miércoles, 10 de junio de 2020

Artrosis y confinamiento por COVID19

Uno de los hechos más relevantes desde el punto de vista social y que ha provocado la actual epidemia de SARS-CoV-2, responsable de la COVID-19, ha sido el confinamiento de la población, el cual, ha cambiado nuestras vidas, hábitos y rutinas de un día para otro.

Cuando se decretó el estado de alarma, lo primero que se pensó fue en las posibles repercusiones emocionales y conductuales que podía tener en cada uno de nosotros, pero también ha tenido importantes consecuencias sobre la esfera más física de nuestra salud.

Estar confinados ha implicado, entre otras cosas, una falta de movilidad y, por ello, las patologías del aparato locomotor son las que más se han visto afectadas por esa disminución del movimiento. De ellas, la principal ha sido la artrosis, dada su alta prevalencia en nuestra sociedad, que, según la última encuesta del Sistema Nacional de Salud, afecta al 18% de la población.

La artrosis como la mayoría de las enfermedades osteoarticulares, precisan de movimiento, aunque cada una de ellas con unas ciertas particularidades. La falta de movimiento provoca que nuestras articulaciones se anquilosen, aumentando la rigidez de las mismas, por lo que, cuando intentemos moverlas, se incrementa el dolor. Además, las posturas inadecuadas al sentarnos y el exceso de horas en sofás demasiado blandos, provoca numerosas contracturas musculares que acrecentan la intensidad del dolor. Es preciso, por tanto, evitar en la medida de lo posible la disminución de la actividad física, ya que confinamiento no es sinónimo de inactividad, por lo que sería importante organizar nuestro día para intercalar las actividades diarias con los periodos de reposo, evitando realizar las tareas domésticas en un plazo breve e intenso de tiempo, para después descansar interminables horas y, en la medida de lo posible, realizar ejercicio de acuerdo con nuestro estado de salud y forma física. Para la artrosis, uno de los ejercicios que se recomienda y que está avalado por estudios científicos es el taichí.

Además, el aumento de la ansiedad, el nerviosismo o el miedo, generan contracturas musculares, que por sí solas pueden provocar dolor, pero si afectan a una articulación con artrosis, incrementarán el roce de las superficies articulares afectadas, aumentando la inflamación y, en consecuencia, el dolor. Por tanto, cuidar de nuestra salud mental es fundamental, intentando evitar pensamientos negativos y realizando ejercicios de relajación.

La artrosis es una enfermedad crónica en la que se dañan nuestras articulaciones destruyéndose lenta y paulatinamente el cartílago articular, pero que afecta también a los tejidos periarticulares como son la cápsula, la sinovial, el hueso situado por debajo del cartílago (subcondral), los ligamentos, los tendones y los músculos. Cualquier articulación puede verse afectada, pero las más frecuentes son las de la rodilla, la cadera, las manos y la columna.

La mayoría de la población y numerosos profesionales, para tratar la artrosis, recurren a medicamentos que solo alivian, como son los analgésicos y los antiinflamatorios, que nunca curarán este proceso, pero sí harán que se sobrelleve mejor la enfermedad. Desde la Medicina naturista, son muchos los recursos que disponemos para tratar esta dolencia, con menos efectos secundarios que los fármacos y por tanto con mejor perfil de seguridad. Éstos se pueden dividir en dos grandes grupos, los puramente sintomáticos y los que son capaces de modificar la evolución de la enfermedad.

Dentro de las plantas que actúan sobre los síntomas, y que podemos ingerir en diferentes presentaciones, se encuentran el sauce (Salix alba) y la ulmaria (Spirae ulmaria), ricas en ácido metil salicílico, el harpagofito (Harpagophytum procumbens) con sus harpagósidos como responsables de su acción, o la cúrcuma (Curcuma longa), cuyos principios activos para que sean absorbidos deben ser administrados con pimienta negra o de forma fitosomada, la uña de gato (Uncaria tormentosa) o el mejillón de labio verde (Perna canaliculus).

También podemos ofrecer un tratamiento analgésico con muchos de los remedios citados anteriormente, empleándolos de forma tópica, pero destacan por encima de ellas el árnica (Arnica montana) y la pimienta de cayena (Capsicum annuum), cuya oleorresina se puede emplear en cremas incluso para dolores intensos como son los denominados dolores neuropáticos (postherpéticos, sensación de miembro fantasma, neuralgias intercostales o del trigémino, etc.).

Sin restarle importancia a lo que nos reclama el paciente que suele ser siempre que le mejoremos su dolor, desde el punto de vista terapéutico, más interesante sea quizás emplear plantas medicinales o moléculas que sean capaces de detener y en la medida de lo posible reparar, los daños provocados por la evolución de la enfermedad. Estos, como se entenderá, no nos ofrecerán un efecto analgésico rápido, pero sí a medio y largo plazo, de una forma más consolidada y definitiva, ya que la disminución de la percepción dolorosa, será consecuencia de la reparación y regeneración del cartílago articular. A estas sustancias que poseen este efecto se las conoce desde el punto de vista farmacológico como “modificadores de los síntomas de la artrosis de acción lenta” o por sus siglas en inglés como SYSADOA (Symptomatic slow action drug osteoarthritis).

Los SYSADOA tienen un comienzo de acción lenta, a diferencia de los antiinflamatorios no esteroideos y, por ello, la Agencia Europea del Medicamento, recomienda que el efecto analgésico de este grupo se valore en la artrosis al menos tras seis meses de tratamiento, y el efecto sobre la estructura articular tras 2 años de tratamiento. Otra característica es que poseen una eficacia global parecida a la de los antiinflamatorios no esteroideos y un efecto que se prolonga durante más tiempo, incluso durante algunos meses después de la supresión del tratamiento (efecto carry over o remanente).

Dentro de los SYSADOA, podemos distinguir dos grandes grupos, los que aportan elementos estructurales al cartílago articular, como son el colágeno, el sulfato de glucosamina, el condroitinsulfato, el ácido hialurónico o el cartílago de tiburón, algunos de ellos con más o menos actividad sobre el cartílago y, por otro lado, están los que actúan sobre los mediadores involucrados en el deterioro del cartílago articular donde encontramos a la diacereína y unas moléculas extraídas de la soja y del aguacate.

La diacereína es una antraquinona que se encuentra en las plantas del género Cassia y tiene moderada actividad antiinflamatoria y analgésica junto con efectos laxantes débiles. Su estructura química presenta similitudes con la de las tetraciclinas y su principal mecanismo de acción, es la inhibición de la interleukina-1. Sin embargo, esta molécula natural posee numerosos efectos secundarios, por lo que solo se comercializa como medicamento bajo prescripción médica.

La otra sustancia, realmente es un conjunto de moléculas conocidas como fracción insaponificable de los aceites de soja y aguacate (ASU por sus siglas en inglés, “avocado soybean unsaponifiable”) compuesta por una mezcla en la que predominan los esteroles vegetales como el beta-sitosterol, el estigmasterol y el campesterol. Los aceites en general tienen la propiedad de saponificarse, es decir de formar un jabón mediante un proceso químico al añadirle un álcali. Sin embargo, menos del 1 % del aceite de la soja y aguacate no se saponifica y con esa fracción, en una proporción 2:1 de soja con respecto al aguacate y en una cantidad total de 300 mg es con la que se elabora este medicamento o complemento.

Desde que se publicara en 1972 el primer estudio en Francia, se ha ido dilucidando el mecanismo íntimo por el que actúan estas moléculas, por lo que, en la actualidad, conocemos como actúan aumentando la síntesis de los diferentes tipos de colágeno que existen en el cartílago, haciendo que el condrocito, la única célula presente en el cartílago, los sintetice, y cómo actúa sobre otras moléculas que intervienen en el proceso artrósico como son el factor transformador del crecimiento (TGF-β1, TGF-β2), el inhibidor del plasminógeno activado (Pai-1), la IL-1, IL-1b, IL-6, IL-8, PGE2 y estromelisina, mediadores químicos que se asocian a la destrucción del cartílago sano. En definitiva, inhibe las moléculas implicadas en la inflamación (efecto antiinflamatorio), se opone a la acción destructiva de enzimas catabólicas (efecto anticatabólico) y activa la síntesis de algunos de los elementos componentes del cartílago y aumenta el número de células del cartílago, que en la artrosis se encuentran disminuidas (efecto anabólico).

Los ASU han demostrado una mayor efectividad en aquellas personas que tienen una pérdida más severa del cartílago, pero también beneficia a aquellas personas con diagnóstico de artrosis aunque no tengan síntomas, siendo compatible con la toma de analgésicos naturales o no. Existen estudios que demuestran cómo, conforme avanza el tratamiento, se observa una mejora del dolor, permitiendo reducir las cantidades de otros agentes analgésicos y antiinflamatorios que se suelen administrar en esta enfermedad. Pero lo importante es que este efecto no se deriva de su efecto analgésico, sino que es una consecuencia de la mejora del cartílago articular.

Otra ventaja que poseen los ASU es que, a diferencia de los otros SYSADOA como el colágeno o los sulfatos de condroitina o de glucosamina que son de origen animal, se trata de un producto de origen vegetal, por lo que es apto y puede ser consumido por vegetarianos. Finalmente se puede afirmar que prácticamente carece de efectos secundarios (similares al placebo) y no interacciona con otros medicamentos, lo cual hace que sea una opción muy segura en pacientes polimedicados como son los pacientes artrósicos que por lo general suelen ser mayores, donde coexisten numerosas patologías y diferentes fármacos.

Como vemos, son numerosas las opciones terapéuticas que tenemos para mejorar la artrosis, pero es fundamental, que el paciente se involucre también en su tratamiento realizando ejercicios y mejorando la movilidad, mostrando una actitud positiva. Si se realiza así, seguro que las plantas y suplementos naturales contribuirán a que estemos aún mejor.