Las
infecciones de orina, ocurren a veces de forma puntual en la historia natural
de cada persona, pero a veces en los casos en que se hacen recidivantes, se
convierten en un auténtico quebradero de cabeza para quienes la sufren,
especialmente mujeres y personas ancianas. El principal germen causante de
estas infecciones es la bacteria Echericia coli (entre un 70-80% de los
casos) en cuya capacidad de virulencia se encuentra implicada numerosos
factores como la alfa-hemolisina, una toxina bacteriana, con efectos
citotóxicos sobre las células de la pared de la vejiga.
El zinc es un elemento esencial como
cofactor catalítico o estructural de enzimas y proteínas clave involucradas en
muchos procesos, como la replicación del ADN y la síntesis y el recambio de
proteínas y puede ser tóxico para las bacterias cuando está presente en exceso.
Según
publica la revista “Scientific reports”, un grupo de investigadores de
la Universidad de Barcelona en colaboración con la Universidad Northwestern
(Estados Unidos), fue, el zinc es capaz de modular la virulencia de la bacteria
E. coli regulandola expresión de factores de virulencia bacteriana y
concretamente la alfa-hemolisina.
En
el intestino, que tiene altas concentraciones de zinc, la alfa-hemolisina deja
de expresarse, y la E.coli uropatógena no suele generar infecciones, pero si
disminuyen sus niveles, la toxina pasa a expresarse en grandes cantidades y
puede provocar infecciones.
El
zinc se une al factor de transcripción ZUR (Zinc Uptake Regulator) y
favorece su unión al ADN (en concreto, a la región promotora de los genes
regulados), con lo que queda interrumpida la transcripción y, por tanto,
también la expresión génica, quedando los genes silenciados con lo que no se sintetiza
la alfa-hemolisina.
Referencia bibliográfica: https://www.nature.com/articles/s41598-018-24964-1
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