y que son causa en muchos casos de una nueva patología descrita en los últimos años como "síndrome postvacacional".

El síndrome postvacacional es un cuadro que podríamos definir como de desadaptación ,con algunos puntos en común con la depresión leve, manifestándose con numerosos y variados síntomas como hastío, inapetencia, desinterés, cansancio, cefaleas, insomnio, dolores musculares, malestar general, cambios de humor, reactivación o agudización de enfermedades que estaban latentes, etc. Estos síntomas, aunque pasajeros por lo general, no requieren ningún tratamiento, ya que suelen desaparecer por sí solos, pero a veces si se perpetúan en el tiempo y no conseguimos recuperar nuestro ritmo habitual, pueden conducirnos con facilidad a un cuadro depresivo.

Las personas más sensibles son aquellas con cuadros depresivos o de ansiedad muy leves que lo toleran cuando el umbral de exigencia es normal sin que se manifiesten síntomas, pudiendo aparecer éstos cuando se tienen que enfrentar a situaciones por encima del umbral al volver de vacaciones.

No existe un diagnóstico ni un tratamiento certero, pues cada uno se readapta a la nueva situación con mecanismos bastantes desiguales. Para unos lo mejor es empezar poco a poco hasta coger el ritmo al trabajo y para otros sin embargo, lo mejor es meterse de lleno sin esperar ya que la propia espera les produce ansiedad.

Sin embargo el mejor tratamiento de este cuadro que podríamos definir como de depresión exógena -aquéllas que no son hereditarias- es el aprendizaje de mecanismos de autocontrol emocional y el cambio de aquellas actitudes y pensamientos pesimistas. Sin embargo, a veces se hace necesaria una pequeña ayuda que nos la puede ofrecerla medicina natural a través de las plantas medicinales como es el hipérico, en dosis de 300 mg. dos veces al día.

También en la edad pediátrica al finalizar las vacaciones, se producen dos situaciones que merecen una atención especial: La imagen de un niño que acude por primera vez al colegio o a la guardería, es la de una cara con mocos que asoman constantemente por la nariz, es decir, catarros de repetición, otitis, amigdalitis, conjuntivitis y un largo etcétera. Este hecho genera un gran preocupación en los padres convirtiéndose en uno de los motivos más frecuentes de retirada de los niños de las guarderías para incorporarlos al colegio años más tarde cuando la escolarización se hace ya obligatoria. Sin embargo, estas primeras infecciones , excepto cuando son muy intensas, no tienen excesiva importancia y no justifican en absoluto esta actitud, ya que por el contrario, van haciendo que el sistema inmunitario de los pequeños se vaya desarrollando y fortaleciendo, creándose anticuerpos para venideras infecciones, consiguiéndose que sus defensas sean cada vez más potentes.

Esta situación de pequeñas infecciones de repetición, si no tiene lugar entonces, ocurrirá en el momento en que los niños acudan de nuevo al colegio, donde se encontrarán con niños con un sistema inmunitario mucho más desarrollado que ellos.

La Medicina Natural, también nos ofrece importantes remedios que se pueden emplear en los niños para prevenir y disminuir los síntomas de estas infecciones, como la jalea real, el propóleo o la equinácea.

En aquellos niños que acuden por primera vez a la guardería, es importante que antes de que inicien las clases, que los padres los preparen para no crearles ningún trauma (que a veces es mayor en los progenitores), explicándoles que van a estar con más niños y que van a jugar y a aprender, y que este hecho va a ser algo divertido y alegre. Se les debe incorporar de forma progresiva y gradual, dejándolos primero poco tiempo para ir aumentando el tiempo de estancia en el centro escolar gradualmente hasta la completa incorporación al horario lectivo, no claudicando ante el primer llanto que seguramente aparecerá.

Además hay que resaltar que en las guarderías donde existe un programa educativo y un plan docente correcto, se ha comprobado con numerosos estudios, que facilitan la sociabilidad del niño, aprendiendo éste a jugar y a compartir, a desarrollar su intelecto, a comunicarse y expresarse mejor, y en definitiva a preparar a los niños para su desarrollo posterior como personas.

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