jueves, 19 de diciembre de 2019

Una revisión de diferentes estudios, concluye que la Huperzia contiene moléculas potencialmente efectivas en el tratamiento de la enfermedad de Alzheimer.


La enfermedad de Alzheimer es la enfermedad más conocida de las que producen pérdida de memoria. Los mecanismos íntimos de cómo se desarrolla y sus causas, aún no se conocen al completo, y no hay un tratamiento eficaz para este trastorno. Se han utilizado algunos medicamentos para prevenirla y tratarla, pero pueden provocar reacciones adversas significativas, por lo que existe la necesidad de desarrollar un tratamiento eficaz para esta dolencia. Las medicinas tradicionales utilizan numerosas plantas medicinales para aliviar los síntomas de la enfermedad que pueden reducir los trastornos neurodegenerativos con menos efectos secundarios que los medicamentos de síntesis, habiéndose convertido en unos prometedores candidatos para tratar la enfermedad de Alzheimer.

En la presente revisión se hace un resumen de la patogénesis y los tratamientos de la enfermedad de Alzheimer y se incluye información sobre los principios activos y la bioactividad de algunas plantas medicinales de la especie Huperzia, que se utilizan para el tratamiento de esta enfermedad.

Para ello se realizó una búsqueda exhaustiva de la literatura en las diferentes bases de datos de publicaciones científicas para posteriormente hacer una revisión bibliográfica de los artículos más relevantes.

Se descubrió que los principales compuestos bioactivos de la especie Huperzia son los alcaloides, que han mostrado efectos significativos en la prevención del desarrollo de la enfermedad de Alzheimer. Los autores de la revisión concluyen que estas nuevas moléculas poseen un potencial terapéutico prometedor frente a la enfermedad de Alzheimer debido a sus actividades antioxidantes, antiinflamatorias e inhibidoras de la acetilcolinesterasa en el sistema nervioso.


lunes, 16 de diciembre de 2019

Brahmi ( Bacopa monnieri ): una planta medicinal ayurvédica contra la enfermedad de Alzheimer

La medicina ayurvédica es un sistema médico originario de la India que se viene usando desde hace miles de años, cuya finalidad es restaurar el equilibrio entre el cuerpo, la mente y el espíritu, empleándose para ello cambios en la alimentación, plantas medicinales, ejercicios, meditación, fisioterapia y otros métodos.

Entre las plantas medicinales de este sistema terapéutico, hay numerosas especies con efecto neuroprotector, destacando Brahmi (Bacopa monnieri) que gracias a su efecto nootrópico se emplea desde la antigüedad para ciertos trastornos neurológicos.

En la enfermedad de Alzheimer se han utilizado numerosos enfoques entre los que se han incluido compuestos naturales y sintéticos. Se caracteriza por la presencia de dos proteínas de forma anómala, la β-amiloide y la Tau. La generación de especies reactivas de oxígeno, el aumento de la neuroinflamación y la neurotoxicidad son las principales disfunciones fisiológicas asociadas con los agregados de Tau, lo que conduce a demencia y déficit de comportamiento.

Entre los componentes bioactivos de Brahmi, encontramos moléculas como los bacósidos A y  B, bacosaponinas, ácido betulínico, etc., cada uno de los cuales tiene un papel importante en la neuroprotección, que se ejerce mediante la reducción de especies reactivas de oxígeno y de la neuroinflamación, la inhibición de la agregación de proteína β-amiloide y la mejora del comportamiento cognitivo y de aprendizaje.

Basándose en estudios anteriores, se confirmó la hipótesis del papel inhibitorio de Brahmi frente a la toxicidad mediada por Tau, concluyéndose que Brahmi puede usarse de forma eficaz como un remedio para el tratamiento de la enfermedad de Alzheimer y otros trastornos neurológicos.


miércoles, 4 de diciembre de 2019

El poder antibiótico de la miel de Manuka

De todos es conocido el abuso que se está haciendo de los antibióticos, no solo en el mundo de la medicina, sino de la veterinaria y de la alimentación, que está provocando que estén apareciendo cada vez más resistencias bacterianas y que los antibióticos puedan dejar de funcionar, presentándose un panorama desolador para el futuro, en el que las voces expertas como la OMS, nos avisan de que posiblemente volvamos a estar en una situación similar a la era preantibiótica.

Para frenar este despropósito, se plantean fórmulas que reviertan esta situación, como es un uso más racional de los antibióticos y se buscan nuevas moléculas que puedan actuar como antibióticas. 

La miel, tiene numerosas propiedades, y una de ellas es la de favorecer la cicatrizacion de las heridas, dificultando que éstas se puedan infectar, hechos que han sido y siguen siendo motivo de numeroso estudios clínicos. La miel, es por tanto una posible candidata para evitar ciertas infecciones, pero además, existen diferentes mieles según las abejas hayan estado en una zona de polinización donde pueden abundar unas plantas u otras que le conferirán diferentes propiedades, con lo que podemos hablar de una miel de romero, de tomillo,....o de manuka, una planta de Nueva Zelanda que le otorga a esa miel, actividad antimicrobiona, por lo que la FDA ya la ha incluido como un tratamiento para curar las heridas.

Pero no queda aquí la cosa, ya que científicos ingleses, han desarrollado una malla quirúrgica, para colocar en casos de hernias, prolapsos de útero, etc. en la que han incorporado la miel de manuka, que se va liberando lentamente y evita que se produzcan infecciones quirúrgicas, favoreciéndose la cicatrización de las heridas.

Otra forma más de combinar la última tecnología, con los recursos que nos ofrece la Naturaleza.




lunes, 25 de noviembre de 2019

TRATAMIENTOS NATURALES EN LA ARTROSIS

La artrosis es aquella enfermedad en la que se produce una degeneración lenta y progresiva de nuestras articulaciones, afectándose fundamentalmente el cartílago que la recubre, pero produciéndose también cambios en la cápsula articular y en el hueso adyacente, con aparición de pequeños crecimientos de picos óseos u osteofitos. En definitiva se trata de un desgaste de nuestras articulaciones. Como consecuencia de estos cambios se originan sus principales síntomas: una pérdida progresiva de la funcionalidad de la articulación, acompañada de dolor de intensidad variable.

Es la más común de las enfermedades articulares y la causa más común de dolor crónico, teniendo éste una prevalencia en la población española del 11%. El envejecimiento del organismo se asocia de forma importante con la presencia de esta patología, ya que suele afectar más a personas en la quinta o sexta década de la vida, siendo prácticamente universal en todos los ancianos.

Las principales articulaciones afectadas son rodillas, dedos, caderas y columna. La rodilla es la articulación que con más frecuencia se afecta, por sexos hay un ligero predominio de la artrosis de cadera en hombres y de rodilla y manos en mujeres.

Sus condicionantes más importantes son la edad superior a 50 años, el sexo femenino, la obesidad, la ejecución de trabajos o deportes de gran impacto, (sobreuso y sobrecarga articular), las alteraciones de la alineación de la espalda o piernas y otras enfermedades (infecciones, hemofilia, etc.).

            Clínicamente se caracteriza por un dolor que aparece al iniciar la movilización de la articulación afectada y que mejora paulatinamente conforme se moviliza ésta. Es típico en la artrosis oír en la consulta pacientes que refieren como al levantarse de la cama o de un sillón, están "entumecidos", y les cuesta moverse y conforme van pasando el dolor desaparece y lo refieren como si se hubieran "engrasado los huesos". A medida que la enfermedad progresa, disminuye la movilidad de la articulación, aparecen contracturas en flexión, dolor a la presión y crujidos o sensación rechinante.

El diagnóstico, además de clínico y exploratorio, se apoya en la realización de radiografías en las que se pueden observar los cambios típicos de la artrosis.

Cuando un paciente acude a una de nuestras consultas con el diagnóstico de artrosis, fundamentalmente lo que nos está pidiendo es que le suprimamos o al menos minimicemos el dolor y es este síntoma hacia donde clásicamente se han dirigido los tratamientos clásicos para esta patología, es decir, en el empleo de analgésicos y antiinflamatorios que aunque desde luego estos nunca curan, sí alivian esta patología tan incapacitante.

Debemos también recordar que en los casos leves, el tratamiento se basa en la educación del paciente y en medidas no farmacológicas, como la terapia ocupacional. Además, son siempre importantes medidas como el descenso de peso con un programa dietético adecuado y el fortalecimiento muscular mediante la realización de ejercicios, que a pesar de ser sencillas y no implicar ningún coste, presentan dificultades por la falta de adherencia a estos programas por parte del paciente, y otras por la poca implicación de los profesionales de la salud. En los casos de sintomatología grave y progresiva puede requerirse tratamiento quirúrgico.

En los últimos años han aparecido nuevos fármacos con acción condroprotectora o condromoduladora, la mayor parte de ellas de origen natural, que atendiendo a su mecanismo de actuación forman parte de los SYSADOA (Symptomatic Slow Acting Drugs for Osteoarthritis) o fármacos modificadores de síntomas de acción lenta para la artrosis que han demostrado ser efectivos en ensayos in vitro, existiendo una evidencia clínica de que ralentizan la evolución de la enfermedad, pues favorecen los fenómenos de anabolismo (formación de cartílago) y frenan los procesos catabólicos (destrucción) en el condrocito, la célula responsable del metabolismo en el cartílago, traduciéndose en los estudios clínicos realizados ser eficaces en el control del dolor y en la mejora de la función articular. Tienen como características su simplicidad, no interacción con otros medicamentos, reducción del dolor, mejora de la movilidad y ausencia de efectos secundarios, lo que los convierte en unos aliados perfectos para combatir la artrosis.

Existen dos grupos de tratamientos naturales en el abordaje de la artrosis:

-          Sustancias con acción analgésica-antiinflamatoria: entre ellas tenemos el harpagofito, sauce, ulmaria, capsicum,…
-          Sustancias modificadoras de la evolución de la enfermedad: Con dos subgrupos:
o   Precursores de la matriz cartilaginosa, entre los que están el sulfato de glucosamina, el condroitín sulfato, ácido hialurónico, cartílago de tiburón, colágeno,…
o   Moduladores de las citocinas, entre las que podemos incluir la diacereína y las fracciones insaponificables de soja y de aguacate.

Glucosamina: Es una glucoproteína, empleada como sustrato para la producción de condroitinsulfato y ácido hialurónico que mantienen el armazón de la matriz extracelular y de los tejidos conectivos. Este componente intercelular es el principal responsable de la función mecánica del cartílago, de la elasticidad y la resistencia del cartílago articular. Presenta un inicio de acción analgésica lento, con mejoría de la función tras 2-3 semanas de tratamiento, que persiste durante 2 a 6 meses tras cesar en su administración (efecto remanente). Estudios de elevada calidad avalan el retraso radiológico de la enfermedad y un buen perfil de seguridad.

Condroitin sulfato: Tiene una eficacia sobre los síntomas similar a la de los antiinflamatorios no esteroideos, que empieza de forma gradual pero se prolonga durante más tiempo incluso después de la supresión del tratamiento. Produce una disminución los síntomas de la enfermedad artrósica, como son el dolor y la impotencia funcional, mejorando el movimiento de las articulaciones afectadas, con un efecto que perdura 2 o 3 meses.

Cartílago de tiburón: Presenta un efecto antiinflamatorio débil, en contraposición con el analgésico que es potente. Tiene una acción inhibidora de la angiogénesis, e inhibidora de las metaloproteasas y aporta elementos plásticos necesarios para la reparación del cartílago como los glucosaminoglicanos, colágeno, condroitina, etc.,

Ácido hialurónico: Es el principal componente del líquido sinovial. Da consistencia viscosa y lubricante al líquido sinovial, contribuyendo así a la homeostasis articular.

Hidrolizado de colágeno (o de gelatina): Indispensable en todos los casos en que sea necesario contribuir al mantenimiento de los tejidos cartilaginosos o estimular su formación. La gelatina es un producto obtenido de la disolución o fraccionamiento de las fibras de colágeno. A las dosis recomendadas y durante dos meses mejora las alteraciones de los pacientes con artrosis en fase inicial y la motricidad en personas con artrosis crónica.

Fracción insaponificable del aceite de soja y de aguacate (ASU): Los ensayos clínicos han mostrado una reducción de los procesos destructivos del cartílago (efecto anticatabólico), un aumento de los procesos reparadores (anabólico)y un efecto antiinflamatorio, al actuar sobre mediadores de la inflamación. Actúa sobre los componentes más importantes del cartílago, el colágeno que proporciona la estructura, promoviendo la síntesis de los cinco tipos de colágeno presentes en el cartílago sano en las porporciones adecuadas, y los proteoglicanos que confieren al cartílago sus características de absorción de los choques. Todo ello se traduce en una disminución del dolor, la inflamación y la necesidad de consumir analgésicos y antiinflamatorios en la mayoría de las personas que lo utilizan, con las ventajas de la total ausencia de efectos secundarios y ser vegetal.

Antioxidantes: Los radicales libres de oxígeno, pueden mediar o aumentar el daño tisular en la articulación artrósica por varios mecanismos. El consumo de antioxidantes, especialmente de vitamina C, betacarotenos y vitamina E, protegen contra la progresión de la artrosis, aunque no tienen efecto sobre su incidencia. Así, la vitamina C a dosis de 150 mg, favorece la síntesis de colágeno tipo II, disminuye el dolor y reduce el riesgo de pérdida de cartílago y progresión de la enfermedad.

Glicina: El suplemento con este aminoácido ha demostrado una sensible mejoría de la sintomatología artrósica administrada en dosis de 10 gramos diarios repartidos en dos tomas en un plazo de tiempo entre dos semanas y cuatro meses.

SAM: Existen estudios que demuestran que la SAM (S-adenosilmetionina) alivia los síntomas de la artrosis, siendo tan efectiva como el naproxeno o como el celecoxib, aunque estos funcionan más rápidamente, ya que la SAM, muestra esa igualdad de acción a las 4 semanas. No hay evidencia significativa de que la SAM reduzca el avance de la enfermedad.

Fracción lipídica del mejillón de labio verde (Perna canaliculus): En su composición encontramos esteroles y ácidos grasos saturados, monoinsaturados y poliinsaturados de la serie omega-3 que disminuyen la inflamación.

Harpagofito (Harpagophytum procumbens) o garra del diablo –raíz-. El efecto global del harpagofito no puede ser atribuido a ningún principio activo aislado sino más bien al conjunto de la acción global de la mayoría de ellos, ya que suelen ser más efectivos los extractos totales de la planta que sus principios activos aislados y su efecto se traduce en un importante efecto analgésico/antiinflamatorio.

Sauce (Salix alba, -corteza-: El principal componente del sauce es la salicina, con propiedades analgésicas, antiinflamatorias, antipiréticas y antiagregante plaquetario.

Ulmaria (Filipendula ulmaria o Spirae ulmaria -sumidad florida-: Tiene propiedades antiinflamatoria, analgésica, antiespasmódica, febrífuga, antiagregante plaquetario, diurética, favorecedora de la eliminación de urea y ácido úrico, y antilitiasica.

Agentes tópicos:

-          La capsaicina es un componente natural de la cayena, guindilla y otros pimientos picantes que reduce de forma selectiva y reversible las reservas de la sustancia P en las terminaciones centrales y periféricas de las fibras tipo C responsables de la transmisión de los estímulos dolorosos y pruríticos. Ha demostrado también eficacia en otros síndromes dolorosos, como la neuropatía diabética, las neuralgias postherpéticas o los dolores postmastectomía. También se utiliza en otras patologías no dolorosas como la psoriasis o la rinitis alérgica.

-          El árnica por vía tópica, ha sido utilizada tanto en el alivio sintomático de la artrosis como en las contusiones, tendinitis y esguinces. Su mecanismo de acción, parece ser que se debe a la inhibición de la transcripción del factor NF-κB sobre la cascada de la inflamación. Se ha comprobado que el gel de árnica es tan eficaz como el de ibuprofeno para la artrosis.

Además no debemos olvidar desde esa visión integral:

-          Técnicas pertenecientes a la medicina naturista como el empleo de saquitos de heno o de semillas de trigo sarraceno o la arcilla en forma de cataplasma que contribuirán a disminuir la inflamación y el dolor.

-          Ejercicio: ha demostrado su beneficio en el control del dolor y en la funcionalidad especialmente de rodilla y cadera con artrosis. Todos los tipos de ejercicio que ayuden al fortalecimiento de los músculos periarticulares han demostrado ser útiles. El reposo está totalmente contraindicado, debiendo realizarse ejercicio físico con moderación, especialmente el caminar y la natación.

-          Rehabilitación y fisioterapia: La rehabilitación es importante para prevenir la incapacidad que se produce y ayudan a mitigar el dolor. La fisioterapia a través de los masajes, el ultrasonido, la diatermia o la electroestimulación, se ha convertido en imprescindible para mejorar la calidad de vida de quien sufre artrosis.

-          Acupuntura: Muy efectiva para reducir sobre todo el dolor. Se han publicado estudios donde la acupuntura y la digitopuntura se muestran más eficaces en la eliminación del dolor artrósico que los medicamentos clásicamente utilizados en esta patología.

-          Homeopatía: Muy útil para retrasar y limitar la evolución así como para aliviar. Son numerosos los remedios que podemos utilizar y que tras una historia clínica detallada se podrá indicar, pero cabe mencionar Rhus toxicodendron, remedio que se adapta muy bien a las características generales de la artrosis, que se suele recomendar en dilución 9CH y tomando 3 gránulos una o dos veces al día.

Por último, en cuanto al dolor, debemos de conocer que no todos los pacientes lo viven por igual, y por tanto existen factores individuales en su percepción, dependientes de la personalidad del paciente, como son el estado de ánimo o la ansiedad, que pueden influir más que la gravedad de la artrosis, en el desarrollo de los síntomas y en la actitud terapéutica a desarrollar, ya que la intensidad del dolor no siempre es proporcional al grado de lesión. Mejorar el estado emocional del paciente, contribuye por tanto a mejorar y disminuir la percepción del dolor.

lunes, 4 de noviembre de 2019

El azafrán una alternativa cada vez más documentada a los antidepresivos de síntesis


La sertralina es un antidepresivo que pertenece al grupo farmacológico de los llamados inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina o ISRS, ampliamente utilizada en todo el mundo en el tratamiento de la depresión y sobre la que existe una amplia experiencia.

Por ese motivo, numerosas moléculas naturales se comparan en cuanto a su efectividad con antidepresivos ya conocidos para poder ser avaluadas. En este caso, el azafrán, del que ya se conocía su efecto antidepresivo, se comparó en cuanto a efectividad con este antidepresivo, la sertralina, en un grupo de pacientes muy determinado, pacientes mayores diagnosticados de depresión mayor.

Para ello se seleccionaron 50 pacientes (edad media: 65 años; 70% hombres) que fueron asignados al azar en dos grupos, cada uno de los cuales, recibió 60 mg/día de azafrán o 100 mg/día de sertralina durante seis semanas, valorándolos al inicio del tratamiento y a las 2, 4 y 6 semanas mediante la escala de Hamilton que nos permite cuantificar mediante un cuestionario, la gravedad de la depresión.

Durante este tiempo de tratamiento, los síntomas depresivos disminuyeron de igual forma entre los pacientes que recibieron sertralina o azafrán, por lo que los autores del estudio, concluyen que ambas moléculas tienen igual potencial antidepresivo en personas mayores que son reacias a la toma de más medicamentos y que por tanto, el azafrán podría ser una alternativa eficaz a los fármacos antidepresivos.


jueves, 26 de septiembre de 2019

La combinación de Glucosamina, Condroitina y ASU, puede ser efectiva en lesiones tendinosas

La tendinitis, es un trastorno frecuente que se caracteriza por una degeneración del tendón que provoca dolor y una disfunción variables según el tendón afectado. La inflamación juega un papel clave en el origen y desarrollo de la tendinopatía. Las células tendinosas producen moléculas proinflamatorias que inducen dolor y deterioro de los tejidos. Los fármacos antiinflamatorios no esteroideos utilizados actualmente son paliativos, y además se han asociado con efectos secundarios adversos por lo que se busca una alterativa segura.

Este estudio determinó si la expresión en las células tendinosas (tenocitos o tendinocitos) de la ciclooxigenasa proinflamatoria (COX) -2 y la producción de prostaglandina E2 (PGE 2 ) podrían atenuarse mediante la combinación de insaponificables de soja y aguacate (ASU), glucosamina (GLU) y sulfato de condroitina (CS), que se han utilizado con éxito en el tratamiento del deterioro articular que tiene lugar en la la artrosis u osteoartritis.

Los tenocitos se cultivaron en medios con y sin ASU, GLU y CS que se estimularon con interleucina-1 β, midiéndose la expresión del gen COX-2, o la producción de PGE 2. Las células tendinosas proliferaron y produjeron colágeno de tipo I.

La expresión del gen COX-2 inducida por IL-1 β y la producción de PGE 2 se redujeron significativamente por la combinación de (ASU + GLU + CS), por lo que la supresión de la respuesta inflamatoria inducida por IL-1 β sugiere que (ASU + GLU + CS) puede ayudar a atenuar la inflamación presente en las tendinopatías.

Referencia bibliográfica: https://www.liebertpub.com/doi/abs/10.1089/jmf.2019.0022?rfr_dat=cr_pub%3Dpubmed&url_ver=Z39.88-2003&rfr_id=ori%3Arid%3Acrossref.org&journalCode=jmf

lunes, 2 de septiembre de 2019

Las enfermedades alérgicas

     La alergia, se define como la capacidad que tiene una sustancia para  provocar tras su administración repetida, una reacción adversa en nuestro organismo debida a un trastorno de la inmunidad. Se podía decir que no es más que una respuesta excesiva de nuestro sistema inmunitario que tiene lugar cuando éste se enfrenta a una sustancia extraña a nuestro organismo. Siempre que cualquier sustancia extraña pretende invadir nuestro cuerpo, se ponen en marcha una serie de mecanismos para defendernos de esa agresión, como son la liberación de sustancias y mediadores químicos como la histamina, serotonina, bradiquinina, prostaglandinas, etc., pero cuando estas se liberan en exceso, pueden también además de destruir al agente invasor hacernos daño a nosotros mismos provocando determinadas reacciones, como puede ser la aparición de un eccema, picor, broncoespasmo con sensación de asfixia, etc.

     Se puede tener alergia a cualquier sustancia que esté presente en el medio en el que vivimos, bien sean sustancias naturales o sustancias químicas y que tengan naturaleza proteica para que sean capaces de generar en nuestro organismo anticuerpos.

     Además de las causas genéticas, influyen en el desarrollo de la alergia las causas medioambientales, lo que explicaría el aumento de su incidencia en los últimos años. Cada vez son más las sustancias químicas con las que estamos en contacto y que son susceptibles de desencadenar una alergia. Hasta hace una serie de años solo se conocían prácticamente las alergias a las plantas y sus polenes y a los alimentos, siendo el resto de las alergias muy raras. El auge de la industria química, ha hecho que cada vez sean más las sustancias que están apareciendo como nuevas y por tanto, más las posibles alergias a esas sustancias, como ha ocurrido con el látex, que cada vez se usa más en guantes, preservativos, globos, chupetes, etc. Además esas sustancias químicas pueden producir una alergia de forma directa, o de forma indirecta, interfiriendo en las respuestas normales de nuestro sistema inmunológico hacia otras sustancias, provocando pequeños desajustes que se traducen en la aparición de fenómenos alérgicos a otras sustancias a las que anteriormente estábamos expuestos y a las que nunca habíamos desarrollado una alergia contra ellas.

     Se calcula que aproximadamente existen en España 6 y 8 millones de alérgicos y las cifras para años venideros pueden ir en aumento. Hay familias en las que es frecuente ver a varios hermanos alérgicos o padres o hijos, es decir hay una atopia familiar. Si ambos padres son alérgicos a una determinada sustancia, los hijos, tienen el 50% de probabilidad de tener esa misma alergia. Ya se han identificado algunos genes que están implicados en la aparición y desarrollo de una futura alergia, aunque todavía es algo que está en fase experimental y que en el futuro cuando tengamos el mapa completo del genoma humano, nos será muy útil para saber quién puede desarrollar una alergia y quién no, pero cada vez cobran una mayor importancia los factores ambientales que por desgracia vemos que poco podemos controlar.

     Los síntomas de las alergias se van a manifestar precisamente en aquellos órganos que nos ponen en relación con el exterior, es decir, nuestra piel, nuestros pulmones, nuestro aparato digestivo y nuestra conjuntiva ocular.

     El aparato digestivo, se va a ver afectado especialmente en las alergias alimentarias, y vamos a observar fundamentalmente vómitos, diarreas, pérdida de peso y desnutrición progresiva, etc. A nivel cutáneo, lo más frecuente es ver la aparición de eccemas, ronchas, picor,... Si la alergia afecta a las vías respiratorias sobre todo vamos a observar problemas de rinitis y sinusitis con un moqueo acuoso continuo o sensación de taponamiento de la cabeza con cefaleas, acompañándose la mayoría de las veces de congestión de la mucosa ocular con la aparición de conjuntivitis alérgica, y síntomas como el lagrimeo la sensación de arenilla constante en el ojo, etc. Sin embargo si en vez de afectarse las vías respiratorias bajas lo hacen las zonas más bajas de nuestro aparato respiratorio, los síntomas serán más graves ya que estaremos hablando de situaciones como el asma bronquial que ya si puede poner en peligro la vida de quien lo padece. Es por la gravedad de estos síntomas por lo que los pacientes alérgicos deben de tener un acertado tratamiento, ya que se sabe que el 70% de los pacientes con rinitis alérgica de cualquier causa, pueden desarrollar asma bronquial, que es un proceso mucho más grave que el moqueo constante de las rinitis. Por último podíamos hablar de síntomas cardiovasculares que se producen en situaciones ya comprometidas para la vida y que pueden conducir a un shock circulatorio, llegando por tanto a la parada cardiaca.

     La alergia no es por tanto una enfermedad banal y en muchos casos es causa de absentismo laboral, escolar y de un cierto deterioro de nuestro estilo y calidad de vida, por lo que es importante como en cualquier otra enfermedad instaurar un tratamiento que frene el desarrollo de una alergia y sus posteriores complicaciones.

     Las pruebas diagnósticas de la alergia más conocidas son las que se realizan en la piel en las que se pone la sustancia a estudiar en contacto con nuestra sangre a través de un pequeño arañazo con una lanceta en el antebrazo, pero no son estas las únicas, ya que por ejemplo si la alergia se sospecha sea alimenticia se pueden hacer pruebas de desencadenamiento administrando en la alimentación aquella sustancia de la que se sospecha nos pueda producir el cuadro y ver que es lo que ocurre, pero esto se hace en el ámbito hospitalario ya que se pueden desencadenar reacciones a veces graves. Aún así hay otras muchas pruebas diagnósticas que se pueden realizar, como son la determinación de IgE, biopsias de piel o intestinales, etc. Las pruebas cutáneas solo son eficaces para las sustancias más comunes que producen alergia, porque podemos ser alérgicos a cualquier sustancia o molécula presente en la Naturaleza, y sin embargo el número de reacciones que se estudian en la piel son más bien limitadas. No se estudian el polen de todas las plantas, sino el de las más comunes (gramíneas, olivo, leguminosas,..); no se estudia el pelo o el epitelio de todos los animales, sino también el de los más comunes (caballo, perro, gato,...), y así con todo, y es que realmente si se quisieran estudiar todas esas sustancias que nos pueden producir una alergia no tendríamos tiempo en esta vida ni superficie en la piel para que se nos pudieran hacer esas pruebas.

     Las vacunas pretenden provocar una desensibilización progresiva de nuestro sistema inmune, es decir lo que se hace es introducir en nuestro cuerpo dosis muy pequeñas de la sustancia a la que somos alérgicos para que nuestro organismo se acostumbre y después ir aumentándola conforme nuestro organismo se haya adaptado a esa dosis y así poco a poco llegar a las dosis o concentraciones normales con las que vamos a convivir cada día.

     Sin embargo, la inmunoterapia aunque es la única terapia reconocida como efectiva por la OMS, no es del todo eficaz y seguro que conocemos a personas que dejaron de ser alérgicas y otras muchas que a pesar de las vacunas continúan siéndolo.

     En el que caso de que el paciente responda a la inmunoterapia, podemos decir que en este caso sí se puede hablar de curación, ya que no es una medicina sintomática como son los corticoides y los antihistamínicos utilizados en el tratamiento y curso de esta enfermedad, que sí que nunca nos van a curar, aunque sí aliviar, pero con un riesgo, la cronificación de la enfermedad.

     La prevención es fundamental porque por ejemplo en el árbol respiratorio, los enfermos evolucionan de monosensibles a polisensibles, la enfermedad tiene un curso descendente, primero se afectan las vías respiratorias altas (con menos gravedad de síntomas) y después las bajas (con mayor gravedad de síntomas) y los síntomas evolucionan también en severidad (primero asmas leves y después graves), por lo que la intervención en cualquiera de los tres niveles contribuye a la prevención.

     Si se conoce la sustancia responsable del desencadenamiento de la reacción alérgica, lo primero será evitarla, es decir si se es alérgico al polen de las gramíneas, procurar evitar aquellos ambientes donde estas plantas se cultiven o si es alérgico a un antibiótico, evitar ponérselo o si se al pelo del gato, evitar tener gatos en casa. Sin embargo, esto a veces no es posible porque bien o no se puede evitar, o se desconoce la sustancia que produce alergia, por lo que debemos utilizar otras medidas preventivas como el uso de humidificadores que humedezcan el ambiente y atrapen y depositen en el suelo los polenes o el polvo si somos alérgicos a ellos o evitar las humedades de la casa si somos alérgicos a los hongos, evitar todo aquello que tenga una alta carga química no natural (ambientes contaminados, alimentos con demasiados aditivos, etc.), evitar viajar con las ventanillas bajadas, mantener las habitaciones limpias procurando realizar la limpieza con aspiradora,...
       
     No existe una dieta general específica para este trastorno, lo mejor es adaptar la dieta a cada paciente realizando pruebas de alergia y de intolerancias alimenticias, con lo que se consigue una alimentación “a medida” para cada paciente. Existen otras medidas como regular el sistema inmune, utilizando suplementos nutricionales con efecto antioxidante, aumentar en nuestra alimentación el consumo de ajo y cebolla que disminuyen los niveles de ciclooxigenasa (uno de los mediadores químicos de la reacción alérgica), tomar con regularidad yogur con cultivos vivos, que aumenta los niveles de interferón gamma en nuestro organismo y disminuye los de inmunoglobulina E (IgE), evitar las situaciones de estrés que en muchos casos actúan como desencadenantes y como agravantes de episodios alérgicos etc.

     Las bacterias probióticas presentes en los yogures, es preferible consumirlas en forma de preparados comerciales que incluyan probióticos y prebióticos. La cepa más estudiada es el Lactobacillus GG y los mejores resultados se han observado en la prevención de la dermatitis atópica. La administración, durante el último trimestre del embarazo y la lactancia, de Lactobacillus GG, solo o en combinación con Bifidobacterium lactis, a madres con antecedentes de dermatitis atópica, reduce el riesgo de desarrollarla.

     Son numerosas las plantas medicinales con actividad de frenar los procesos alérgicos, y entre ellas están:
  • Onagra (Oenothera biennis): Posee propiedades antihistamínicas que contribuyen a disminuir la urticaria. Su uso previene la aparición de alergias respiratorias y reduce sus síntomas. El ácido gamma-linolénico es muy útil en uso externo o tópico en el tratamiento de los eccemas.
  • Reishi (Ganoderma lucidum): Posee distintos principios activos que actúan sobre el fenómeno alérgico:
    • Triterpenoides: actúan como antiinflamatorios naturales sobre el aparato respiratorio, calmando y suavizando las molestias respiratorias.
    • Ácidos ganodéricos: reducen la liberación excesiva de histamina y disminuyen a la vez la tendencia o predisposición a las alergias.
    • Lanostina: tonifica las glándulas suprarrenales mejorando así nuestra respuesta ante las alergias. Los síntomas serán más cortos en su duración y su intensidad.
    • Efecto antioxidante.
  • Sol de oro (Helychrisicum stoechas): Posee propiedades antihistamínicas que ayudan a contrarrestar los síntomas alérgicos.
  • Escutelaria: Planta, originaria de China, que contiene una serie de principios activos cuya acción es similar a la que ejerce el cromoglicato disódico, inhibiendo la degranulación de los mastocitos inducida por los antígenos, con lo que se impide la liberación de histamina. Además contiene sustancias antioxidantes que neutralizan los efectos tóxicos de los radicales libres.
  • Quercetina: Sustancia extraída de la planta Sophora japonica L., capaz de reducir o evitar muchos procesos inflamatorios en los que interviene la histamina. Inhibe la liberación de leucotrienos, responsables de la contracción de la fibra muscular lisa del árbol bronquial entre otros, relacionados con la broncoconstricción de los fenómenos asmáticos.
  • Grosellero negro: actúa fundamentalmente sobre la corteza suprarrenal, esto le confiere la propiedad de ser un gran antiinflamatorio y de tener los efectos de los corticoides sin los perjuicios para la salud de estos (acción pseudo-ACTH).
  • Fumaria: Posee una acción muy importante antihistamínica, por ello se usa con éxito en las alergias y el asma. es antialérgica y depurativa lo que facilita la eliminación de impurezas y residuos acumulados en el organismo como consecuencia de la reacción alérgica.
  • Pino marítimo, picnogenol: Es un regulador de las alteraciones alérgicas debido a una acción antihistamínica, que evita que la respuesta alérgica sea importante.
  • En caso de que se desarrolle un asma bronquial, deberemos asociar a alguna de las plantas citadas anteriormente otras que tengan un efecto broncodilatador como el regaliz, coleo, desmodium,…
     La Homeopatía, se rebela aquí también como un tratamiento de alta eficacia para tratar la alergia, empleándose diluciones de pólenes y remedios como Histaminum o Poumon histaminum que disminuyen la respuesta alérgica y a los que al igual que con la fitoterapia, se les pueden añadir remedios más específicos según el paciente y el órgano afectado, que serán determinados por el profesional al que acudas.

domingo, 30 de junio de 2019

La cúrcuma, puede convertirse en un tratamiento eficaz en el cáncer de huesos (osteosarcoma)


En el mes de Abril, trascendió la noticia a los medios de comunicación, de cómo la cúrcuma, de la que ya se conocían propiedades en numerosas patologías, se mostraba efectiva como preventivo o tratamiento del cáncer de estómago y ahora se publica un nuevo trabajo de su efecto en células de osteosarcoma (un tipo de cáncer de hueso).

En el primer caso, los investigadores describieron cómo  la cúrcuma, ejerce ese efecto  mediante la regulación de la actividad de las histonas, unas proteínas que junto al ADN, forma la cromatina presente en el núcleo celular. Las modificaciones de las histonas regulan el estado estructural de la cromatina y, por lo tanto, influyen en la transcripción de los genes, y así, si se acetilan, expresan los genes, y si no lo hacen, no se expresarán. Se pudo comprobar que la cúrcuma es capaz de inhibir las enzimas claves en este proceso, como las histonas acetiltransferasas y las histonas diacetilasas, suprimiéndose así la proliferación de células cancerosas e induciendo la apoptosis (muerte celular programada) de éstas, uniéndose así al grupo de moléculas naturales que actúan en este sentido, como son el resveratrol, colecalciferol, quercetina, garcinol y butirato de sodio1.

El estudio más reciente es el realizado en células de osteosarcoma, y lo que ha conseguido, ha sido desarrollar un sistema de administración de la curcumina (principio activo de la cúrcuma) con la finalidad de que aumente la biodisponibilidad, de forma que aumente su absorción y disminuya su excreción, con lo que se mantendría más tiempo activa en el organismo.

El osteosarcoma es un cáncer óseo que aunque puede afectar a pacientes de cualquier edad es más común en niños, en el que además de ser tratado con cirugía que conlleva en muchos casos a la amputación, se emplean altas dosis de quimioterapia pre- y postoperatoria con importantes efectos secundarios, por lo que los investigadores, intentan buscar alterativas o complementos para reducir estos medicamentos y así evitar los efectos secundarios, motivo por el cual, ya que la cúrcuma ha demostrado eficacia en células de osteosarcoma, se buscan formas de administrarla para que sea más efectiva.

Por ello, los investigadores crearon liposomas con cúrcuma (lo que se conoce como cúrcuma fitosomada) y posteriormente gracias a la tecnología de impresión en 3D, crearon estructuras de fosfato de calcio para incorporar allí la cúrcuma fitosomada y se pueda injertar directamente en las zonas donde se eliminó hueso con la cirugía. De esta forma, pudieron comprobar los investigadores que se suprimía el crecimiento de células de ostosarcoma en un 96% a los 11 días, mientras además se promovía la formación de células de hueso sanas formadoras de hueso (osteoblastos)2.

Todo un ejemplo de como la integración de la fitoterapia, medicina alternativa, tradicional o naturista con los avances tecnológicos puede suponer un gran avance para la curación de numerosas enfermedades.

Referencias bibliográficas:

viernes, 31 de mayo de 2019

¿Tratar la alergia con remedios naturales?


La alergia, se define como la capacidad que tiene una sustancia para  provocar tras su administración repetida, una reacción adversa en nuestro organismo debida a un trastorno de la inmunidad. Se podía decir que no es más que una respuesta excesiva de nuestro sistema inmunitario que tiene lugar cuando éste se enfrenta a una sustancia extraña a nuestro organismo. Siempre que cualquier sustancia extraña pretende invadir nuestro cuerpo, se ponen en marcha una serie de mecanismos para defendernos de esa agresión, como son la liberación de sustancias y mediadores químicos como la histamina, serotonina, bradiquinina, prostaglandinas, etc., pero cuando estas se liberan en exceso, pueden también además de destruir al agente invasor hacernos daño a nosotros mismos provocando determinadas reacciones, como puede ser la aparición de un eccema, picor, broncoespasmo con sensación de asfixia, etc.

Se puede tener alergia a cualquier sustancia que esté presente en el medio en el que vivimos, bien sean sustancias naturales o sustancias químicas y que tengan naturaleza proteica para que sean capaces de generar en nuestro organismo anticuerpos.

Además de las causas genéticas, influyen en el desarrollo de la alergia las causas medioambientales, lo que explicaría el aumento de su incidencia en los últimos años. Cada vez son más las sustancias químicas con las que estamos en contacto y que son susceptibles de desencadenar una alergia. Hasta hace una serie de años solo se conocían prácticamente las alergias a las plantas y sus polenes y a los alimentos, siendo el resto de las alergias muy raras. El auge de la industria química, ha hecho que cada vez sean más las sustancias que están apareciendo como nuevas y por tanto, más las posibles alergias a esas sustancias, como ha ocurrido con el látex, que cada vez se usa más en guantes, preservativos, globos, chupetes, etc. Además esas sustancias químicas pueden producir una alergia de forma directa, o de forma indirecta, interfiriendo en las respuestas normales de nuestro sistema inmunológico hacia otras sustancias, provocando pequeños desajustes que se traducen en la aparición de fenómenos alérgicos a otras sustancias a las que anteriormente estábamos expuestos y a las que nunca habíamos desarrollado una alergia contra ellas.

Se calcula que aproximadamente existen en España 6 y 8 millones de alérgicos y las cifras para años venideros pueden ir en aumento. Hay familias en las que es frecuente ver a varios hermanos alérgicos o padres o hijos, es decir hay una atopia familiar. Si ambos padres son alérgicos a una determinada sustancia, los hijos, tienen el 50% de probabilidad de tener esa misma alergia. Ya se han identificado algunos genes que están implicados en la aparición y desarrollo de una futura alergia, aunque todavía es algo que está en fase experimental y que en el futuro cuando tengamos el mapa completo del genoma humano, nos será muy útil para saber quién puede desarrollar una alergia y quién no, pero cada vez cobran una mayor importancia los factores ambientales que por desgracia vemos que poco podemos controlar.

Los síntomas de las alergias se van a manifestar precisamente en aquellos órganos que nos ponen en relación con el exterior, es decir, nuestra piel, nuestros pulmones, nuestro aparato digestivo y nuestra conjuntiva ocular.

El aparato digestivo, se va a ver afectado especialmente en las alergias alimentarias, y vamos a observar fundamentalmente vómitos, diarreas, pérdida de peso y desnutrición progresiva, etc. A nivel cutáneo, lo más frecuente es ver la aparición de eccemas, ronchas, picor,... Si la alergia afecta a las vías respiratorias sobre todo vamos a observar problemas de rinitis y sinusitis con un moqueo acuoso continuo o sensación de taponamiento de la cabeza con cefaleas, acompañándose la mayoría de las veces de congestión de la mucosa ocular con la aparición de conjuntivitis alérgica, y síntomas como el lagrimeo la sensación de arenilla constante en el ojo, etc. Sin embargo si en vez de afectarse las vías respiratorias bajas lo hacen las zonas más bajas de nuestro aparato respiratorio, los síntomas serán más graves ya que estaremos hablando de situaciones como el asma bronquial que ya si puede poner en peligro la vida de quien lo padece. Es por la gravedad de estos síntomas por lo que los pacientes alérgicos deben de tener un acertado tratamiento, ya que se sabe que el 70% de los pacientes con rinitis alérgica de cualquier causa, pueden desarrollar asma bronquial, que es un proceso mucho más grave que el moqueo constante de las rinitis. Por último podíamos hablar de síntomas cardiovasculares que se producen en situaciones ya comprometidas para la vida y que pueden conducir a un shock circulatorio, llegando por tanto a la parada cardiaca.

La alergia no es por tanto una enfermedad banal y en muchos casos es causa de absentismo laboral, escolar y de un cierto deterioro de nuestro estilo y calidad de vida, por lo que es importante como en cualquier otra enfermedad instaurar un tratamiento que frene el desarrollo de una alergia y sus posteriores complicaciones.

Las pruebas de la alergia más conocidas son las que se realizan en la piel en las que se pone la sustancia a estudiar en contacto con nuestra sangre a través de un pequeño arañazo con una lanceta en el antebrazo, pero no son estas las únicas, ya que por ejemplo si la alergia se sospecha sea alimenticia se pueden hacer pruebas de desencadenamiento administrando en la alimentación aquella sustancia de la que se sospecha nos pueda producir el cuadro y ver que es lo que ocurre, pero esto se hace en el ámbito hospitalario ya que se pueden desencadenar reacciones a veces graves. Aún así hay otras muchas pruebas diagnósticas que se pueden realizar, como son la determinación de IgE, biopsias de piel o intestinales, etc. Las pruebas cutáneas solo son eficaces para las sustancias más comunes que producen alergia, porque podemos ser alérgicos a cualquier sustancia o molécula presente en la Naturaleza, y sin embargo el número de reacciones que se estudian en la piel son más bien limitadas. No se estudian el polen de todas las plantas, sino el de las más comunes (gramíneas, olivo, leguminosas,..); no se estudia el pelo o el epitelio de todos los animales, sino también el de los más comunes (caballo, perro, gato,...), y así con todo, y es que realmente si se quisieran estudiar todas esas sustancias que nos pueden producir una alergia no tendríamos tiempo en esta vida ni superficie en la piel para que se nos pudieran hacer esas pruebas.

Las vacunas pretenden provocar una desensibilización progresiva de nuestro sistema inmune, es decir lo que se hace es introducir en nuestro cuerpo dosis muy pequeñas de la sustancia a la que somos alérgicos para que nuestro organismo se acostumbre y después ir aumentándola conforme nuestro organismo se haya adaptado a esa dosis y así poco a poco llegar a las dosis o concentraciones normales con las que vamos a convivir cada día.

Sin embargo, la inmunoterapia aunque es la única terapia reconocida como efectiva por la OMS, no es del todo eficaz y seguro que conocemos a personas que dejaron de ser alérgicas y otras muchas que a pesar de las vacunas continúan siéndolo.

En el que caso de que el paciente responda a la inmunoterapia, podemos decir que en este caso sí se puede hablar de curación, ya que no es una medicina sintomática como son los corticoides y los antihistamínicos utilizados en el tratamiento y curso de esta enfermedad que sí que nunca nos van a curar, aunque sí aliviar, aunque con un riesgo, la cronificación de la enfermedad.

La prevención es fundamental porque por ejemplo en el árbol respiratorio, los enfermos evolucionan de monosensibles a polisensibles, la enfermedad tiene un curso descendente, primero se afectan las vías respiratorias altas (con menos gravedad de síntomas) y después las bajas (con mayor gravedad de síntomas) y los síntomas evolucionan también en severidad (primero asmas leves y después graves), por lo que la intervención en cualquiera de los tres niveles contribuye a la prevención.

Si se conoce la sustancia responsable del desencadenamiento de la reacción alérgica, lo primero será evitarla, es decir si se es alérgico al polen de las gramíneas, procurar evitar aquellos ambientes donde estas plantas se cultiven o si es alérgico a un antibiótico, evitar ponérselo o si se al pelo del gato, evitar tener gatos en casa. Sin embargo, esto a veces no es posible porque bien o no se puede evitar, o se desconoce la sustancia que produce alergia, por lo que debemos utilizar otras medidas preventivas como el uso de humidificadores que humedezcan el ambiente y atrapen y depositen en el suelo los polenes o el polvo si somos alérgicos a ellos o evitar las humedades de la casa si somos alérgicos a los hongos, evitar todo aquello que tenga una alta carga química no natural (ambientes contaminados, alimentos con demasiados aditivos, etc.), evitar viajar con las ventanillas bajadas, mantener las habitaciones limpias procurando realizar la limpieza con aspiradora,...

Tanto la Medicina Natural como la Homeopatía, han demostrado en numerosos casos incluso ser más eficaces que otras terapias oficiales basadas solo en el uso de remedios sintomáticos, y son muchos los pacientes que se benefician hoy en día de ellas. Son precisamente los estudios clínicos y de laboratorio realizados en la alergia junto con los resultados con pacientes, los que están abriendo las puertas de este tipo de medicinas a la medicina oficial, pues con estos remedios no estamos empleando una medicina sintomática, sino una Medicina que trata la causa y por tanto curativa.

No existe una dieta general específica para este trastorno, lo mejor es adaptar la dieta a cada paciente realizando pruebas de alergia y de intolerancias alimenticias, con lo que se consigue una alimentación “a medida” para cada paciente. Existen otras medidas como regular el sistema inmune, utilizando suplementos nutricionales con efecto antioxidante, aumentar en nuestra alimentación el consumo de ajo y cebolla que disminuyen los niveles de ciclooxigenasa (uno de los mediadores químicos de la reacción alérgica), tomar con regularidad yogur con cultivos vivos, que aumenta los niveles de interferón gamma en nuestro organismo y disminuye los de inmunoglobulina E (IgE), evitar las situaciones de estrés que en muchos casos actúan como desencadenantes y como agravantes de episodios alérgicos etc.

Las bacterias probióticas presentes en los yogures, es preferible consumirlas en forma de preparados comerciales que incluyan probióticos y prebióticos. La cepa más estudiada es el Lactobacillus GG y los mejores resultados se han observado en la prevención de la dermatitis atópica. La administración, durante el último trimestre del embarazo y la lactancia, de Lactobacillus GG, solo o en combinación con Bifidobacterium lactis, a madres con antecedentes de dermatitis atópica, reduce el riesgo de desarrollarla.

Son numerosas las plantas medicinales con actividad de frenar los procesos alérgicos, y entre ellas están:
  • Onagra (Oenothera biennis): Posee propiedades antihistamínicas que contribuyen a disminuir la urticaria. Su uso previene la aparición de alergias respiratorias y reduce sus síntomas. El ácido gamma-linolénico es muy útil en uso externo o tópico en el tratamiento de los eccemas.
  •  Reishi (Ganoderma lucidum): Posee distintos principios activos que actúan sobre el fenómeno alérgico como los triterpenoides que actúan como antiinflamatorios naturales sobre el aparato respiratorio, calmando y suavizando las molestias respiratorias, los ácidos ganodéricos que reducen la liberación excesiva de histamina y disminuyen a la vez la tendencia o predisposición a las alergias y la lanostina que tonifica las glándulas suprarrenales mejorando así nuestra respuesta ante las alergias, además del efecto antioxidante que en general hacen que los síntomas sean más cortos en su duración y su intensidad.
  • Sol de oro (Helychrisicum stoechas): Posee propiedades antihistamínicas que ayudan a contrarrestar los síntomas alérgicos.
  • Escutelaria: Planta, originaria de China, que contiene una serie de principios activos cuya acción es similar a la que ejerce el cromoglicato disódico, inhibiendo la degranulación de los mastocitos inducida por los antígenos, con lo que se impide la liberación de histamina. Además contiene sustancias antioxidantes que neutralizan los efectos tóxicos de los radicales libres.
  • Quercetina: Sustancia extraída de la planta Sophora japonica L., capaz de reducir o evitar muchos procesos inflamatorios en los que interviene la histamina. Inhibe la liberación de leucotrienos, responsables de la contracción de la fibra muscular lisa del árbol bronquial entre otros, relacionados con la broncoconstricción de los fenómenos asmáticos.
  • Grosellero negro: actúa fundamentalmente sobre la corteza suprarrenal, esto le confiere la propiedad de ser un gran antiinflamatorio y de tener los efectos de los corticoides sin los perjuicios para la salud de estos (acción pseudo-ACTH).
  • Fumaria: Posee una acción muy importante antihistamínica, por ello se usa con éxito en las alergias y el asma. es antialérgica y depurativa lo que facilita la eliminación de impurezas y residuos acumulados en el organismo como consecuencia de la reacción alérgica.
  • Pino marítimo, picnogenol: Es un regulador de las alteraciones alérgicas debido a una acción antihistamínica, que evita que la respuesta alérgica sea importante.
En caso de que se desarrolle un asma bronquial, deberemos asociar a alguna de las plantas citadas anteriormente otras que tengan un efecto broncodilatador como el regaliz, coleo, desmodium,…


La Homeopatía, se rebela aquí también como un tratamiento de alta eficacia para tratar la alergia, empleándose diluciones de pólenes y remedios como Histaminum o Poumon histaminum que disminuyen la degranulación de los mastocitos a los que al igual que con la fitoterapia se pueden añadir remedios más específicos según el paciente y el órgano afectado.

viernes, 17 de mayo de 2019

Un componente del azafrán demuestra eficacia frente a la úlcera provocada por antiinflamatorios

El azafrán, además de sus propiedades culinarias, ha demostrado en los últimos años numerosas propiedades terapéuticas. Las moléculas más interesantes quizás sean la crocina, que por acción de la microbiota intestinal se convierte en crocetina, que es un carotenoide con numerosas propiedades en enfermedades oculares, y el safranal, una molécula con efecto antidepresivo, pero que también ha mostrado eficacia como neuroprotector ante ictus o mejorando los síntomas del trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH) con la misma eficacia con la que lo hace el fármaco más empleado en esta patología (metilfenidato). Pues bien, precisamente esta última molécula, el safranal, acaba de demostrar en un estudio que es un excelente protector gástrico.

Para comprobar su efecto, un grupo de investigadores de la Universidad de Teherán (Irán), probaron en ratones qué es lo que ocurría cuando se administraba el antiinflamatorio indometacina en la mucosa del estómago y se los trataba con diferentes dosis de safranal y de lansoprazol, un medicamento empleado como protector de la mucosa gástrica.

Tras analizar la mucosa gástrica de los animales sometidos al experimento, los autores, concluyeron que tanto el safranal como el lansoprazol redujeron el área de la úlcera gástrica y produjeron protección gástrica, observándose la participación de mecanismos antisecretores, antioxidantes, antiinflamatorios y antiapoptóticos en el efecto gastroprotector de safranal, siendo este efecto comparable al lansoprazol.


lunes, 15 de abril de 2019

Antioxidantes, ¿mito o realidad?. Cosas que no te han contado de ellos.

Todos hemos oído hablar de los radicales libres, de lo perjudiciales que son para nuestra salud y de que es bueno tomar antioxidantes para combatirlos, pero ¿realmente sabemos lo que son?, y ¿son realmente tan malos los radicales libres y tan buenos los antioxidantes?.

Una molécula es estable cuando las cargas positivas o protones, están equilibradas con las negativas o electrones y no presenta electrones desapareados en sus órbitas. Sin embargo, ante determinadas circunstancias, una molécula puede perder algún electrón, con lo que esa molécula queda muy inestable al no estar compensadas las cargas de uno y otro signo. A esta especie química altamente reactiva, se la considera un radical libre. Esa inestabilidad le hace tener una vida muy corta y busca y alcanza su estabilidad robándole ese electrón que le falta a otra molécula, provocando una nueva alteración y apareciendo un nuevo radical, con lo que se desencadena una reacción en cadena alterando de esta forma a las proteínas y lípidos de las membranas de las células oxidándolos o dañando el material genético, el ADN.

Desde el momento en que empezamos a respirar, una función vital, el oxígeno actúa también de forma perjudicial sobre nuestro organismo, ya que genera radicales libres en el interior de las células y nos oxida, como ocurriría cuando un metal queda expuesto a la intemperie sin protección. Son numerosas las situaciones que pueden provocar que se generen estos radicales libres, pero las más conocidas son el estrés, tabaquismo, contaminación ambiental, radiaciones solares, dietas ricas en grasas saturadas, empleo de grasas vegetales refinadas, infecciones víricas y bacterianas, ejercicio físico intenso, etc.

El envejecimiento que sufrimos, es consecuencia de la presencia de radicales libres, pero también numerosas patologías como enfermedades cardiovasculares, arteriosclerosis, Parkinson, Alzheimer, problemas de fertilidad, hepatitis, hipertensión, lupus o cánceres como los de boca, faringe y esófago.

Sin embargo, en ciertas circunstancias como son las infecciones víricas y bacterianas, la generación de radicales libres por parte de nuestro sistema inmunitario tiene una finalidad distinta, ya que contribuyen a la eliminación y destrucción de estos gérmenes de nuestro organismo con lo que en estas situaciones juegan un papel beneficioso. Pero como siempre debe haber un control, y si se producen en exceso, pueden resultar dañinos para nuestro organismo.

Como una de las principales consecuencias que producen los radicales, es el deterioro de nuestras células mediante procesos de oxidación, las moléculas que neutralizan a estos radicales, se denominan genéricamente como antioxidantes. Los antioxidantes son capaces de ceder a un radical ese electrón que le falta, con lo que se estabiliza y deja de existir ese radical, deteniéndose toda la espiral de destrucción en cascada que el radical había provocado.

Estos antioxidantes se encuentran presentes en numerosos alimentos como las frutas, las verduras, las hortalizas, el cacao o el té verde, ya que poseen vitaminas como la C o E o betacarotenos, así como otras moléculas como el resveratrol, licopeno, galato de epigalocatequina, luteína o zeaxantina.

También nuestro organismo dispone de sistemas de defensa antioxidantes. Entre estas sustancias están la catalasa, superóxidodismutasa, glutatión, proteínas plasmáticas como la ferritina, transferrina, ceruloplasmina y albumina, melatonina, estrógenos y un largo etcétera. Muchas de estas moléculas, especialmente las enzimas necesitan para su correcto funcionamiento que estén presentes ciertos minerales que actúan como cofactores y a los que se les reconoce capacidad por tanto antioxidante, como el selenio, cobre, magnesio, o zinc.

En ciertos momentos, a veces no son suficientes todos estos antioxidantes que se encuentran en nuestro organismo y que aportamos con los alimentos, pudiendo desarrollarse numerosas enfermedades o agravándose otras ya existentes, por lo que es necesario aportarlos en forma de suplementos.

Han demostrado ser eficaces para retrasar el envejecimiento y prolongar la vida, en la prevención del daño cerebral ocasionado por la intoxicación por plomo en mujeres gestantes, en la prevención de cánceres como el de piel, en la reducción el dolor en la pancreatitis, mantienen sanas las arterias disminuyendo el riesgo cardiovascular y un largo etcétera de enfermedades.

Pero como en todos los aspectos de nuestra vida, la virtud está siempre en el término medio, o como ya dijo Paracelso en la Edad Media, “la dosis hace de una sustancia que ésta se comporte como un alimento, un medicamento o un veneno” y es que estas moléculas tan dañinas y tan temidas que son los radicales libres, pueden ser en determinadas circunstancias necesarias para nuestro organismo. La hipótesis, ya la lanzó en 2013, el científico y premio nobel James Watson que se mostraba crítico y nos prevenía de la moda de emplear antioxidantes en ciertas patologías como el cáncer ya que pueden ser los responsables de que muchas terapias oncológicas fracasen. Cuando la multiplicación celular se descontrola, como en el caso del cáncer, los radicales libres harían una buena labor induciendo la muerte de las células tumorales, lo que impediría su proliferación.

Watson, llegó a afirmar que los suplementos nutricionales antioxidantes pueden causar más cánceres de los que previenen debido a su interacción con las sustancias oxidantes que facilitan la muerte celular. De hecho, la mayoría de los agentes utilizados para destruir células cancerígenas (radiaciones ionizantes, muchos agentes quimioterápicos y algunas terapias dirigidas a dianas moleculares) actúan directa o indirectamente generado especies reactivas de oxígeno que bloquean etapas clave del ciclo celular deteniéndose así el proceso de expansión celular.

Todo empezó cuando se publicaron las conclusiones de dos estudios llevados a cabo en los noventa entre fumadores, que encontraron que la administración de suplementos de betacaroteno parecía acelerar la progresión de los tumores de pulmón y no se hallaron evidencias de su efecto protector frente a otros cánceres.

Con posterioridad se ha ido comprobando con nuevos estudios que esta hipótesis tiene cada vez mayor solidez, y por ejemplo sabemos que los antioxidantes presentes en fármacos antidiabéticos aumentan el riesgo de metástasis, que en caso de cáncer de pulmón pueden acelerar su crecimiento o como en tumores sólidos, como el melanoma aumenta también el riesgo de metástasis ya que las células del sistema inmunológico usa radicales libres para matarlas antes de que se establezcan. Además, las células tumorales que logran extender los tumores tienen mutaciones que las hacen resistentes al estrés oxidativo. Por todo ello se ha planteado en oncología la posibilidad de emplear sustancias pro-oxidantes para aumentar el estrés oxidativo y prevenir las metástasis.

Para añadir aún más incertidumbre y confusión, uno de los mayores estudios que se realizó para estudiar el efecto de los antioxidantes realizado en Francia con 12.741 voluntarios y conocido como Su.Vi.Max demostró que el efecto protector frente al cáncer del antioxidante suministrado (vitaminas C, E, betacaroteno, selenio y zinc) solo se presentaba en varones y no en mujeres.

Como conclusión, decir que los antioxidantes son útiles y necesarios ya que intervienen en numerosos procesos metabólicos y su falta puede provocar numerosas enfermedades, pero para mantener un equilibrio, lo mejor es llevar una dieta adecuada con predominio de frutas, verduras y hortalizas como la dieta mediterránea, ya que de esta forma se mantienen niveles estables y óptimos de éstos en sangre ayudando a mantener una adecuada homeostasis con una adecuada concentración de radicales libres, para ello.

Para obtener la mayor cantidad de antioxidantes consuma una dieta que incluya una buena mezcla de frutas y verduras de colores vivos, además de otros alimentos ricos en antioxidantes:
  • Vitamina A y betacarotenos (provitamina A): se encuentra en frutas de color rojo, naranja y amarillo como la zanahoria o la calabaza,  brócoli, espinacas y hortalizas de hoja verde. En mayor cantidad la encontramos en leche, hígado, mantequilla y huevos, pero poseen además numerosas grasas saturadas.
  • Vitamina C: se encuentra en la mayoría de frutas y vegetales especialmente en papaya, fresas, frambuesas, moras, arándanos, naranjas, melón, sandía, kiwi, pimentón, pimientos rojos y verdes, coles de Bruselas, coliflor y col rizada.
  • Vitamina E: se encuentra en aceites vegetales, especialmente el de germen de trigo, frutos secos, semillas, hortalizas de hoja verde como las espinacas y el brócoli.
  • Luteína: se encuentra en la yema del huevo, maíz, mostaza, manzana, pera, aguacates, algas, espinacas, acelgas y guisantes.
  • Licopeno: se encuentra en las frutas y verduras de color rosa (rosado) y rojo, tales como los pimientos, sandía, albaricoques, papaya y especialmente en el tomate.
  • Selenio: se encuentra en cereales (maíz, trigo y arroz), frutos secos, leguminosas, productos de origen animal (pescado, pavo, pollo, mariscos, carnes rojas, huevos y queso), pan y pasta.
  • Resveratrol: lo encontramos sobre todo en las uvas y vino, pero también en el chocolate, moras y nueces.

No todos los antioxidantes sirven o han demostrado eficacia para cada problema, por lo que si cree que podría necesitar un aporte extra, o padece alguna enfermedad, lo mejor es que se ponga en contacto con el profesional de la salud de su confianza que le podrá decir si los precisa, cual y en qué dosis debe tomarlo.