La presión existente en el interior
del ojo, es el resultado de la que ejercen los líquidos oculares contra sus
paredes y es necesaria para que el globo ocular se mantenga distendido. Esta
presión que existe en el interior del ojo, es el resultado del equilibrio entre
producción y reabsorción del humor acuoso en la cámara anterior del ojo situada
entre cornea y cristalino (en la cámara posterior, entre cristalino y retina,
se encuentra el humor vítreo). El aumento de la presión intraocular o
hipertensión ocular es el principal factor de riesgo para el desarrollo de
algunas enfermedades oculares, principalmente el glaucoma y la degeneración
macular asociada a la edad. En ambos casos, la prevención y la detección
temprana son imprescindibles para retrasar el desarrollo de la enfermedad.
Según la OMS, el glaucoma es la
segunda causa de ceguera en el mundo y la padecen más de 60 millones de
personas. En esta enfermedad, se produce la muerte de las células ganglionares
de la retina encargadas de enviar las señales visuales al cerebro, con lo que
se produce una pérdida progresiva del campo visual, que si evoluciona, puede
llegar a provocar la pérdida total de la visión, ya que estas células no se
regeneran y no se pueden reemplazar.
Existen varios factores de
riesgo para desarrollar el glaucoma como la predisposición genética, la edad o
padecer diabetes o enfermedades cardiovasculares, pero solo uno es modificable,
y es la hipertensión intraocular, por lo que su control permite retrasar o incluso
prevenir su aparición, aunque a veces, no siempre se puede evitar la
neurodegeneración por glaucoma, que es irreversible. Por ello, el diagnóstico precoz
y el desarrollo de tratamientos neuroprotectores suponen un reto importante en
el control de esta enfermedad.
En el sistema nervioso central,
existe una creciente evidencia en estudios tanto de laboratorio como clínicos de
que ciertos componentes del azafrán ejercen un efecto neuroprotector,
habiéndose comprobado en modelos de enfermedad de Alzheimer y Parkinson. Además,
los extractos de azafrán titulados en crocina y crocetina, disminuyen la neuroinflamación
al reducir la producción de diversas moléculas neurotóxicas como el óxido
nítrico, el factor de necrosis tumoral alfa (TNF–α), la interleucina 1 beta (IL-1β)
y especies reactivas de oxígeno (ROS), por lo que estos compuestos pueden
ejercer efectos neuroprotectores en el sistema nervioso central.
En el ojo, se ha comprobado los
efectos beneficiosos de los extractos de azafrán en diferentes modelos animales
de daño retiniano, y así, la crocina aumenta significativamente el flujo
sanguíneo en la retina y la coroides, y mejora la oxigenación y el suministro
de nutrientes en la retina tras aumentar de forma aguda la presión intraocular,
mientras que la crocetina previene el daño retiniano inducido. Estos compuestos
también han demostrado eficacia en modelos experimentales de enfermedades
oculares neurodegenerativas como la degeneración macular relacionada con la
edad (DMAE), la retinopatía diabética y la retinitis o retinosis pigmentaria,
pero los estudios en el glaucoma son escasos, donde solo una publicación
demuestra que la suplementación oral con azafrán puede reducir
significativamente la presión intraocular en pacientes con glaucoma primario de
ángulo abierto.
En este nuevo estudio realizado en
un modelo animal de hipertensión intraocular se administró un extracto de
azafrán (affron®EYE), los autores comprobaron que protege las células
ganglionares de la retina de la hipertensión intraocular, reduciendo su muerte
y el daño celular causado y que puede prevenir o retrasar la aparición del
glaucoma.
Referencia bibliográfica: https://www.mdpi.com/1422-0067/20/17/4110
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