jueves, 26 de marzo de 2020

Un extracto de azafrán demuestra efectividad en el glaucoma


La presión existente en el interior del ojo, es el resultado de la que ejercen los líquidos oculares contra sus paredes y es necesaria para que el globo ocular se mantenga distendido. Esta presión que existe en el interior del ojo, es el resultado del equilibrio entre producción y reabsorción del humor acuoso en la cámara anterior del ojo situada entre cornea y cristalino (en la cámara posterior, entre cristalino y retina, se encuentra el humor vítreo). El aumento de la presión intraocular o hipertensión ocular es el principal factor de riesgo para el desarrollo de algunas enfermedades oculares, principalmente el glaucoma y la degeneración macular asociada a la edad. En ambos casos, la prevención y la detección temprana son imprescindibles para retrasar el desarrollo de la enfermedad.

Según la OMS, el glaucoma es la segunda causa de ceguera en el mundo y la padecen más de 60 millones de personas. En esta enfermedad, se produce la muerte de las células ganglionares de la retina encargadas de enviar las señales visuales al cerebro, con lo que se produce una pérdida progresiva del campo visual, que si evoluciona, puede llegar a provocar la pérdida total de la visión, ya que estas células no se regeneran y no se pueden reemplazar.

Existen varios factores de riesgo para desarrollar el glaucoma como la predisposición genética, la edad o padecer diabetes o enfermedades cardiovasculares, pero solo uno es modificable, y es la hipertensión intraocular, por lo que su control permite retrasar o incluso prevenir su aparición, aunque a veces, no siempre se puede evitar la neurodegeneración por glaucoma, que es irreversible. Por ello, el diagnóstico precoz y el desarrollo de tratamientos neuroprotectores suponen un reto importante en el control de esta enfermedad.

En el sistema nervioso central, existe una creciente evidencia en estudios tanto de laboratorio como clínicos de que ciertos componentes del azafrán ejercen un efecto neuroprotector, habiéndose comprobado en modelos de enfermedad de Alzheimer y Parkinson. Además, los extractos de azafrán titulados en crocina y crocetina, disminuyen la neuroinflamación al reducir la producción de diversas moléculas neurotóxicas como el óxido nítrico, el factor de necrosis tumoral alfa (TNF–α), la interleucina 1 beta (IL-1β) y especies reactivas de oxígeno (ROS), por lo que estos compuestos pueden ejercer efectos neuroprotectores en el sistema nervioso central.

En el ojo, se ha comprobado los efectos beneficiosos de los extractos de azafrán en diferentes modelos animales de daño retiniano, y así, la crocina aumenta significativamente el flujo sanguíneo en la retina y la coroides, y mejora la oxigenación y el suministro de nutrientes en la retina tras aumentar de forma aguda la presión intraocular, mientras que la crocetina previene el daño retiniano inducido. Estos compuestos también han demostrado eficacia en modelos experimentales de enfermedades oculares neurodegenerativas como la degeneración macular relacionada con la edad (DMAE), la retinopatía diabética y la retinitis o retinosis pigmentaria, pero los estudios en el glaucoma son escasos, donde solo una publicación demuestra que la suplementación oral con azafrán puede reducir significativamente la presión intraocular en pacientes con glaucoma primario de ángulo abierto.

En este nuevo estudio realizado en un modelo animal de hipertensión intraocular se administró un extracto de azafrán (affron®EYE), los autores comprobaron que protege las células ganglionares de la retina de la hipertensión intraocular, reduciendo su muerte y el daño celular causado y que puede prevenir o retrasar la aparición del glaucoma.

Referencia bibliográfica: https://www.mdpi.com/1422-0067/20/17/4110

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