Unos de los medicamentos más
eficaces, aunque no exentos de ciertas polémicas, y que actualmente se están
empleando en los diferentes protocolos de tratamiento frente a la pandemia de
COVID-19 son la cloroquina y su derivado, la hidroxicloroquina. No es la
primera vez que se usan para tratar un virus emergente nuevo, ya que hay evidencia
de su actividad frente al virus del Zika, al virus del Ébola y al virus de
Chikungunya. El mecanismo de acción en COVID-19 no se conoce aún con total
profundidad y existen diferentes hipótesis que explicarían los efectos de la
cloroquina en el ciclo de replicación del SARS-CoV-2.
El zinc es otra sustancia que
podría reducir la actividad viral del SARS-CoV-2, ya que posee un efecto
antivírico y puede aliviar las infecciones del tracto respiratorio. Es el
segundo elemento traza más abundante que existe en el cuerpo y sus fuentes
dietéticas son el pescado, los huevos, los productos lácteos, los mariscos
(especialmente ostras) y las carnes rojas. Se necesita un aporte continuo ya
que la capacidad del organismo para almacenarlo es limitada. Está comprobado
que la multiplicación o replicación de los virus del SARS, hepatitis C e
influenza H1N1, se inhiben por el óxido de zinc y las diferentes sales de este.
Tampoco se conoce cómo el zinc ejerce su actividad antiviral y entre los
posibles mecanismos se postulan la inhibición de la unión del virus a la
mucosa, la supresión del efecto inflamatorio, la generación de interferón y la
inhibición de enzimas necesarias para la replicación viral. Un estudio reciente
mostró cómo las sales de zinc inhibían la ARN-polimerasa dependiente del ARN
(RdRp), impidiendo así la replicación viral del virus de la hepatitis E.
Curiosamente, esta enzima inhibida por el zinc, es la misma que también se
necesita para la replicación del SARS-CoV-2.
Sin embargo, el zinc tiene
dificultad para atravesar la membrana de la célula e ingresar en su interior,
donde bloquearía la replicación viral, para lo que precisa de un transportador,
que se conocen en general como ionóforos, que permiten el paso del zinc a
través de la membrana plasmática, liberándolo en el citoplasma.
Es aquí, precisamente, donde la
hidroxicloroquina puede desempeñar su principal papel, actuando como un
ionóforo y permitiendo la entrada del zinc a la célula infectada, por lo que se
ha planteado la administración conjunta y sinérgica de cloroquina o
hidroxicloroquina y zinc para mitigar la exacerbación de COVID-19. De hecho, ya
existe evidencia de los resultados con esta combinación. En concreto, se ha
empleado hidroxicloroquina, azitromicina y zinc en forma de sulfato, en 350
pacientes con COVID-19, con un éxito total: no hubo fallecimientos, ninguno
requirió de asistencia respiratoria, y ni siquiera uno de ellos necesitó ser
hospitalizado, por lo que se han puesto en marcha nuevos estudios para
corroborar estas acciones y resultados.
Desde el punto de vista teórico,
ya que no se ha comprobado con el SARS-CoV-2, existen otras posibilidades de
empleo del zinc para que pueda atravesar la membrana celular, como son su
empleo en forma quelada con un aminoácido o asociado a la quercetina o al
galato de epigalocatequina.
Referencias bibliográficas: https://www.infezmed.it/media/journal/Vol_28_2_2020_9.pdf
y https://pubs.acs.org/doi/10.1021/jf5014633